Las desventuras de la virtud/ El Cristalazo

- en Opinión

Ver a un ex presidente (Felipe Calderón) en litigios por el estrecho pasillo de la barandilla no es algo cómodo, ni deseable, en espacial para alguien cuyas ínfulas a veces lo hacen tropezarse con su propia vanidad.

Felipe Calderón Hinojosa
Felipe Calderón Hinojosa

No han sido estos días recientes los mejores para el ex presidente Felipe Calderón. Le ha llovido en lo mojado y sus afanes políticos se han estrellado contra gruesas murallas de incomprensión, hasta el punto más importante de su vida: haber nacido en el Partido Acción Nacional y ahora decir de su “alma mater” (casi su mater) que ya no sirve como organización democrática.

Y ha dicho sesgado y sibilino: se podría pensar en otra opción política, casi como dijo su rival, Andrés Manuel López Obrador, cuando fundó el Movimiento de Regeneración Nacional, esa Morena cuyo paso garboso ha puesto a temblar a más de uno; o Cuauhtémoc Cárdenas cuando se salió del Partido Revolucionario Institucional.

Pero no sólo en el plano nacional la llovizna le ha encharcado el patio infinito de su vanidad. ¿Cómo el PAN, bajo cuyo impulso llegó a la Presidencia de la República, le niega una simple diputación plurinominal para su afamada esposa? ¡Cuánta ingratitud! De veras con esta gente no se puede. Han mordido la mano proveedora cuya munificencia les dio y les otorgó durante años casa, comida y sustento.

Qué poca.

Pues sí, pero la política suele ser así. No podemos hacerle de otra manera, la ingratitud colma praderas y el agradecimiento es tan breve como la sonrisa de un bacalao o la intelectualidad de un cronista deportivo.

Sin embargo, fuera de México hay otros aspectos negativos para don Felipe. Algunos se niegan a reconocer su grandeza de estadista y le dicen cosas horribles, como esas pronunciadas por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a quien a pesar de todo se debe escuchar, pues no habla sólo por su irreflexiva e involuntaria comicidad como interlocutor de pajarracos.

Como se sabe, Calderón, con un grupo de ex presidentes “democráticos” de América Latina, anda metido en asuntos venezolanos relacionados con la libertad de los opositores a Maduro y éste los acusa, no como decía Chávez de Fox, de cachorros del imperio sino de servidores del narcotráfico y agentes activos en la preparación de un golpe de Estado en Caracas.

“Eso de decir que me pagan los narcos es un chiste que se cuenta solo. Seguro los narcos son los primeros sorprendidos con esas declaraciones”, dijo entre irónico y desenfadado el ex presidente Calderón.

Y con ese mismo talante desestimó los amagos judiciales de Florence Cassez, quien endereza una demanda múltiple por daño moral contra todos quienes en México la mantuvieron presa y confinada por acusaciones derivadas de un montaje policiaco para lucimiento del gobierno, por la televisión, y de cuyo desenlace no tiene caso abundar. Lo saben hasta mis nietos.

“La mañana de este lunes José Patiño Hurtado, abogado de Cassez, dijo que la demanda se presentó el viernes en el Juzgado Segundo Civil federal por el daño moral que sufrió la francesa en la ‘escenificación ajena a la realidad’ durante su detención en diciembre de 2005”.

Dijo FCH:

“Me parece absurda (la demanda), pero en fin. En términos de la Ley de Víctimas, aun cuando la Corte haya decidido lo que decidió, la Corte no decidió sobre el fondo de las conductas de la señora y en todo caso quien tendría preocupación acerca de consecuencias por demandas de carácter civil sería ella y no yo”.

Y quizá no le preocupe, pero si se llega a iniciar el proceso en su contra, será una situación para ocuparse de ella. Hasta espantarse una mosca de la oreja tiene su ocupación y su molestia.

Ver a un ex presidente en litigios por el estrecho pasillo de la barandilla no es algo cómodo, ni deseable, en espacial para alguien cuyas ínfulas a veces lo hacen tropezarse con su propia vanidad.

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