Stalling, Momo y la educación

- en Foro libre

Wenceslao Vargas Márquez

Varias obsesiones tiene la reforma educativa, dos descansan en la inasible complejidad de esa extraña variable física que es el tiempo. Una de ellas es la obsesión de medir horas y minutos efectivos de clases, entendido como el tiempo en que el docente se la pasa literalmente de pie, frente al grupo y al pizarrón. Lo medirá el INEE en su momento, en el sexenio federal que viene, con el tayloriano método Stallings; tengo a la vista el manual de observación en el aula de la SEP-DF.

escuelas-educacion¿Qué pretende el método Stallings? Leemos la obsesión: “Fisher et al. (1978) señalan que en promedio los niños en California pasan 6 horas en la escuela. De ese tiempo, sólo de 2 a 4 horas se destinaron al aprendizaje. Dentro de ese tiempo de aprendizaje, los estudiantes trabajaron de 1.5 a 3.5 horas, y del tiempo de trabajo total en la escuela, los alumnos tuvieron contacto con materiales adecuados sólo de 36 a 90 minutos. Los maestros deben estar conscientes de estos hallazgos y considerar lo valioso que sería aprovechar esos minutos”. Aprovechar estos minutos hasta el último segundo. Según esto, entiendo, lo ideal es tener al alumno inclinado sobre el libro, permanentemente, a expensas de la cerviz.

De verdad, al leerse las 32 páginas del instructivo y los ejemplos que describe, no queda más que asustarse por la obsesión de medir y codificar hasta el último segundo de “clase”. Un horror, y no es una novela de Kafka ni de Huxley ni de Lovecraft; es la SEP-DF operando la medición con fecha de junio de 2011. Críticos de Stallings alegan que atender a un padre de familia en la puerta del salón es perder el tiempo “efectivo” de clases y hay que suprimirlo, hay que “ahorrarlo”.

La otra obsesión de la SEP y el INEE es la de medir los días y los meses a través del calendario escolar de 200 días; el artículo 51 de la ley General de Educación marca como obligatorios 200 días de clases en el sistema educativo nacional. Dice la ley actualmente: “Art. 51.- La autoridad educativa federal determinará el calendario escolar aplicable en toda la República, para cada ciclo lectivo de la educación primaria, la secundaria, la normal y demás para la formación de maestros de educación básica, necesarios para cubrir los planes y programas aplicables. El calendario deberá contener doscientos días de clase para los educandos”.

Supongamos que una escuela “ahorrara tiempo” durante el curso lectivo: no podrá reducir a menos de 200 días su calendario pues violaría la ley actual. Hay que esperar a que la ley de educación sea modificada por el legislativo federal en el primer semestre de 2016. Cuando ocurra, me pregunto, al “ahorrarse tiempo”, ¿qué harán los supervisores escolares con escuelas que terminan cada una cuando quiera o cuando pueda, unas en abril, otras en mayo, otras en junio? Un bello caos con documentaciones y boletas a destiempo.

Por el método Stallings se trata de ahorrar horas, minutos y segundos; por el calendario flexible se trata de ahorrar horas, días y meses. Es la obsesión totalitaria por el tiempo. ¿Y qué es el tiempo? Por las lecturas de la prepa (del siglo pasado, de antes de que la destruyeran las políticas públicas) rememoremos a San Agustín y sus Confesiones. En el capítulo XI se pregunta que es el tiempo. Dice (palabras más, palabras menos) saberlo con claridad si no se lo preguntan; pero de enorme complejidad si le piden que lo explique. La SEP y el INEE superan a San Agustín de Hipona (siglo V) porque ellos dominan con claridad obsesiva todas las variables del tiempo y sus implicaciones.

Por menos filosófica recordemos la curiosa novela Momo del alemán Michael Ende (autor, también de su obra más conocida La historia interminable). En Momo, publicada en 1973, conocemos a una niña de ese nombre que enfrenta a una banda de curiosos maleantes. Los maleantes son unos tipos facinerosos, estafadores, llamados “los hombres de gris” quienes constituyen una banda dedicada a insistirle a la gente a “ahorrar tiempo” para luego robárselo de extraños bancos donde se supone que se guarda el “tiempo ahorrado”. Reflexiona Ende en Momo -como San Agustín- acerca del tiempo:

“Existe una cosa muy misteriosa, pero muy cotidiana. Todo el mundo participa de ella, todo el mundo la conoce, pero muy pocos se paran a pensar el ella. Casi todos se limitan a tomarla como viene, sin hacer preguntas. Esta cosa es el tiempo. Hay calendarios y relojes para medirlo, pero eso significa poco, porque todos sabemos que, a veces, una hora puede parecernos una eternidad, y otra, en cambio, pasa en un instante; depende de lo que hagamos durante esa hora”.

Describe: “Y nadie lo sabe tan bien, precisamente, como los hombres grises. Nadie sabía apreciar tan bien el valor de una hora, de un minuto, de un segundo de vida, incluso, como ellos. Claro que lo apreciaban a su manera, como las sanguijuelas aprecian la sangre, y así actuaban. Ellos se habían hecho sus planes con el tiempo de los hombres. Eran planes trazados muy cuidadosamente y con gran previsión. Lo más importante era que nadie prestara atención a sus actividades. Se habían incrustado en la vida de la gran ciudad y de sus habitantes sin llamar la atención. Paso a paso, sin que nadie se diera cuenta, continuaban su invasión y tomaban posesión de los hombres”.

En cierto capítulo, al barbero Fusi le recomiendan dejar de cuidar con insistencia a su madre, a dejar de visitar a su novia, a platicar menos durante un corte, para ahorrar enormes cantidades de tiempo. Le sacan la cuenta por escrito y Fusi lograría ahorrar más de mil 324 millones de segundos. Describe Ende:

“El que a uno le gustara su trabajo y lo hiciera con amor no importaba; al contrario, eso sólo entretenía. Lo único importante era que hiciera el máximo trabajo en el mínimo de tiempo. En todos los lugares de trabajo de las grandes fábricas y oficinas colgaban carteles que decían: “El tiempo es precioso,  no lo pierdas. El tiempo es oro, ahórralo”. Había carteles parecidos en los escritorios de los jefes, sobre los sillones de los directores, en las salas de consulta de los médicos, en las tiendas, restaurantes y almacenes e incluso en las escuelas y parvularios. No se libraba nadie”. Ya vemos cuán visionario fue Ende al describir el ahorro de tiempo en las escuelas y cómo describió con precisión a los estafadores hombres de gris que se “ahorrar tiempo” para luego robarlo por otra vía.

Además del libro hay una película alemana (1986) transcribiendo el Momo de Ende. En ella aparece el excelente actor John Huston en el papel del Señor Hora. Ende, al final del capítulo VI nos da lo que encuentro un buen resumen de la obra y de los hombres de gris, facinerosos y estafadores ahorradores de tiempo y que podría servir de mensaje al INEE y a la SEP:

“Nadie se daba cuenta de que, al ahorrar tiempo, en realidad ahorraba otra cosa. Nadie quería darse cuenta de que su vida se volvía cada vez más pobre, más monótona y más fría. Los que lo sentían con claridad eran los niños, pues para ellos nadie tenía tiempo. Pero el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón”.

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