Botellita de Jerez…/La ciencia desde el Macuiltépetl

Donald Trump tiene interés expansionista en México
- en Opinión

Parece que Donald Trump no se ha dado cuenta que juega  a la botellita de jerez: todo lo que hagas te saldrá al revés. Ahora pretende dirigir, como ha dirigido sus empresas,  la actividad científica, comenzando por disuadir a los científicos  -recortando recursos- a que investiguen sobre el cambio climático o el calentamiento global, prohibiendo a los investigadores de dependencias federales que divulguen o informen al público de los resultados obtenidos en sus investigaciones.

Juguemos pues a la botellita de jerez: todo lo que ves es el mundo al revés. Porque para comprender, hay que ver el revés de las cosas. En el caso de las trumpadas, buscar el revés se traduce en seguir la ruta del dinero: ¿Qué intereses hay detrás de cada trumpazo? Las declaraciones, decisiones y decretos de Donald, van más allá de la ideología de un Wasp  Sob. Quien gobierna a los Estados Unidos es realmente el poder económico; en concreto,  los representantes de ese poder que a su antojo hacen danzar a la marioneta que ocupa la Casa Blanca, sea ésta negra, blanca, amarilla, católica, protestante, demócrata o republicana. Lo que importa es que las monedas continúen cayendo al cepo.

Pero la ciencia es algo más que uno de los sustentos del poder económico, habrá que ver su revés con la lente de quienes hacen investigación científica y quienes pueden apropiarse de la ciencia precisamente para resistir y confrontar a tal poder. La ciencia y la tecnología pueden contribuir a que todos accedamos a niveles de mayor bienestar, a pacificar la existencia, a que la vida sea amable y nos acerque a la felicidad. Por tanto es necesario que ciencia y tecnología se liberen del yugo del capital y salgan a la calle para que los ciudadanos accedan a este conocimiento y sus derivados, de manera que no sólo tengan mejores herramientas para actuar sobre su medio, adaptándolo a sus necesidades reales, sino para que sean capaces de comprender mejor cómo funciona el universo. En síntesis: para estar mejor en el mundo. Y para alcanzar este objetivo es que se ha desarrollado la comunicación pública de la ciencia, ahora cultivada en casi todo el mundo, y que Donald Trump  pretende suprimir: qué los resultados de la investigación científica y tecnológica y el conocimiento derivado de éstos no sea conocida por el ciudadano, que se comuniquen sólo entre los miembros del acotado gremio de científicos y tecnólogos y sus patrocinadores. En el caso de EU, el 80% del financiamiento para el desarrollo científico proviene de las empresas que conforman el llamado complejo industrial militar.

Resulta que los científicos estadounidenses ya se preparan para marchar sobre Wasshington, pues muchos de ellos están discutiendo cual sería la mejor forma de responder a lo que perciben como una política hostil hacia la ciencia por parte de Donald Trump. Buscan aliarse con agrupaciones e individuos simpatizantes y organizar marchas simultáneas en muchas otras ciudades. De acuerdo con los organizadores, la marcha convoca no solamente a científicos y académicos, sino  a quienquiera  que crea en el valor de la ciencia. Este es el único requisito para participar.

Resumen su inconformidad afirmando, con molestia e irritación, que recortar el presupuesto para la investigación científica y limitar la comunicación de los científicos con la ciudadanía es algo absurdo y que no debe permitirse que se establezca como política pública.

Es la hora de ir pensando en establecer el derecho al conocimiento científico como un derecho humano fundamental, pues un ciudadano que no tiene acceso a éste sufre una cruel  forma de discriminación: la separación entre los que saben y los que no saben. Los que saben pasen por este lado, a la zona VIP, y los que no saben recorriéndose para atrás que todavía hay mucho espacio.

Es por eso, flor de lis, que he pretendido anunciar mi corazón aposemático desde la perspectiva científica, sólo que la nube negra trumpeana ha oscurecido, momentáneamente mi cerebro matemático y me faltan palabras y ecuaciones para mostrar las luces multicolores del  corazón zapatista, esperanza  de nuestro pueblo. Pues han sido ellos quienes han convocado a reuniones con grupos de científicos para analizar el papel de la ciencia y la tecnología en la sociedad presente.

El interés por la ciencia en las comunidades zapatistas es legítimo, real. Pero es relativamente nuevo, no ha sido siempre así. Responde a una de las transformaciones que su lucha ha experimentado, al proceso de construcción de su autonomía, es decir, de su libertad.

Científicos y ciudadanos debemos unir y compartir esfuerzos y puntos de vista para lograr, flor de lis, que el acceso al conocimiento científico sea un derecho universal y así, en cada sociedad y comunidad -de acuerdo a su realidad- la ciencia contribuya a su bienestar y tú, querida florecilla, emprendas el vuelo y te conviertas en una estrella multicolor que disperse la amenazante tiniebla de la era trumpeana.

Pues si ves la ciencia de tu vecino recortar pon la tuya a remojar.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

 

 

 

 

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