Ya ni llorar es bueno

500 migrantes diarios está deportando Estados Unidos a México, qué harán los gobiernos para atender este problema
- en Foro libre

Rodolfo Herrera González/ Vivir en el Golfo

A poco menos de tres días de que se cumpla el primer mes con Donald Trump en la presidencia de los Estados Unidos, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, el ICE, está deportando una cifra record de 500 migrantes mexicanos todos los días.

     La cacería de inmigrantes está ocurriendo de manera coordinada, en la mayoría de los casos, directamente en los domicilios de los mexicanos viviendo en los Estados Unidos, a quienes tienen documentados por cualquier tipo de irregularidad social que el gobierno de Trump califica como una actitud delincuencial.

     Eso incluye conducir en estado de ebriedad, violencia doméstica, agresividad y otras actitudes que lejos de ser delitos pudieran tipificarse como conductas inadecuadas, que bien podrían ser causales de una sanción administrativa en caso de afectar a terceros.

    En México, gobierno, funcionarios públicos, políticos de todos los partidos y medios de comunicación, se han dado a la tarea de criticar los excesos con los que Donald Trump está echando de su país, a los mexicanos que considera indeseables.

     Pero el verdadero problema no está en la forma en que el Presidente estadunidense está actuando, en el proceso de depuración de latinoamericanos del país que él intenta proteger desde su muy particular punto de vista.

     El problema más grave, es que por parte del gobierno y la clase política nacional, la defensa de los mexicanos solo incluye críticas, lamentos y la esperanza de que con algunas oraciones Donald Trump cambie su actitud racista hacia los mexicanos, lo que claramente no va a suceder.

     Al paso que vamos, mensualmente estarán llegando al país 15 mil mexicanos que regresarán a las comunidades que un día decidieron abandonar en busca de mejores oportunidades laborales, para satisfacer las necesidades de sus familias.

     Para finales de 2017, la cifra mínima de deportados estaría ascendiendo a 180 mil ciudadanos mexicanos que comenzarán a ocupar las ciudades, de las cuales huyeron por la falta de oportunidades de desarrollo.

     Y mientras ese panorama está sucediendo, en México las condiciones de vida que esos mexicanos dejaron atrás, ahora son peores, menos oportunidades de empleo, más impuestos, más gobiernos corruptos, más inseguridad, el salario mínimo estancado y multiplicado el costo de la vida.

     En ese sentido los políticos y gobernantes mexicanos están más preocupados por el negocio de los procesos electorales en puerta, en la designación de candidatos mediocres, en la colocación de sus familiares al presupuesto, en los negocios con la política y en acrecentar de manera insultante su patrimonio personal sin el riesgo de purgar una condena, que en tomar acciones para enfrentar el problema.

     Es decir, los políticos y el gobierno mexicano no están haciendo nada por recibir a los deportados, en ofrecerles un programa de empleo temporal al menos, en garantizarles condiciones de vida estables, en ayudar a sus hijos y, en aprender a no depender de las remesas anuales de 26 mil millones de dólares que los inmigrantes mandan a sus familiares en México, sobre los cuales está soportada gran parte de la economía nacional.

     En esas tristes condiciones, el panorama para los deportados que ya regresan a México es triste, sombrío deprimente y ante eso, el gobierno de nuestro país solo lamenta lo que les ocurre, pero no hace nada por resolverlo.

CUATACHINES AL GOBIERNO

     Pero si a nivel país no se hace nada para contrarrestar los efectos negativos que la política de Donald Trump están causando en México, en los gobiernos estatales tampoco se ve claro cómo van a recibir a los deportados en las comunidades que se habían convertido en pueblos fantasmas, solo vemos nuevas caras de funcionarios que lejos de llegar a resolver, se han colocado junto con sus pandillas en áreas que antes desconocían y en total descaro, llegan a correr gente, a estorbar y a echarle la culpa de todo a los ladrones que se fueron, pero después de eso, ninguna propuesta nueva, ninguna obra, ningún plan de desarrollo, nada, absolutamente nada y así, el tema podrían convertirse en un verdadero caos.

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