Tragedia en México… y un día después

Colonia Roma/Foto: Carlos Altamirano

Evidentemente, este terremoto… eh, además de las desgracias personales, que son indudablemente las que no tienen reparación, viene a complicar el manejo de nuestra crisis económica.

(Miguel de la Madrid Hurtado, septiembre de 1985)

Al ser informado, convoqué al Comité Nacional de Emergencias y ordené activar de inmediato el Plan MX, que coordina los esfuerzos federales de auxilio a la población en una emergencia […] Miles de integrantes del Ejército, la Marina y la Policía Federal están asistiendo a la población […] Expreso mi admiración a la unidad, trabajo y generosidad con la que una vez más miles de mexicanos han respondido a la emergencia.

(Enrique Peña Nieto, 19 de septiembre de 2017)

7 de septiembre

En esta fecha, gran parte del sur y centro de México vivió, nuevamente, la amarga pesadilla de un sismo, esta vez, con epicentro en Chiapas y una magnitud de 8.2 grados en la escala de Richter. Tan pronto pudieron, los pobladores emprendieron arduas labores para rescatar familiares, amigos y vecinos de entre las construcciones caídas. Con todo, el miércoles 13, fuentes oficiales revelaban una cifra de 98 víctimas.

Un día después, las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno hacían presencia en las zonas afectadas (Chiapas, Guerrero y Veracruz, principalmente); aunque el lado negativo del asunto es que esos personajes recorrieron los sitios devastados rodeados de fuerzas de seguridad, en “ambientes controlados”. Se registran imágenes de algunos promoviéndose políticamente, teniendo la desgracia como telón de fondo. El caso de la esposa del gobernador de Chiapas es por demás emblemático de la degradación de esa mal llamada “clase política”, que clase añora, y política lo es más una piedra. Pero no para ahí la cosa, también hay registros repugnantes de autoridades sin escrúpulos que roban la ayuda que llega para la población, mientras que otras (¿cuál será peor?) reparten despensas y otros materiales con el logo de execrables “organizaciones civiles”, con claros propósitos de ganancia política.

Sí, un día después de la desgracia nacional, nos damos cuenta que en las cúpulas de poder las cosas siguen igual. El objetivo no es servir, sino obtener beneficio de las lágrimas de los necesitados, venderse políticamente como “la opción”, y arrebatarle banderas al opositor si éste tiene una idea útil que sirva para aliviar la pena que se vive.

De ahí que la propuesta del líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, hecha pública el 14 de septiembre, de destinar el 20 % del presupuesto de la campaña 2018 asignado a su partido como apoyo a las labores de auxilio y reconstrucción luego del terremoto, fuera de inmediato atajada por la inmoral autoridad electoral, el INE, encabezada por Lorenzo Córdova, aduciendo que si el moreno procedía de esa manera, estaría violando la Ley. Cual focas de circo, los líderes de los demás partidos habrían aplaudido la amenaza del racista presidente del INE. Por supuesto, no hay que dejar que el “peligro para México” se vaya por la libre y desvíe el dinero para ayudar al pueblo; el peligroso AMLO estaría atentando contra el statu quo; estaría afectando los intereses y la comodidad en que viven los gobernantes de siempre, los ministros y jueces de siempre, los diputados y senadores de siempre.

19 de septiembre

Como venía siendo tradición, luego de la tragedia de 1985, la fecha fatal se ha recordado con la puesta en marcha de simulacros. Este martes por la mañana, en la capital de la República y otras ciudades del país, burócratas, empleados bancarios y comerciales, niños y jóvenes estudiantes, entre muchos, pusieron en práctica los protocolos establecidos de cara a una potencial emergencia. Qué lejos estábamos de imaginar que unas horas después, justo como hace 32 años, la tragedia volvería a ensombrecer nuestras vidas. No se trataba de otro simulacro; no. Era el momento de actuar de cara al evento real. Un sismo de 7.2 grados en la escala de Richter, con epicentro en Axochiapan, Morelos y horario de registro de las 13:14 hrs, recordó a los mexicanos que lo único seguro en esta vida es que la misma acaba cuando menos se piensa.

De inmediato, como el pasado 7 o como aquel lejano 19 de septiembre de hace 32 años, el pueblo solidario inició labores de rescate; con manos, herramientas caseras y utensilios improvisados. Hoy, por cierto, a diferencia de 1985, el acceso a recursos tecnológicos como los teléfonos celulares permitió que las comunicaciones fluyeran entre rescatadores y quienes fueron atrapados por los escombros de las construcciones venidas abajo. Pero aun así, hay muchas víctimas. Al momento, en recuento precipitado en la Ciudad de México y estados como Puebla, Veracruz, y Estado de México, la terrible cifra es de más de 230 decesos… e incrementa.

Seguramente por razón de las críticas recibidas ante papelones realizados días atrás, y tal vez recordando la experiencia de hace 32 años, cuando el entonces presidente Miguel de la Madrid mostró una reacción penosamente lerda ante el siniestro, y al momento de declarar aseveró que el terremoto venía “a complicar el manejo de nuestra crisis económica”, desde la federación se decidió actuar con inteligencia. La misma noche del martes, el presidente Peña afirmó que se procedería con la prontitud y propiedad necesarias. En sorprendente sintonía, el canciller aprendiz, Luís Videgaray, pidió ayuda de la comunidad internacional a través de las Naciones Unidas.

Cabe destacar que el secretario de Gobernación, Osorio Chong, se apersonó en el área de desastre,… ¿para coordinar las labores… o para qué? ¿Fue a lavar culpas por lo que NO hizo durante el terremoto del jueves 7? Cito parte de la nota de Martín Moreno (Sin Embargo, 20 de septiembre de 2017) sobre la actuación de Osorio en ese entonces:

“Durante los momentos de mayor emergencia para Oaxaca y Chiapas por el temblor, cuando más se necesitaba la presencia permanente del secretario de Gobernación en el lugar de la tragedia (inclusive para reposicionarse políticamente), Osorio Chong apareció de traje, despreocupado, relajado, como padrino de boda de la senadora perredista Iris Vianey Mendoza. Nada le hubiera costado a Chong haber cancelado públicamente su asistencia a la fiesta, prefiriendo atender a los damnificados por el sismo. Nadie se lo hubiera criticado. Al contrario: se habría ganado reconocimiento. Pero no lo hizo y, de paso, envió un mensaje desafortunado: prefiero a mis amistades que a los mexicanos que se quedaron sin casa. Grave error para un secretario de Gobernación”.

En todo caso, recordando al clásico, “el pueblo no es tonto; tonto es quien cree que el pueblo lo es”, los ciudadanos de la capital, cansados y sudorosos por su inacabable tarea de remover escombros, pronto reaccionaron rechazando la presencia del aún mandamás de gobernación.

Un día después del reciente gran temblor, sin embargo, nos percatamos que hay muchas cosas que no funcionan. El que haya sido Osorio y no Peña quien se presentó al lugar de la tragedia es el menor de los asuntos. Han fallado las varias administraciones de las décadas recientes, que nunca aprendieron que, de cara a situaciones impredecibles, la ruta es la acción proactiva. Pero no ha sido así: suceso tras suceso el gobierno no sólo reacciona tarde, sino que reacciona mal.

Un día después nos damos cuenta de cómo operan nuestros políticos de cuarta. Ahí está la declaración, vía Twitter, del presidente del PRI, Enrique Ochoa, pidiendo “a los partidos unirnos a resolver con @INEMexico y @SHCP_mx cómo sí donar dinero de las campañas, sin simulación, ni oportunismo”… ¿Sin simulación ni oportunismo? ¡Vaya descaro! Algo le faltó al Sr. Ochoa para reconocer que esa posición fue hecha pública por López Obrador con anterioridad, como se apunta arriba, y que entonces él y los líderes de otros partidos distintos a Morena permanecieron “Calladitos”, tal como tituló Lilly Téllez su videocolumna en SDPNoticias.

Las soluciones de los problemas no son los discursos vacuos cargados sólo de saliva, la toma de “selfies” con los afectados, ni mucho menos los spots en radio y televisión donde se relata un país de maravilla gracias al gobernante en turno. En realidad, fallan las instituciones que los mexicanos hemos construido a lo largo de todos estos años.

Afirmaba el reconocido economista Douglas Cecil North que las instituciones son los condicionamientos humanos que estructuran las interacciones económicas, políticas y sociales; son las “reglas del juego”, o los acuerdos que las diferentes sociedades concretan para su pervivencia en el tiempo. En ese sentido, la institución gubernamental es una de tantas, como también están las instituciones políticas (los partidos son un caso), económicas (cámaras y sectores empresariales), judiciales (juzgados, tribunales), sociales (organizaciones de la sociedad civil, clubes, sindicatos), religiosas (iglesias), entre otras.

Justamente ahí, en ese entramado, las reglas del juego no están suficientemente claras. Porque si fuera así, ¿cómo entender que un gobernante sea ladrón, que un policía sea a la vez parte de una organización criminal, que un cura abuse de los infantes, que un estudiante copie en un examen, que un académico plagie obras ajenas, que en un “taxi seguro” se viole y mate a un cliente, o que un corrupto sea quien sancione actos de corrupción?

De entre todos esos arreglos, una institución sólida, que demuestra, una vez más, su real valor, es la ciudadana ante la tragedia. El amor por la vida, la bondad humana, el desinterés por lo material, el apoyo mutuo, son sus pilares. Hoy, como hace 32 años, eso es lo que está haciendo la diferencia.

Por ello, y a riesgo de pecar de optimista en un momento de profundo dolor para todos, tengo esperanza que, de esos escombros que hoy vemos, germine la semilla que cambie, de una vez por todas, el rostro de nuestra amada patria. Los pilares de las instituciones en general son los valores y los principios… es lo que debemos recuperar.

 

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@RicSantes

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