Presagios, amenazas; algo malo viene por ahí

Claudia Sheinbaum ya casi es la candidata de MORENA a la presidencia
- en Opinión

“By the pricking of my thumbs,

“Something wicked this way comes.

“Open, locks,

“Whoever knocks”.

(Por las punzadas de mis pulgares, siento venir algo maligno; abran los candados a cualquiera que toque). Macbeth.

La realidad ofrece siempre dos realidades.

Una existe en el sujeto, otra en el objeto. Un resultado deportivo, como el de un partido de futbol es cierto tanto para quien gana como para quien pierde, pero las consecuencias, del punto de vista y la colocación de cada uno de los actores, son distintas.

Es una misma realidad con dos rostros. Una mentira es una falsedad, pero llamarla mentira es una verdad.

Y así nos podemos ir por la vida interpretándolo todo, viendo cómo una misma cosa significa lo contrario. Para Japón una bomba atómica es terrible derrota genocida; para los Estados Unidos, victoria aplastante y supremacía perdurable.

En la realidad política mexicana las cosas también sufren esa dualidad inherente a la realidad.

Hoy la derrota de las ideologías, considerada en ciertos momentos del análisis político, como el paso a un nihilismo pragmático y globalizador, en un mundo tecnificado, dominado por la virtualidad, la superficialidad, el predominio del espectáculo y la laxitud por encima de la olvidada conducción de una vida con principios morales, éticos y aun religiosos, se expresa en la forma tan simple como se abren todos los candados cuyo cerrojo impedía una cosa u otra. Se trata, al parecer, de salvar cualquier restricción a favor de la aplicación del pragmatismo. Sólo así se entienden los maridajes en lugar de los matrimonios; las componendas en lugar de las composturas y la condescendencia en lugar de la responsabilidad.

Todo esto lo vemos en los más recientes asuntos de la vida preelectoral, cuyos barruntos de tormenta se escuchan ya desde hace tiempo. Éstos son algunos ejemplos:

1.- El movimiento ahora llamado, “Por México de Frente”, no es una alianza de fuerzas democráticas sino una amalgama de partidos sin ideología, cuya única finalidad es el desplazamiento del PRI y Morena. Eso suena lógico, pues la finalidad de todo grupo político es la toma del poder, pero con una orientación. Sin embargo, aquí no la hay. Sólo una combinación de ambiciones cuyo logro se puede obtener con maniobras conjuntas cuya naturaleza hace complicado pensar en una forma de gobierno definida.

Hasta hoy la única ganancia del “Frente”, ha sido el aseguramiento de una candidatura para Ricardo Anaya y el cumplimiento del anhelo de Alejandra Barrales para contender por el gobierno de la ciudad. En este caso contra otra mujer, Claudia Sheinbaum, quien es una especie de “Juanito”, pero con enaguas. Su triunfo le daría un segundo periodo a Andrés Manuel en el gobierno de la ciudad. Son los convocantes del cambio, ejerciendo una continuidad casi dinástica.

2.- La discusión sobre la Ley de Seguridad Interior, cuyo contenido no garantiza absolutamente nada, excepto la relativa protección para las Fuerzas Armadas en labores ajenas de las cuales se han querido zafar desde hace ya tiempo.

La ley es imprecisa y hasta cierto punto innecesaria. Confundir seguridad interior con ejercicio militar en áreas civiles sin beligerancia manifiesta, es un error fundamental.

En todo caso hubiera sido mejor “civilizar” un manual de operaciones extraordinarias para las fuerzas castrenses. La ley supone un freno a la discrecionalidad en la disposición de los efectivos militares, pero olvida la otra cara de la realidad: la discrecionalidad de los ataques de la delincuencia organizada. Sistematizar lo eventual, lo accidental, es imposible, como también lo es la dosificación de la fuerza.

Si para los militares esta ley fuera suficiente, con poco se quedarían. Sin ley, quedan en el limbo; con ella, quedan en perpetuidad. Los factores por los cuales están en las calles no se resuelven con este instructivo.

La solución sería otra: reglamentar el artículo 29 de la Constitución —definir cuándo se suspenden y cuáles derechos quedan al margen temporal—, y cumplir con la creación de una Guardia Nacional. Pero si no podemos agilizar el tránsito en las calles, mucho menos vamos a organizar un “ejército civil”.

Ni siquiera fue posible crear la Gendarmería Nacional. De tumbo en tumbo.

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Miguel Ángel Mancera ha quedado damnificado. El reparto de posiciones de los frentistas (cuya imaginaria condición ciudadana fue un señuelo engañabobos) lo deja fuera de la contienda presidencial. Pero en la otra faceta de la misma realidad, le permite un año más en el gobierno de la Ciudad de México, con la favorable coyuntura (en términos políticos), de la reconstrucción postsísmica, cuyas dimensiones son relativamente manejables.

No se trata de rehacer toda la ciudad. Tampoco es para tanto. La oportunidad es importante para ganarse un buen sitio en la memoria urbana. Yo le recomiendo la lectura de este texto (parcial) de Octavio Paz, escrito con motivo de los sismos del 85. Sigue siendo una joya y también una advertencia:

“…Hoy se habla de reconstrucción. Pero esta palabra es engañosa, pues no designa realmente la naturaleza de la tarea que nos espera. No se trata de repetir lo hecho, sino de rectificar el curso ancestral de la historia de México.

“Creo que es el momento de iniciar en serio el proyecto de descentralización que figuró de manera prominente en el programa del presidente De la Madrid, y que fue uno de sus puntos más atractivos.

“Si algo puede unir a los mexicanos, es precisamente esta idea. Cierto, es una tarea que, de llevarse a cabo, requerirá los esfuerzos de dos generaciones.

“No importa: éste es el momento propicio para comenzarla. Si el presidente, que se ha mostrado valeroso y sobrio ante el desastre, comienza de verdad a descentralizar, merecerá nuestra gratitud y la de nuestros descendientes.

“Al impulso centralista que ha animado nuestra vida social desde la época prehispánica debe suceder otro, hacia afuera, centrífugo, al encuentro de la provincia…

“…Es inaplazable asimismo que las autoridades oigan la crítica y acepten la fiscalización de la sociedad. Si el Gobierno quiere reconquistar la confianza popular y no exponerse (y exponernos) a un estallido más grave y profundo que el temblor, debe mostrarse más abierto y flexible.

“El Gobierno no es una fortaleza, sino un lugar de encuentro. No pido que abdique de su autoridad, sino que la comparta, que sea más atento y sensible a las voces de los que están fuera. El temblor sacudió a México, y entre las ruinas apareció la verdadera cara de nuestro pueblo: ¿la vieron los que están arriba?”

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En el catálogo de las ocurrencias se acaba de abrir un juguete; un llamado parque lineal sobre la caja de agua del Viaducto Miguel Alemán, en el tramo comprendido entre Monterrey y Patriotismo. Plantitas, banquitas, bobadas.

Pero mientras con eso se entretiene a los bien portados ecologistas —en este caso Elías Cattan y Arnold Ricalde, promotores del “Ecoducto” (hacedme el “refabrón cavor”)—, se amenaza el gran parque de Las Águilas- Japón a donde se quiere trasladar un Centro de Transferencia de basura, el cual funciona ahora en la prolongación de la Avenida San Antonio, donde se han construido decenas de edificios cuya densidad de palomares semeja la arquitectura soviética en sus peores momentos de hacinamiento.

Pues esa estación será cerrada porque el terreno le fue vendido a los verdaderos dueños de la ciudad: los “desarrolladores” (depredadores), quienes van a construir ahí un gigantesco Centro Comercial (otro) con plazas, edificios, oficinas y todo lo demás, muy similar al Antara del Periférico Sur o El Toreo en la frontera con el Estado de México.

Con razón Octavio Paz hablaba en el mismo artículo parcialmente reproducido, de cómo “nuestra ciudad comenzó a desfigurarse hace unos 30 años. Ha padecido un crecimiento frenético y canceroso, que ha destruido casi totalmente su trazo y su fisonomía…”

Y agregaba:

“…el espíritu de lucro de los empresarios e industriales de la construcción, que aprovecharon el auge relativo de este cuarto de siglo para entregarse a una especulación urbana desenfrenada e inescrupulosa, con la complicidad de la burocracia gubernamental.

“Así, en unos cuantos años, la ciudad se extendió de manera caótica y se cubrió con multitud de edificios, no sólo feos, sino inseguros.

“Por último, la megalomanía de los últimos Gobiernos, empeñados en levantar en un parpadeo sexenal Babilonias de cemento del tamaño de su vanidad”.

Y estos constructores tienen en Claudia Sheinbaum —por si los actuales no fueran suficientes—, su mejor interlocutora.

¡Ay!, Morena, la esperanza de México…

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