Murallas, OEA y Babel/ El Cristalazo

La Secretaria General del PRi Claudia Ruiz Massieu llevó ante la OEA la denuncia de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito de Ricardo Anaya candidato del PAN-PRD- MC a la Presidencia de la República
- en Opinión

Cada cosa es Babel (Lizalde), cada instante es confusión, pues babélica es la alusión a los hombres cuyas lenguas los confunden en lugar de acercarlos, hacerlos comunes, comunicarlos. Babel es la incomprensión, Babel es la mentira y también la trampa y el engaño. Babel, la mujer y el hombre traicioneros.

Todo es Babel y en la política nada es si no se halla en el encuadre preciso de las apariencias, la simulación en la cual cada quien hace para confundir, desata tigres para atar posiciones; invoca pantalones para gritar en la plaza, reta y convoca para esconder los pecados anteriores, por cierto nada originales.

La codicia, la ambición, la idea fija, la obsesión, palabras de babel para el discurso interminable de la política cuya rueca hila la hebra idéntica de engaños superpuestos. Mentir, halagar, prometer, ofrecer. Eso es el momento actual; hipocresía, apariencia, imagen cultivada y a veces mal cosechada.

Eso en los campos del presente mexicano con  sus incomprensibles elementos, de leyes absurdas y autoridades en desatino crónico y perpetuo choque entre la burocracia controladora y el tribunal interpretativo de los códigos absurdos.

Pero afuera  o vemos la bíblica torre de Babel sino el Muro de Babel.

Si alguna vez Octavio Paz dijo de la frontera del norte, no es una línea; es una cicatriz, hoy ya no es ni eso, es una tierra ajena al entendimiento por donde los Estados Unidos creen ver infestada su pureza imaginaria y le quieren poner el gigantesco vendaje de una muralla, como si se tratara de una herida abierta cuyo pus podría contaminar su por sí corrompido cuerpo.

La Babel americana ha encontrado, como siempre, un ente maligno para culparlo de sus propios pecados. Hoy son los “agujeros de mierda” del Salvador y otros países latinoamericanos cuya vecindad es un  espanto y al mismo tiempo una condena para la cual hay salida verdadera: cambio en  la geografía.

Como no podemos mutilar la tierra y meter un hachazo cósmico para  cortar en dos el continente, como se hizo en la estrecha cintura de Panamá, entonces pongamos no un abismo sino una cordillera de piedras y metales firmes, impenetrable e indestructible, conocimientos tan profundos como para impedir los pasos subterráneos de  mugrientos monolingües tatuados con la tinta de la miseria y a veces el crimen.

Pero en otro tiempo hubo interés por el patio trasero –al sur del Bravo toda es la tierra sucia y pobre parea ellos–, y se hizo para su atención y control, la insigne y alevosa sucursal del Departamento de Estado, un órgano de supervisión anticomunista cuando la maligna ideología del “lado oscuro”, permitía hasta la exclusión del insumiso marxista cuya osadía de intervenir empresas gringas lo condenaba al fuego interminable, así no pudieran arrojarlo al horno infernal durante medio siglo, y lo vieran morir como fallece el justo, en su cama y sin pantuflas.

Hoy el Partido Revolucionario Institucional acude a esa Organización de los Estados Americanos a denunciar los malos manejos financieros de un aspirante a la presidencia de la República y lo hace en franco olvido de cómo la Comisión Interamericana de los  Derechos Humanos ha mordido la yugular de este gobierno, por la mala investigación y la imaginaria responsabilidad del Estado en el caso de los normalistas asesinados por el crimen organizado en Iguala, Guerrero, desde la alcaldía y el gobierno estatal perredistas y  cremados en un horno rudimentario del basurero de Cocula.

Claudia Ruiz Massieu, secretaria general del PRI y excanciller de México, quien gestionó entre otras cosas el aumento de la cuota mexicana hacia esa demagógica organización (La CIDH), acusa a Ricardo Anaya todos los delitos ya conocidos por la opinión pública. Y lo hace de esta manera:

“El PRI, a través de su secretaria general, Claudia Ruiz Massieu, denunció ante la Organización de Estados Americanos, en Washington, que el abanderado presidencial del PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya, busca utilizar el proceso electoral y a los organismos internacionales para obtener “un fuero de facto” y evadir la justicia en México ante las acusaciones que se le imputan por una presunta  triangulación de recursos y lavado de dinero.

“Ruiz Massieu advirtió que se puede crear un precedente para que cualquier persona señalada por un acto ilegal, busque utilizar una candidatura para obtener un fuero de facto que inhiba la acción de la autoridad, y que impida la rendición de cuentas ante la ciudadanía.

“Luego de que senadores del PAN entregaran una carta al representante de la OEA en México, en la que denunciaron el uso de las instituciones en contra de Anaya, Ruiz Massieu viajó a Washington D.C. para reunirse en privado con el secretario general de este organismo internacional, Luis Almagro, a quien le entregó un expediente  donde explica el caso Anaya y las imputaciones legales que pesan sobre el abanderado presidencial del PAN”.

Todo esto ni servirá de nada.

La CIDH se lavará las manos y dirá, el caso no nos compete, no  podemos intervenir una vez agotados los recursos locales. Y nada de eso ha ocurrido (como sí intervinieron cuando Jorge Castañeda patentó las candidaturas independientes).

La efímera gloria de una primera plana, pues. Una enorme bola de humo.

 

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