¿Qué vamos hacer por ellos?

Por Imher Hernandez Mendez

Un nuevo motivo de conmoción. Nos matamos unos a otros.

No puedo evitar expresarme en plural al decir “nos matamos” porque formo parte de la sociedad mexicana dónde existen a diario actos abominables, vengo de esta sociedad y desarrollo mi vida en ella.

Si bien directamente no, indirectamente, pero me siento responsable, ¿de no levantar la voz?, ¿de no reclamar respeto a los derechos humanos?, ¿de no exigir justicia lo suficiente?, ¿de no salir a marchar siempre?, ¿de no hacer valer mis derechos como ciudadana?, ¿de no cumplir con mis respectivas obligaciones?, ¿de no hacer con estos temas mayor conversación?, ¿de no hacerlo, suficiente, con los adolescentes y jóvenes con quienes doy servicio y convivo?, ¿de no preocuparme y ocuparme de servir más a la sociedad?, si, me siento responsable, ¿tú no?.

Sigo conmocionada por el atroz desenlace de Salomón Aceves, Marco García y Daniel Díaz. Además de dolerme por sus familias, no puedo evitar la rabia por recordar otros jóvenes y adultos que han compartido una semejante historia, y no imagino de cuántos más ignoro, o que permanecen en el anonimato aún. Es como de ciencia ficción. Pero no. Es realidad, realidad mexicana.

En medio de mi indignación, conozco en las redes sociales a “QBA“, quién según el diario local “Mural” es el nombre artístico de Omar “N”, uno de los presuntos responsables confesos de la desaparición y del “proceso químico” para disolver en ácido los cuerpos de estos tres estudiantes, desaparecidos el pasado 19 de marzo. Un muchacho, que supuestamente, se describe como un rapero famoso, y es que sus videos colgados en Youtube superan el millón de visualizaciones, sus múltiples perfiles en redes sociales tienen algunos millares de seguidores, dónde me entero, él promociona sus presentaciones como rapero.

Sin morbo en mi intención, me informo más sobre este muchacho, y ahora estoy sobresaltada por conocer la identidad de quién fuese capaz de un acto tan salvaje como el que ha confesado. Pensar que un niño que nació con “su libro de la vida en blanco”, como todos, se haya convertido en un muchacho cuyas sórdidas y lúgubres creaciones, me hagan inferir una vida perturbada, que hoy llegó a esto, me asusta. Me asusta y  mucho.

Este tema constantemente lo tengo en la mente. Y hoy, por Salomón, Marco y Daniel, nuevamente me sacude. Me asusta saber que hay más jóvenes como Omar perturbados con vidas desperdiciadas por sus malas elecciones, por sus carencias de formación humana, de valores, de atención, de educación, por la carencia de padre/ madre, o de padre y/o madre con valores, por su carencia de amor, etc.

Me asusta que día a día, se “crían” y “crean” más “Omares”. ¿Qué vamos hacer al respecto?, ¿qué haremos en 5, en 10, o 20 años más?, pues habrá hijos de estas generaciones, y luego nietos, ¿qué haremos, si ahora mismo no sabemos qué hacer?.

¿Qué hacemos con los jóvenes de hoy?, ¿qué haremos con los jóvenes de mañana?, ¿cómo serán?, ¿cómo contribuimos, como sociedad, en la formación de los niños y jóvenes de hoy?. Yo no tengo hijos aún, pero entonces ¿no soy responsable de lo que puedan aprender de mí los niñas y niñas que me rodean?, ¿no habré ya influido, involuntariamente, en alguno(s) de ellos?.

Yo sí me siento responsable, ¿y tú?
Yo sí soy parte de esta sociedad, ¿y tú?
¿Qué vamos hacer?, ¿nada?.