2018: Antecedentes y vigencia del crimen organizado y su protección oficial en México (4ª Parte)

Un grupo de reporteros y amigos de Gabriel Fonseca Ramos protestan por su desaparición el 25 septiembre de 2015/Fotover
- en Foro libre

La fotografía es un relato breve pero contundente…

Traducida al lenguaje escrito podría pasar a la historia como un ejemplo de irrelevancia de estilos y escuelas de arte cuando se topan con la cruda realidad.

Un grupo de periodistas de Acayucan se abrazan y posan sonrientes…

Ayer, la retomaron en redes sociales como un aniversario de aquel encuentro de amigos…
La escena es de varios años atrás y aparece en el extremo izquierdo el reportero Gabriel Manuel Fonseca, “Cuco”, desaparecido en septiembre del 2011.

Junto al joven reportero que no cumplía la mayoría de edad cuando el crimen organizado se lo llevó aparece sonriente Gumaro Pérez Aguilando, otro reportero que empezó a ejercer el oficio desde la minoría de edad y murió balaceado en diciembre del 2017, en medio de una fiesta navideña de la escuela primaria a la que acudía su hijo: la “Rafael Aguirre Cinta” de Acayucan, Veracruz.

El gobernador Miguel Angel Yunes Linares afirmó a las pocas horas del asesinato de Pérez Aguilando -19 de diciembre- que éste formaba parte del crimen organizado; que trabajaba para los zetas en su natal Acayucan.

Como sabemos, en las circunstancias del Veracruz actual la procuración y aplicación de justicia no son expeditas pero si se manejan con eficacia en términos políticos.

Bastan unas horas para que un crimen sea “investigado”, “resuelto”, “juzgada la víctima en la picota” y nadie,  ni sus seres queridos tengan oportunidad alguna de acceder u ofrecer detalles distintos, que exculpen o contextualicen la vida y el final del afectado.

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El periodista tiene el deber de indagar, de contrastar información, de aplicar técnicas de las ciencias sociales, entre ellas de la etnografía, que implica vivir dentro de la comunidad donde se desatan los hechos que pretende dar a conocer.

Un ejemplo: si quieres escribir sobre determinada temática que tiene múltiples variables dentro del estado de Veracruz, haz de viajar de modo permanente por territorio veracruzano.

De otro modo corres el riesgo, como reportero, de ejercer un trabajo superficial, común, mayoritario en los medios de comunicación.

Para un buen número de colegas de Gabriel Manuel Fonseca “Cuco”, su compañero murió a las pocas horas de su “levantón”.

Su cuerpo habría aparecido en uno de dos tambos que contenían sendos cadáveres en las inmediaciones de “Rancho La Virgen”, en Soconusco.

En su libro “Ejecuciones de Periodistas: Los Expedientes”, el periodista Ricardo Ravelo dedica un breve capítulo al caso de Gabriel Manuel Fonseca.

Como el propio título lo indica, el autor tuvo acceso a documentos oficiales respecto a nueve casos de periodistas asesinados en Veracruz destacando el de Regina Martínez (7 de septiembre de 1963 — 28 de abril de 2012).

Sobre el tema de “Cuco” -oficialmente catalogado como desaparecido y no como muerto- Ricardo Ravelo contó al autor de Claroscuros que le llamó mucho la atención la escasez de información oficial.

Al respecto hay un expediente de sólo cuatro hojas, detalló.

Fuera de la indagatoria oficial guardada entre montones de expedientes de la Fiscalía veracruzana, está la versión extraoficial, la que se traslada de forma oral, con suma discreción y temor entre reporteros, policías, autoridades encargadas de la procuración de justicia, en Acayucan y alrededores, donde Gabriel Manuel Fonseca nació, se volvió reportero y desapareció de la faz de la tierra.

Tras el hallazgo de dos tambos con sendos cuerpos se habría hecho la identificación de ellos y uno presuntamente habría sido el de “Cuco”.

Un reportero que siguió el caso da la voz a alguien cercano a la investigación del caso: quedó asentado el hallazgo de los dos tambos, los dos cadáveres y la identificación de “Cuco”, se narró al periodista.

Todo, sin embargo, quedó allí, en secreto.

“Cuco” desapareció por órdenes de la mafia y su nombre fue borrado de los expedientes oficiales por intereses políticos: un periodista más en la lista de muertos “calentaría” cualquier escenario para los hombres del poder.

Era el sexenio del gobernador Javier Duarte de Ochoa y Gabriel Manuel Fonseca siguió y sigue formalmente desaparecido.

Un policía habría participado en el hallazgo de los tambos con los cadáveres y reconoció la ropa del reportero de diario “El mañanero”.

A pesar de todo, “Cuco” sigue desaparecido y en el expediente oficial finalmente quedó registrado el hallazgo de un tambo, con un cadáver al que se le hizo el examen de ADN y resultó distinto al de Gabriel Manuel Fonseca.

El Procurador de Justicia en aquel momento era Amadeo Flores Espinosa, entonces fiel político priísta, hoy infiel político yunista con un hijo Magistrado del Poder Judicial en Veracruz: Amadeo Flores Villalba.

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Respecto de Gumaro Pérez Aguilando testimonios y datos específicos recogidos en su entorno le dan la razón a las afirmaciones inmediatas que ofreció Miguel Angel Yunes Linares.

El gobernador no mintió alrededor de este caso; sólo manipuló la información para su autoprotección política, según se desprende de los pormenores de la historia.

En su velorio, incluso, Gumaro habría sido despedido por los compañeros de trabajo de su “otra vida”, la que –al margen de la ley-  ejercía en el día con día junto al quehacer de reportero.

¿Es el único caso de un reportero veracruzano que haya perdido la vida como consecuencia de sus nexos con el crimen organizado?

No.

Hay más pero el gremio en general prefiere callar, abandonar el oficio o irse de la entidad o del país.

Hay periodistas víctimas que no estaban ligados a los cárteles, desde luego.

Parafraseando a José Alfredo Jiménez: en Veracruz la vida de un verdadero periodista no vale nada.

El oficio se confunde, se enreda con otras realidades, es invadido pero al final suele conocerse quién es quién y la verdad o las aproximaciones a ella habitan junto a la muerte por la simple lógica de los intereses lesionados.

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Ayer, a 46 días de que se celebren las elecciones más grandes, rodeadas de violencia e históricas de México, fue asesinado el periodista tabasqueño Juan Carlos Huerta, del medio Panorama sin reservas, luego de salir de su domicilio en el fraccionamiento Flor del Trópico junto a su esposa.

El gobernador tabasqueño Arturo Núñez descartó que se tratase de un robo dadas las condiciones del crimen.

Los sicarios –detenidos horas más tarde- fueron directo a privar de la vida a Carlos Huerta, exactamente a un año del asesinato de Javier Valdez, corresponsal de La Jornada y fundador del medio Ríodoce, en Culiacán Rosales, Sinaloa.

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Los comicios del 2018 en México no están salpicados de sangre…

De ellos brotan ríos de sangre, imparable, explicable por el Estado Fallido que padecemos, sin fecha de freno, con origen múltiples: político, periodístico, de la sociedad civil, empresarial, religiosa, de mafiosos muchos mafiosos, etcétera…

CONTINUARA

 

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