Cosas del “boom” y del Papa/ El Cristalazo

- en Opinión

Durante muchos años la explosiva presencia simultánea de muchos grandes escritores latinoamericanos en España y por consecuencia en el resto del mundo hispanoparlante, fue vista como una hazaña de la creatividad, como una feliz coincidencia de talentos excepcionales cuyos frutos llegaron en el enorme racimo de una inspiración simultánea, como la ola invisible, como si todo hubiera sido obra de los astros alineados o los dudosos caprichos de una divinidad literaria.
Pero por desgracia la realidad es un poco más prosaica y no está hecha de la materia de nuestros sueños.
El “boom” latinoamericano no fue sino una genial maniobra del mercado editorial español o catalán, para ser más preciso. Por eso el curso intangible de las aguas de la literatura pasa siempre por Las Ramblas, se pierde en el Paseo de Gracia o se asoma por las agujas de la Sagrada Familia.
Y esa realidad de mercado, de pesos, centavos (en algún tiempo pesetas) dólares y Euros, fue conducida y organizada en la parte editorial por una mujer genial de cuya muerte ahora nos enteramos apenas.
“La gran agente literaria Carmen Balcells ha muerto hoy en Barcelona a los 85 años. Balcells, nacida en 1930 en la localidad ilerdense de Santa Fe de Segarra, gozaba de enorme prestigio internacional desde hace décadas, y deja como legado su empresa, la agencia literaria que lleva su nombre, con sede en Barcelona.
“Balcells pasa a la historia como gran impulsora (nodriza, partera, institutriz, diría yo) del “boom” de la literatura latinoamericana: desde Mario Vargas Llosa hasta Gabriel García Márquez. Por su agencia han pasado varias generaciones de escritores en castellano y sin su labor es difícil entender la literatura en español del siglo XX…”.

Papa Francisco
Papa Francisco

Esta historia tiene todos los componentes para ser cierta pero debo explicarlo: no me consta. La escuché de un amigo de Gabriel García Márquez, pero “si non è vero è ben trovato”.
El novelista colombiano necesitaba dinero para una inversión inmobiliaria de oportunidad. Iba a comprar un departamento en Las Lomas de la ciudad de México. Le llamó a Carmen y le dijo:
—Necesito un adelanto de la próxima novela (¿cuántas veces habrá dicho eso mismo Dostoyevsky, agobiado por sus deudas de ludópata sin remedio, a su implacable agente Stellovsky?)
—Por ahora es imposible esa cantidad, Gabo. No hay fondos.
—Si no me lo das cambio de agente, amenazó iracundo Don Gabriel.
—¡Ay, Gabriel!, pero si no hay nadie más que lo haga como yo. Aguanta, voy a ver cómo te resuelvo.
Y le resolvió.
Quizá no haya nadie en el mundo actual como ella. ¿Quién podrá, como en su tiempo lo hizo Gertrude Stein, congregar en torno de su visión, perspicacia, disciplina y rigor a tantos talentos, a tantos genios caprichosos, a tantos niños con la cuchara de oro metida en sus sopitas de letras?
El delirio de Woody Allen en sus sueños parisinos, donde podía juntar a Hemingway con Dalí o Paul Gauguin, era una realidad cotidiana en la casa de Carmen en cuyo comedor se sentaban a un tiempo Julio Cortázar, Juan Rulfo, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, antes de reventar con un derechazo la ilusoria fraternidad de las letras sudamericanas.
DIFERENCIAS
Veo a Fidel Castro convertido en un carcamal con ropa de “Adidas”. El afiche más viejo del mundo. Habla con el papa Francisco. Imposible olvidarlo entonces en 1988, altivo, con un elegantísimo traje azul marino en la recepción a Juan Pablo II.
Así hablaba.
“La tierra que usted acaba de besar se honra con su presencia. No encontrará aquí aquellos pacíficos y bondadosos habitantes naturales que la poblaban cuando los primeros europeos llegaron a esta isla.
“Los hombres fueron exterminados casi todos por la explotación y el trabajo esclavo que no pudieron resistir; las mujeres, convertidas en objeto de placer o esclavas domésticas. Hubo también los que murieron bajo el filo de espadas homicidas, o víctimas de enfermedades desconocidas que importaron los conquistadores…
“…A lo largo de siglos, más de un millón de africanos cruelmente arrancados de sus lejanas tierras ocuparon el lugar de los esclavos indios ya extinguidos…
“La conquista y colonización de todo el hemisferio se estima que costó la vida de 70 millones de indios y la esclavización de 12 millones de africanos”.

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