Una élite política limitada neuronalmente/ La Repelente Realidad

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Este presidente nomás platica del México que no existe. Ése donde él se siente Rambo y el Ejército se las pega de pinchi insobornable. Mejor debería hablar del país que usté, yo y los demás conocemos: donde la guerra es por las drogas, donde policías y guachos pelean por su tajada, y donde políticos y narcos venimos del mismo vientre.

Dos años en la presidencia y aún no demuestra que el PRI sabe cómo hacerlo
Dos años en la presidencia y aún no demuestra que el PRI sabe cómo hacerlo

«Hay que ser puercos pero no trompudos, viejón” (pp. 14-15), le dice mediando el 2012 “El Chalo” Gaytán, botarga literaria de Joaquín Guzmán Loera, a “El Cuervo”, un viejo y ya retirado compositor de corridos, <subido>  éste a un refugio serrano del noroeste mexicano para que el capo de Sinaloa le dicte su biografía en la  víspera de desaparecer y que el tal Cuervo escriba el o los corridos definitivos que den cuenta de cómo fue su vida real. Ello acontece en El más buscado, de Alejandro Almazán, documentadísima no fiction novel que corrobora y reafirma la máxima de E. L. Doctorow respecto a que “no hay ficción y no ficción, hay tan sólo narrativa”. ¿Qué no es así? Vaya y valga otro ejemplo en abono al jefe Doctorow: “pinchis políticos de hoy, no tienen llenadera: creen que el dinero les va a quitar lo pendejo y lo corriente”, afirma, en frase que coquetea con el aforismo, el alter ego del por entonces narcotraficante más buscado de México hoy en prisión.

Y aunque en el 2012, cuando este perpetrador de parangones entre ficción  y realidad leyó la novela, Enrique Peña no había tomado posesión como presidente de la república y era obvio que “El Chalo” se refería a Felipe Calderón, hoy, vista la repelente realidad nacional, las frases citadas se revelan actualísimas, verdaderas y aplicables a cada uno de los integrantes -y a cada una de las integrantes, no vaya usted a creer que…- de los tres niveles de gobierno y de los tres poderes de la Unión que platican de un país, de unas entidades federativas y de unos municipios que no existen y que ninguna campaña para mejorar la imagen gubernamental hacia afuera de México puede ocultar; además, por supuesto, de que los políticos -y las políticas, no vaya usted a…- demuestran día con día y desde siempre que no tienen, no han tenido y ¿no tendrán en el futuro?, llenadera, más allá de que son el magno ejemplo de cómo podrían los programas sociales impactar en el nivel de vida de sus destinatarios, ya que ellos y ellas -los políticos y las políticas, pues- han logrado cambiar de clase social nomás al mes de haber sido electos.

Tlataya; el caso Iguala; el abrir las puertas de cuarteles al escrutinio de los demandantes padres de los normalistas asesinados; la impunidad de policías, soldados, políticos, autodenominados anarquistas embozados, vándalos acreditados como profesores y ciudadanos armados en Michoacán y otras zonas del país; las víctimas levantadas y desaparecidas por el crimen organizado, por las fuerzas policiales federales y estatales … todos ellos son ejemplos de la incapacidad de una élite política nacional limitada neuronalmente, timorata para asumir su responsabilidad como  gobierno frente a los problemas de violencia e inseguridad que el devenir nacional le plantea y con una impericia que al ser arrinconada termina reprimiendo cuando decide actuar. Pero eso sí, solvente para el cochupo, la transa, el arreglo en lo oscurito y la falta de transparencia en su presunto ejercicio gubernamental, como lo muestran las casas blanca y la de Malinalco; las licitaciones otorgadas y luego quitadas; el affaire FICREA y lo que vendrá; el banco del gobernador Duarte -el de Chihuahua-; el nombramiento de un mapache electoral en Sedesol por parte del otro Duarte -el de Veracruz-, entre otras linduras vistas en nuestro patio; y… lo que usted quiera y sepa, que debe ser mucho.

Así, inmersos en estos tiempos del Blade Runner, donde “la vida… desaparece igual que el ruido del disparo” -como le dice al mismo Almazán ya citado la sicaria Yaretzi, personaje de una de las crónicas integrantes de Chicas Kaláshnikov (2013) y quien cumple aún condena en prisión- y con elecciones intermedias a la vuelta de los meses, el panorama para esta ciudadanía mexicana no cambia, porque las ofertas políticas se diferencian sólo en la nomenclatura, al igual que sus candidatos. Sólo en eso y en nada más porque aunque provengan de matrices paridoras disímiles, los políticos y políticas a nivel nacional y estatal están hermanados por una cultura encarnada que echa por delante el interés monetario personal y no el bien público de los electores, a quienes este perpetrador de confesiones de parte les concede, en estricto apego a las convicciones democráticas que lo visten, el derecho a la duda porque, Chris Carter dixit al través del cartel que adorna el cubículo de Fox Mulder, quiere creer que ahora sí se deciden a ejercer su voto a sabiendas de que pueden votar incluso por nadie. ¿Qué tal que sí?…

 

 

                                                           

 

 

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