¡No me chingue, don Rafael, no me chingue…”!/ El Cristalazo

- en Opinión

Pero detrás de todo ese ritual sentí una calidez nunca antes advertida en un lugar de trabajo. Yo estaba en otro diario y cuando pedí unos días para ingresar a Excélsior y dejar el pasado con los debidos arreglos, Scherer me dijo: “¡no, mañana!”.

Julio Scherer García el fundador del semanario Proceso, falleció ayer, ¡Descanse en paz!
Julio Scherer García el fundador del semanario Proceso, falleció ayer, ¡Descanse en paz!

Mis condolencias a la familia Scherer Ibarra

y los colegas de Proceso

En el vestíbulo del tercer piso de Excélsior había un bronce de Gutenberg junto a la puerta de la dirección. El edificio combinaba el aroma de la tinta de los talleres con el papel de las bodegas y las pastas de los libros. Una puerta de madera con molduras se abrió. Yo aguardaba en el dintel cuando Enrique Loubet Jr me empujó por la espalda.

—Julio, éste es el muchacho que te dije. Es bueno.

—¿De modo que ya viene usted a Excélsior?

Atolondrado por la presencia de quien ya para ese tiempo era una leyenda en ascenso, apenas respondí: “pues si me da usted la oportunidad”…

No pude decir más.

A los 20 años de edad uno se turba cuando alguien lo prende del brazo, lo jala y le obsequia una colección de manotazos furibundos en la espalda y le dice: “¡no me chingue, don Rafael, no me chingue!”, y luego le receta el consabido “usted se va a dar la oportunidad, usted va a trabajar y si no sirve, pues a la chingada, don Rafael”.

Pero detrás de todo ese ritual sentí una calidez nunca antes advertida en un lugar de trabajo. Yo estaba en otro diario y cuando pedí unos días para ingresar a Excélsior y dejar el pasado con los debidos arreglos, Scherer me dijo: “¡no, mañana!”.

—No, señor Scherer, no me puedo ir como “chacha”. A usted no le gustaría si yo lo hiciera aquí algún día.

—Bueno, el miércoles.

Llamó a Jorge Villa, quien sería mi director en Últimas Noticias, primera edición (estrecha puerta y filtro de entrada a la casa más prestigiosa del periodismo nacional de entonces) y le dijo más o menos lo mismo.

Seis años después, en un edificio destruido por el terremoto de 1985 en la esquina de Dinamarca y avenida Chapultepec, le dije a Scherer:

—Hay muchas formas para decir esto, Julio, Pero prefiero ésta: “ahí’stá” el arpa, ya no toco.

Eran las semanas previas a la preparación de la revista Proceso. Yo era jefe de información de la agencia CISA, preámbulo editorial del semanario y los pormenores y miserias de todo ese tiempo se podrán contar en otra ocasión. Yo simplemente me harté de muchas de esas intrigas conventuales y para no aumentar los conflictos, me hice de lado. Vicente Leñero me lanzó tres o cuatro dardos roñosos en “Los periodistas” y durante veinte años no crucé palabra con Julio.

Pero un día nos volvimos a encontrar. Yo lo propicié y él generosamente aceptó la cita.

Hablamos de miles de cosas, nos confesamos y nos reclamamos sin rencores cosas del pasado y nos dijimos a fin de cuentas cuánto tiempo habíamos dejado pasar. Por mi parte, me quedó claro decirle en todos los tonos y de todas las formas lo mucho que su confianza y su amistad profesional me habían ayudado en la vida, cómo me había formado (las deformaciones ya fueron cosa propia) y cuánta suerte había tenido de trabajar a su lado, con viajes por todo el mundo, con libertad, con rigor, imitando su entusiasmo y su amor por la profesión.

—Usted y yo, me dijo en una de las últimas reuniones (el 14 de abril del 2010), vamos a hacer muchas cosas juntos.

Hoy ya no tenemos ninguna oportunidad. Ni de vernos, ni de beber café por litros ni de hablar ni de recordar. Hoy sólo me queda agradecer la buena fortuna de haber pasado aquellos años con su ejemplo y su actitud.

Le hubiera querido decir para retenerlo en esta partida final:

—No te vayas, Julio, no me chingues, no me chingues…

[email protected]

Comentarios

  1. muy profundo y hermosa forma de recordar una hermosa amistad pero la pregunta que yo ago. es porque esperar a que una amistad o personaje parta de este mundo por la verdadera y única democrática de este universo que es la muerte para decirle cual tan valiosa fue su amistad o enseñanza en este mundo por que no rendir honores a quienes honores merezcan pero en vida que disfruten que gocen lo que sembraron en trayecto de su caminar digo si la democrática nos lo permite

¡Síguenos!

A %d blogueros les gusta esto: