Imprudencias en el mes de Benemérito

- en Foro libre

Jorge E. Lara de la Fraga/ Espacio Ciudadano 

“El laicismo no impone una visión del mundo: crea las condiciones para que cada quien, libremente, construya la propia….”

En México la educación es laica
En México la educación es laica

En una nota periodística del lunes 16 de marzo, del rotativo local “Diario de Xalapa”, la reportera Vivian Martínez relata lo que aconteció el domingo 15 de marzo en la Catedral capitalina, donde el arzobispo de Xalapa Hipólito Reyes Larios, en su mensaje dominical, aludió a la educación pública y “arremetió contra el laicismo que caracteriza al Estado mexicano y a la educación, que está plasmado desde la Constitución de 1857… Consideró el prelado que esto ha impedido que se profese abiertamente el catolicismo y ha favorecido el liberalismo que caracterizó a los promotores de la Leyes de Reforma …”

De manera osada apuntó: “reconocer que uno es creyente no se puede, y en muchos lugares no permiten hablar de religión, entonces tienen que disfrazar de valores humanos…” Todavía dijo que en la escuela pública se disfraza la educación religiosa con la “transmisión de valores” (formación cívica–ética) y que las asociaciones religiosas tienen que constituirse como asociaciones civiles. Ni duda cabe que el sacerdote referido parece desconocer algunas cuestiones básicas de nuestra Carta Magna y también parece no ubicarse en la época contemporánea, donde están efectuándose acontecimientos relevantes, realizándose avances científicos-tecnológicos y hasta donde el mismo Supremo Jefe del Vaticano ha hablado y actuado de manera insólita.

En principio y a tono con las expresiones del Arzobispo mencionado, hay que dejar muy claro que el laicismo en México tiene su sustento legal en el Artículo 3º Constitucional,  en donde se preconiza que “La educación que el Estado imparta será laica y, por lo tanto, se mantendrá ajena a cualquier doctrina religiosa. En tal entendido, el laicismo en el ámbito educativo es la expresión del principio histórico de separación del Estado y las iglesias, así como de un conjunto de normas que, por un lado, impiden al Estado establecer preferencias a favor en contra de religión alguna y, por el otro, permiten la garantía de la libertad de creencias, de la cual se derivan derechos específicos para todo individuo; a saber adoptar la creencia religiosa de su preferencia, o bien no profesar creencia religiosa alguna y no ser objeto de discriminación, coacción u hostilidad por causa de tales creencias.

Después de sufrir luchas fratricidas México en el pasado (Guerra de Reforma y la Cristiada), a consecuencia de divergencias ideológicas, hay que abrir nuestras mentes y corazones para asimilar que el laicismo en la educación responde a las necesidades de un pueblo como el nuestro, que ha aspirado a asegurar la libertad de conciencia; ha afianzar, mediante la educación, una forma de gobierno y un sistema de vida democráticos en los que se expresen el pluralismo social-político.  En otro orden de ideas, es menester aclarar a los intolerantes que la educación laica no ataca a la religión, sólo antepone los principios democráticos de reconocer la diversidad y de respetar los derechos de las minorías. En la escuela se enseña que la adhesión a un credo religioso es un derecho de las personas y que por tanto debe ser respetado. Sin dejar de lado que la educación laica no cuestiona los fundamentos de las religiones, pero tampoco se basa en ellos, sino en los resultados del progreso de la ciencia, cuyas conclusiones no pueden ser presentadas sino como teorías que se cotejan con los hechos y los fenómenos, para confirmarlas o refutarlas.

Por otra parte, sería muy saludable que ciertos sacerdotes y ministros religiosos, anclados en el pretérito, se pusieran en sintonía con el Pontífice de Roma, toda vez que el Papa Francisco, ente sensible y tolerante, ha emprendido una serie de acciones y políticas donde se palpa su interés por mejorar la realidad de los que sufren y pretende que la fraternidad, la paz y la justicia impere en todos los pueblos del mundo. A propósito del laicismo en la educación, el Pontífice, en su visita a Brasil en julio de 2013, durante la Semana Mundial de la Juventud, indicó: “La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad”.

Francisco Primero adicionó “El futuro nos exige una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza. Que a nadie le falte lo necesario y que se asegure a todos dignidad y solidaridad…”  Más claro ni el agua; a buen entendedor, pocas palabras.

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