Fernando Quijano/ Infraganti
Todos los ciudadanos xalapeños tenemos nuestro némesis, nuestro acérrimo enemigo que nos da dolores de cabeza cada que lo vemos, ese Joker de nuestro Batman interior.
Para algunos es el puesto de verduras que se pone sobre la banqueta al lado de nuestra casa, ese que huele en toda la cuadra, que invade el paso peatonal, que deja un tiradero de desperdicios diario y que, por más que reportamos, las autoridades nunca atienden.
En otros casos es la escuela de la zona, ese lugar donde en las horas de entrada y salida es imposible transitar en nuestro vehículo porque algunas ‘ejemplares’ mamás xalapeñas se paran en doble fila para bajar a sus querubines y no se mueven hasta que le rezaron el padre nuestro completo, le dieron la bendición 54 veces y lo vieron que entró a su respectivo templo del saber.

También conozco aquellos xalapeños que sufren la ciudad por causa de la inseguridad. Dos de mis brothers de Jardines de Xalapa acumularon más de 10 cristalazos en su Chevy y su Tsuru y que, de plano, decidieron dejar de comprarle radio y llanta de refacción a sus coches.
Los hay que se pelean con los de limpia pública porque no pasan en los días establecidos, los que tienen el antro escandaloso en su zona que no respeta los decibeles permitidos, los que su vecino tiene un perro San Bernardo escandaloso en un diminuto patio, los que les estacionan vehículos sobre las banquetas, etcétera. La lista es, como aquella promesa de Jehová a Abraham, “Cuenta las estrellas del cielo…”, así de infinita.
Pero hay uno que todos sufrimos, ese némesis que, cuando pensamos que –al fin– las autoridades habían erradicado, regresa y con más fuerza: el bache xalapeño.
Corría el año 2012 y la entonces alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales García, anunciaba con bombo y platillo el programa que acabaría con este mal. Bajo el nombre de “Bachetel” llegaba el héroe de la ciudad, el Supermán que beneficiaría a coches, motocicletas, bicicletas y hasta peatones.
El programa consistía en la creación de un área dentro de la Dirección de Obras Públicas del ayuntamiento con un número telefónico y cuentas en las redes sociales donde se podía reportar cualquier bache en la ciudad y, en un lapso de 24 a 72 horas, llegaban las cuadrillas a pintar con gis el contorno del hoyote para después rellenarlo con un material superfregón (y caro) de tecnología de última generación (algo así como si lo sacaran del Baticinturón) que en realidad era peor que plastilina en barra y a la primera llovizna (de esas que hay de vez en diario en estos rumbos) se volvía a abrir el bache y hasta con mayor diámetro y profundidad.
Bachetel fue un gran fracaso y un inútil gastadero de dinero no solo en personal y material inservible sino también en publicidad pues juraban haber tapado miles de socavones en un par de meses. Al exhibirse lo infructífero del mismo, desapareció en menos de 5 meses… Pero los baches no.
Desde entonces, desde antes incluso y hasta la fecha, el bache nuestro de cada día lo vemos evolucionar, mutar, crecer, expandirse, incluso reproducirse, nos invade, nos alenta, nos pega, nos pone “de malas”, nos poncha y nada podemos hacer al respecto.

Retorno Central de Abastos Xalapa.
Al parecer, hoy en día es necesario manifestarse cada vez más drásticamente para que, como ciudadanos, seamos atendidos, y si es en una fecha importante, mejor aún.
Ese fue el caso del desastre de retorno de la Central de Abastos Xalapa, cualquier persona que haya pasado por ahí en el transcurso de los últimos 5 años, sabe perfectamente de lo que estoy escribiendo.
Se acercaban los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2015, era el momento idóneo para hacer presión.
Líderes de los 24 fraccionamientos y las 8 colonias afectadas que casi obligatoriamente deben pasar por esa zona desastrosa, decidieron que era momento de actuar y presionar cerrando la carretera, la entrada a Xalapa llegando de Veracruz.
Los afectados, más de 13 mil personas que viven en esa zona metropolitana de Xalapa (aunque perteneciente al municipio de Emiliano Zapata), al fin se unieron y, a principios de noviembre de 2014, se hicieron escuchar.
Así y solo así, autoridades estatales y municipales acudieron al lugar, constataron que de los 4 carriles que pasan por debajo de la carretera, los 4 estaban intransitables, además de que las salidas, tanto hacia Las Trancas como a la Central de Abastos, se encontraban sumamente deterioradas.
Como buenos políticos, prometieron y prometieron hasta que convencieron a los vecinos que soltaran la carretera bajo la condición de que en próximos días se haría una remodelación integral del retorno con un proyecto real y duradero de concreto hidráulico que consistiría en la reconstrucción total de la zona.
Pasaron poco más de diez días y se veía un poco de movimiento, algunas maquinarias llegaban y descargaban material. Pocos trabajadores empezaron a trabajar en un solo carril central de los 4 existentes.
Y al fin llegó el día, el 27 de noviembre, tanto los alcaldes de Xalapa, Américo Zúñiga, como de Emiliano Zapata, Daniel Olmos, recibieron al entonces secretario de Infraestructura y Obra Pública, Gerardo Buganza, para dar fe (o para pararse el cuello para la foto) anunciando una inversión millonaria que resolvería de fondo los problemas del lugar.
“No se trata solamente de parchar y buscar soluciones temporales, sino de resolver el problema de fondo. Tengan la seguridad de que esta será una obra bien hecha y duradera, con un impacto social elevado que permitirá atender los reclamos de un importante número de ciudadanos”, dijo en aquel prometedor día el munícipe xalapeño.
Cuatro carriles prometidos hace 4 meses. Solo un tramito de uno construido desde entonces. ¿El resto?, eso es al día de hoy, una serie de cráteres dañadores de vehículos, ponchadores de llantas y destrozadores de amortiguadores.
Los vecinos están molestos… no se debe molestar a más de 13 mil personas (más todos los que viven en los rumbos de la Central de Abasto, varios miles más).
La vez pasada, desde mi cuenta de twitter, les avisé que iba a haber cierre de carretera (con arroba y todo al ayuntamiento y al alcalde), no hicieron caso y esperaron hasta que se hizo un caos vial un día entero.
Esta vez, espero que lean y tapen el pozo antes de ahogado el niño: reparen pronto o, la próxima vez que mis vecinos enojados cierren la entrada a la ciudad, ya no les van a creer las promesas vacías.
Epílogo.
Lean de nuevo la columna y cámbienle el nombre del “retorno de la Central de Abastos” a “el retorno de “El Olmo”, ahí en la misma entrada a Xalapa viniendo de Veracruz, en el primer semáforo de la ciudad. La historia es casi la misma, la cantidad de afectados muy similar, incluso esa la han cerrado por completo para rehacerla desde cero y hoy en día está peor que nunca. Ojo autoridades, mucho ojo.
- Arrancado el proyecto de xalapo.com, felicito nuevamente a todos los miembros de ese gran equipo que, en menos de una semana, han logrado las 5 mil visitas. Igualmente felicidades por el programa de radio vía streaming (del cual soy parte) que transmite todos los miércoles de 21 a 23 horas en alterego.listen2myradio.com
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