Madrid, España.- México con 86 asesinatos de periodistas desde 2000, lo ubican como uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer dicha profesión, siendo Oaxaca y Veracruz, los puntos negros, señaló Javier Garza, experto del proyecto Periodistas en Riesgo, de Freedom House.
Tras la muerte de Filadelfo Sánchez Sarmiento y Juan Mendoza Delgado. Al primero le esperaron a la salida de la redacción, al otro lo secuestraron en su coche. Sus muertes, ocurridas en menos de una semana y en dos Estados cargados de crímenes contra la libertad de expresión, vuelven a poner a México frente al espejo de la terrible inseguridad que sufren los periodistas.

Sólo en Veracruz y Oaxaca, donde se registraron los dos últimos casos, han matado a siete informadores desde 2014, casi la mitad que en todo el país.
Filadelfo Sánchez Sarmiento dirigía la estación de radio ‘La Favorita’, en el municipio de Miahuatlán, en Oaxaca. El jueves, al salir de la emisora, fue sorprendido por dos sicarios. Siete balazos acabaron con su vida. Tanto la autoría como la causa permanecían ayer en la oscuridad. Pero Sánchez Sarmiento, el locutor estrella de ‘La Voz de la Sierra Sur’, había recibido, como sus compañeros, amenazas de muerte de poderes locales y el narco. El mismo monstruo oscuro que el pasado 2 de mayo secuestró, torturó y mató de cuatro tiros en la nuca al conocido locutor oaxaqueño Armando Saldaña Morales.
En el caso de Juan Mendoza Delgado, que se dirigía al portal de noticias locales llamado ‘Escribiendo la verdad’, se dirigía a cumplir su turno de taxista, trabajo que compatibilizaba con sus tareas informativas. El jueves por la tarde su cadáver fue hallado con signos de violencia. Supuestamente lo habían matado pasándole un coche encima. Su muerte fue considerada un asesinato por la organización de defensa de la libertad de expresión.
El crimen de Mendoza Delgado trajo a la memoria el reciente caso de Moisés Sánchez Crespo, el editor del semanario ‘La Unión’, en Medellín Bravo.
También trabajaba como taxista y también denunciaba los supuestos abusos en la localidad. El pasado 2 de enero, nueve hombres armados y encapuchados irrumpieron en su casa. Delante de su mujer y sus hijos, le arrebataron el ordenador, la cámara de fotos y el teléfono móvil. Después, se lo llevaron. Ese mismo día fue degollado.La orden supuestamente había partido del jefe de la Policía Local y escolta del alcalde, principal sospechoso. A diferencia de otros casos, destinados al olvido, este desató una fuerte ola de solidaridad.
Las víctimas escogidas por el narco o las autoridades suelen ser informadores modestos. Periodistas rebeldes de medios pequeños y sin capacidad de defensa, señaló Javier Garza.
Con información de El País.
Comentarios