“La ciencia ficción es una tomadura de pelo”: Carlos Chimal

La-ciencia-ficción-es-una-tomadura-de-pelo-Carlos-Chimal-600x274¿Sabremos algún día de qué está hecha la materia del Universo? ¿Hasta dónde llegaremos en la conquista del espacio exterior o del interior del átomo?  Con un pie en la ciencia y otro en la literatura, Carlos Chimal lleva más de veinte años hurgando en la ciencia y dando a conocer sus trabajos con aliento literario. Su libro más reciente es, Tras las huellas de la ciencia (Tusquets), donde una vez más tiene puentes entre el laboratorio de astrónomos, físicos o biólogos, con los estudios de poetas, narradores y músicos.

¿Qué detona su vocación por la divulgación científica?

Quisiera separarme del concepto de trabajar con la ciencia como algo que se hace para presumir. Más que hablar de divulgación, lo pongo en términos de compromiso social con el público lector.  A través de la precisión y claridad, tiendo puentes entre un conocimiento que no necesariamente cualquiera está dispuesto a entender. Para que la cultura científica permee en la sociedad tiene que haber un acto de contención. Yo soy un escritor curioso e interesado en estos temas a quien le gusta darles sentido para un lector que quizá luego se interese por profundizar en estos temas.

¿Qué te permite y qué te aporta el oficio literario al momento de investigar los fenómenos científicos?

Me da otra perspectiva que no es ni mejor ni peor, el periodismo es un puente. La literatura, el entrenamiento con Monterroso; haber publicado dos años en Vuelta y Letras libres; que a José Emilio Pacheco le gustaran mucho mis publicaciones de los sábados, me dio un estímulo para irme a estos lugares en los que pasan cosas. Fundé una revista hace 35 años y como no encontraba amigos, periodistas ni escritores que estuvieran interesados en hacer un buen artículo de divulgación, lo hice yo. Aprendí que a ir los centros de investigación y laboratorios pero no para quedarme uno o dos días, sino dos meses.

Algo que caracteriza sus textos es un intención por retomar elementos de la cultura popular y hacer de las explicaciones lo más cotidiano posible. 

Es hacer honor a los propósitos de Galileo, él prefería escribir en italiano antes que en latín porque quería que la gente le entendiera. Hay una tradición de divulgadores -en el mejor de los sentidos- que tienen ese compromiso social y cuentan con la capacidad para hacer textos sencillos y divertidos. Existe un público interesado en lecturas no banales, pero si ligeras e inteligentes en estos campos.

¿A qué problemas se enfrentan los periodistas, los científicos, los divulgadores para dar a conocer su trabajo? ¿Hay una brecha entre el trabajo de los científicos y los lectores que no  hemos sabido llevar?

La brecha tiene varios puntos: la cultura científica es escéptica por un lado, a veces va en contra de ciertas ideas tradicionales arraigadas en la cultura. Hay bastantes autores empeñados en demostrar cuan grandes son y su trabajo no es más que basura melodramática, no les gusta los retos. Escritores como Michelle Houllebecq o Rosa Montero han comenzado a hacer cosas de anticipación científica. La ciencia ficción es una tomadura de pelo, una tontería tras otra. A menos que tenga una metáfora. Son pocos los autores valiosos de este género. La literatura fantástica es otra chifladura. Como decía Johan Leher, si sabes y tienes el interés por una cultura científica podrás tener más certezas sobre el mundo y no corrientes esquizoides. Por otro lado hay una falta de espacios, los periodistas de ciencia tienen poco espacio. Como la literatura no ha explotado esta ruta los científicos la han tomado. Hay quienes lo hacen muy bien, pero otros que lo hacen muy mal. Se les aplaude su esfuerzo, pero la divulgación de la ciencia no ha despegado mucho porque son muy duros, hay que escribir una buena prosa: económica y fácil. Oliver Sacks es un garbanzo de a libra. Por eso no hay clásicos de la divulgación. Carl Sagan ya no se puede leer, está obsoleto.

¿Qué piensa del trabajo que hace Stephen Hawking?

He estado en contacto con él. Cuando fui becario de la Universidad de Cambridge, le escribí y siempre fue muy generoso conmigo. Un tipo bastante humorista, bromista, es un heterodoxo que conoce el sentido de la vida: su cuerpo está paralizado, pero no su cerebro. Es un icono de nuestro tiempo.

Se lo pregunto porque hay sectores de la comunidad científica que no lo ven con buenos ojos. 

Sí porque tuvo esa polémica con Roger Penrose. Él, como Richard Dawkins, es un provocador: sabe mucho, es muy escéptico y a veces comente excesos. Hay gente más conservadora, la comunidad científica es reduccionista, conservadora y también lloran. Los científicos también lloran.

Es relativamente frecuente ver que los científicos mexicanos reciben reconocimientos extranjeros, ¿Qué sucede con la ciencia en México?

Ya no existe eso de la fuga de cerebros. Hoy, los científicos tienen un compromiso con México, si dependen del Conacyt deben hacer sus investigaciones aquí. Hay una élite que va y viene de laboratorios de Londres a México en diez horas, y otra que puede trabajar porque está adscrita a otras universidades. ( Con información de Aristegui Noticias).

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