Las ocho actitudes más comunes de las personas crónicamente insatisfechas

- en Salud

AAeKWFXPor El Confidencial/

Es inevitable. En ocasiones pasamos por determinados momentos en los que es imposible que seamos felices o estemos contentos. Problemas familiares o de salud, dificultad en el trabajo, fallecimiento de seres queridos, crisis en la pareja… Está claro que por mucho que tratemos de ignorar lo externo a nosotros, el entorno nos afecta y no siempre es posible levantarnos cada mañana con plenitud, alegría y ganas de afrontar el día.

Sin embargo, también es necesario que de vez en cuando nos paremos a pensar en lo verdaderamente importante y dejemos a un lado lo insignificante, aquello que nos causa quebraderos de cabeza sin que realmente afecte a lo más relevante de nuestra existencia. Pensándolo bien, no es raro que relacionemos nuestras frustraciones e infelicidad a causas externas, en vez de reflexionar sobre si el problema reside en nosotros, que damos más relevancia a los aspectos negativos de nuestra vida que los muchos positivos que existen.

Es cierto que existen situaciones difíciles de asimilar, pero el pesimismo es un mal compañero de viaje. Para algunas personas da exactamente igual que tengan pareja o no, que les vaya bien o mal en el trabajo o que su entorno sea o no el adecuado, porque pase lo que pase siempre van a estar descontentos. Preston Ni, coach, profesor, autor y experto en gestión y administración de empresas, tiene claro que el pesimismo crónico solo sirve para que una persona acabe teniendo más problemas de salud, infelicidad y una conducta negativa. Por estos motivos, señala en ‘Psychology Today’ algunos rasgos habituales que deben evitarse a toda costa.

1. La conversación autodestructiva

No siempre es fácil ver el vaso medio lleno, pero quizá deberíamos replantearnos algo si nuestras conversaciones suelen empezar con un “no puedo…”, “no sé cómo plantear…”, “no valgo para…”. Al igual que no nos gusta que un ser querido nos recuerde constantemente que no sabemos o no valemos para algo, tampoco debemos hacer lo mismo con nosotros. Actuando así nos acabamos convirtiendo en nuestro peor enemigo.

2. No esperar nada de nadie

Hay quien se plantea que una solución ante los problemas pasa por esperar poco de la vida y del resto de personas. El argumento en el que se apoya esta opinión es que así nunca nos sorprenderá negativamente nada si no esperamos gran cosa de ella. Sin embargo, las decepciones van a seguir llegando y esa actitud no tiene por qué aplacar los golpes. Convertirse en alguien tan sombrío impide disfrutar de los pequeños, y a la vez tan grandes, momentos que nos brinda la vida. Una conversación interesante, un buen vino en pareja, un rato agradable paseando en solitario, un libro, un viaje con nuestros amigos, etc. Son detalles, pero que cambian mucho dependiendo del prisma con el que se miren.

3. La comparación negativa

Suena a tópico, y quizá lo sea, pero las comparaciones son odiosas. Por mucho que destaquemos en algo, siempre va a haber alguien mejor. Hasta los más grandes yerran a veces. Si dedicamos nuestro tiempo a recordar que Menganito es más elocuente que nosotros, Fulanito es más brillante en el trabajo y que Zutanito tiene una casa más grande, probablemente acabamos convirtiéndonos en unas personas llenas de envidia. Somos más afortunados de lo que creemos y siempre es más gratificante mostrar aprecio por lo que tenemos que sentirnos molestos por aquello de lo que no disponemos.

4. Vivir en el pasado

No, el pasado no es ni mejor ni peor, simplemente es diferente. Tal y como indica Ni, debemos aprender del pasado, pero nunca quedarnos atrapados en su recuerdo. El cerebro es inteligente y la memoria selectiva, lo más normal es que a la larga tan solo nos quedemos con los recuerdos más gratos y, también, los más traumáticos, pero nunca debemos dejar que nos dominen. Las experiencias están para aprovecharlas de cara al futuro, pero si nos pesan demasiado, no nos dejan ver el presente con claridad. Al fin y al cabo, la única forma de cambiar y mejorar pasa por actuar aquí y ahora.

5. La culpa siempre es del otro

Siempre vamos a encontrarnos con personas difíciles, con las que no casemos o nos llevemos mal. Un error muy común es culpabilizar a esta gente de todos nuestros males y aunque tendamos a verles con malos ojos, no debemos convertirles en una especie de figura mefistofélica. “La clave reside en convertirnos en una persona proactiva, no reactiva”, indica Ni, que tiene claro que es necesario aprender a convivir con todo tipo de gente, aunque algunos nos caigan como una patada.

6. El victimismo

Conflictos familiares en la infancia, graves problemas de salud… Es cierto que hay algunos hechos que son tan traumáticos que será imposible no cargar con ellos durante nuestra vida, pero también debemos darnos cuenta de que existen infinitas historias de superación personal. “El victimismo genera una falsa ventaja al servir como justificación para nuestras insatisfacciones”, indica Ni, pero en realidad solo alarga la amargura y la impotencia. Las personas que triunfan son aquellas que saben pasar página, pero sin olvidarse de lo que han ido leyendo hasta entonces.

7. La lucha por perdonarse a un mismo

Todos cometemos errores y a veces no es sencillo asimilarlos. Es cierto que con el paso del tiempo es más fácil ver nuestros actos con cierta perspectiva, pero debemos asumir los fallos y aprender de ellos, no convertirlos en una barrera que nos impida avanzar. Al igual que entendemos que si un conocido se equivoca, no tiene por qué volver a caer en el mismo error, también debemos aplicárnoslo a nosotros mismos. La autoexigencia es buena, la fustigación no.

8. El miedo al fracaso

A nadie le gusta la sensación de fracaso, pero antes o después vamos a encontrarnos ante un desafío del que no sabremos si será posible salir airosos. Evitar a toda costa estas situaciones solo nos va a limitar, impedir que avancemos y no saber observar nuevos horizontes que quizá nos abran un amplio abanico de posibilidades. No es sencillo convivir con la sensación de no alcanzar un objetivo, pero no hay mayor fracaso que no intentarlo.

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