Jorge E. Lara de la Fraga/ Espacio Ciudadano
“Entonces nos formamos como maestros y como hombres, atentos a los problemas acuciantes de nuestro tiempo…”
He investigado un poco sobre la vida y obra de un maestro normalista que se destacó por su obra pictórica, por su lucha social de futuro y por su espíritu de servicio hacia los sectores desprotegidos. Me refiero en este comentario al C. Profr. Norberto Martínez Moreno (1922-1967), veracruzano insigne que nace en la localidad de Rodríguez Clara, Ver. y que después de cursar sus estudios profesionales en la Benemérita Escuela Normal Veracruzana, durante el período de 1938 a 1943, se decide iniciar sus estudios pictóricos en la Ciudad de México, en compañía de su esposa, la señora Leonor Tremari Pineda. Ya en el altiplano se incorpora a la Academia de San Carlos, hoy Facultad de Artes Plásticas de la UNAM y tiene relación con los maestros y con las realizaciones trascendentes de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Juan O’ Gorman, J. Chávez Morado y González Camarena.

Hasta cierto grado el Maestro Norberto Martínez es un ilustre desconocido, porque se ignoran muchos de sus trabajos de caballete y de sus singulares obras murales realizadas en Xalapa, en Córdoba y en Papantla. Me permito, en razón del espacio disponible, destacar sus 3 realizaciones estéticas en nuestra Ciudad Capital y ellas son: en 1959, con el tema “El Comercio”, configura a base de mosaicos de vitricota elaborados por el mismo, su primera obra mural en el Mercado Jáuregui, plasmando una secuencia de imágenes desde la época prehispánica. En 1962 y en la Facultad de Derecho de la UV, proyecta en los tres muros del cubo de las escaleras del local su concepción sobre “El Pensamiento Jurídico”, incorporando facetas alusivas a nuestra Carta Magna y un recorrido sobre la historia legal en nuestro país. Entre 1963 y 1964 efectúa su último mural en nuestra Sultana del Macuiltépec, utilizando un espacio importante de lo que fue en un tiempo la Facultad de Pedagogía, Filosofía y Letras, ubicada en la calle de Juárez, a un lado del Colegio Preparatorio. Hoy podemos disfrutar ese esfuerzo creativo de Norberto Martínez, quien para el caso se sustentó en el tema “El Hombre y el Conocimiento” y trata de explicar a sus semejantes la naturaleza humana y su vinculación con la sociedad y la cultura.
Hace 8 años, en 2007, se le rindió un justo homenaje al esclarecido artista veracruzano que fallece muy joven, a la edad de 45 años, víctima del tenebroso cáncer. Su hija, Adriana Martínez Tremari, psicoterapeuta reconocida y con residencia en Xalapa, me distinguió invitándome a que comente por escrito algo sobre su padre como alumno de la Normal, allá por esas épocas cuando el plantel rebsameniano operaba como internado y cuando en el plan de estudios respectivo se insertaban asignaturas como Historia del Movimiento Obrero, Ciencia Económica, Derecho Obrero y Agrario, Filosofía Marxista, Economía Social y Problemas Sociales de México. Quiero expresar, en principio, que el joven Norberto Martínez Moreno, con base en su expediente escolar, se significó como un responsable alumno del Colegio de Rébsamen, ingresando el 27 de diciembre de 1937 para formar parte de la Generación “Lobos”. Fue interno durante los primeros 3 años y después, en el ciclo profesional, estuvo como externo y encontró en todo momento el apoyo pleno de su madre, la señora Pilar Moreno Elías. Presenta su tesis el 9 de noviembre de 1943, bajo el título “Interpretación filosófica-pedagógica de la educación en México”, resaltando en uno de sus capítulos: “La educación no sólo va hacia la satisfacción de lo inmediato, de lo directo, de lo presente, sino que quiere algo más, avista el porvenir, quiere apoderarse de un futuro con un matiz de perfeccionamiento y de bienestar colectivo…
Ese joven inquieto y versátil siempre tuvo muy presente que nuestro país demandaba profesores con las cualidades siguientes: Ser consistente y sano orgánicamente, de ideología y actuación proletarias, combativo en favor de los sectores marginados, con amor a la carrera magisterial y con un claro sentido de responsabilidad. Además, con la pertinente cultura general y pedagógica, con las necesarias habilidades en las artes, en los deportes y en las actividades productivas, sin dejar de lado los contenidos para la organización laboral, para la producción y para la distribución socializada de la riqueza. Todavía como alumno del nivel profesional se afilió nuestro personaje al Partido Comunista y trató en toda circunstancia de ser congruente en sus palabras y en sus hechos, a pesar de los problemas y peligros que se cernían sobre los disidentes al sistema, especialmente por esas épocas del partido dictatorial y hegemónico. Como futuro docente respondió a la formación que estaba asimilando en las aulas y así mismo permaneció atento a lo que acontecía en México y en el mundo.
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