Rodolfo Herrera/ Vivir en el Golfo
A partir de mañana, el costo del suministro de energía eléctrica se incrementará nuevamente para la industria y el uso doméstico de alto consumo, pero ¿En verdad cree usted que con esa medicada no entramos al fin de año con una nueva escalada de precios?
Y es que usted y yo debemos reconocer una sola cosa mi apreciable lector, los políticos se encuentran en este momento en su enfrentamiento todos contra todos, ellos se dicen los buenos y acusan de corrupto y rata al de enfrente, pero a final de cuentas nos encontramos solos ante una nueva embestida económica que, como siempre, termina afectando a los más pobres.
Si se trata del panorama estatal en Veracruz, la verdad es que dan vergüenza todos los alcaldes, llevan tres años en el poder y mientras estuvo Javier Duarte y su camarilla agacharon la cabeza, se dedicaron al “sí señor”, se agazaparon, se refugiaron en su escondite, aguantaron toda clase de humillaciones y ahora que el tirano está huyendo, salen de manera valiente a decir que “no permitirán que los roben”, para mí no son más que unos vendepatrias oportunistas que les faltó valor para echarse los güevos al hombro y enfrentar cara a cara al corrupto que les estaba quitando el presupuesto a sus ciudadanos, desde el primer año, pero no, se quedaron callados, era mejor sobrevivir que arriesgarse.
Por eso cada vez me siento más orgulloso de mis compañeros periodistas, cómo dijo una vez el panista Francisco Juan Ávila Camberos, quizá el mejor alcalde que haya tenido la ciudad de Veracruz y del estado por muchos años: “veo que los que están sacando la cara por México son los periodistas, arriesgan su vida, lo dan todo y siguen en pie de lucha, todo lo que sabemos nos enteremos por los periodistas y la verdad que merecen nuestro respeto”.
La realidad es así Don Francisco, porque si nos hubiéramos atenido a estos alcaldes timoratos, pues eso y nada es lo mismo.
¿Se imaginan ustedes si Héctor Yunes y el PRI hubieran ganado las elecciones? Estos presidentillos jamás se hubieran dignado a denunciar la realidad que estuvieron viviendo desde el primer año de gobierno en que comenzaron a ser cómplices con su silencio.
Ahora dan pena el ridículo que hacen envueltos en jorongos tratando de desviar la atención de lo que en realidad le ocurre a los mexicanos, pero acá del lado del pueblo si nos acordamos de los daños que le han ocasionado al pueblo; nula obra pública, inseguridad, bajos salarios, falta de oportunidades, carencia de desarrollo, bajo nivel educativo, corrupción a todo nivel y violación de los derechos humanos ¿les parece insuficiente?
Con esa indefensión en la que nos encontramos, con un gobierno inútil como el de Flavino Ríos y una oposición oportunista como la que ahora se manifiesta, le resulta fácil a la Comisión federal de Electricidad en complicidad con la Secretaría de Hacienda y sus diputados federales anunciar un nuevo incremento en el costo de energía eléctrica para mañana.
Y nos repiten una y otra vez que el incremento no es a los usuarios más pobres, sino a los industriales y a los particulares de alto consumo, o sea a los ricos esos que tienen diablitos sin que nadie los moleste.
¿Y qué creen? Al incrementar los costos en la industria necesariamente alguien debe pagar esos daños y resulta fácil cargarle los incrementos a los grandes consumidores, o sea al pueblo que tiene que volver a sufrir la escalada de precios y servicios.
Mientras nos entretenemos pensando en que alguien como Andrés Manuel López Obrador o Margarita Zavala, Ricardo Anaya o Moreno Valle lleguen a la presidencia para que hagan algo por el pueblo, los ciudadanos seguimos indefensos y a merced de una clase política que no va a cambiar, porque sea del PRI, PAN, PRD o Morena, ellos llegaron para servirse y mientras los ciudadanos lo permitamos, ellos seguirán enriqueciéndose. No hay de otra.
ALCALDES PRIISTAS SIN LIDERAZGO
Sin un liderazgo gubernamental, sin una figura pública moral a quien seguir, con una dirigencia estatal priista arrinconada, los alcaldes del PRI, a los que también les deben desde hace tres años, permanecen apacibles en espera que llegue la acostumbrada llamada que les tire línea, la que por cierto, no volverán a recibir.
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