Juan Antonio Valencia
Cuando los reporteros aún no tenían forma de trasladarse por medio de un vehículo propio, nos íbamos colgados de la patrulla de la policía municipal; de la ambulancia de la Cruz Roja, o en últimas en la carroza de la funeraria local; oliendo de cerca al cadáver, en ocasiones ya en descomposición.
Eran otros tiempos, en los que al regreso de captar una nota de ocho columnas, volvíamos a la redacción con un olor nada agradable, para meternos al cuarto oscuro, revelar el rollo, secarlo con el ventilador, seleccionar las fotos e imprimirla, y mientras secaban, ya estábamos escribiendo las notas que serían el impacto al día siguiente.
No se tenían aún, los alcances tecnológicos de la actualidad, en los que el reportero se traslada en su automóvil, si es necesario llegar al lugar de los hechos, y sino solo con solicitar por el Facebook o por correo electrónico el material, tendrá de inmediato la nota y las fotos.
La vida de “Los hombres de papel” de antaño, de la que orgullosamente compartí y aún formo parte, fue una etapa muy sufrida, en donde no existían los derechos humanos, ni los membretes de supuesta defensa de periodistas.
Tampoco existían los tan abaratados premios de periodismo. Ahí el único premio seguro, era las amenazas, las intimidaciones o una golpiza de parte de algún funcionario público, o de algún funcionario policiaco.
Cada quien se cuidaba a su libre entender y en las redacciones era común las rabietas, parrandas y gritos de los jefes. No había lugar a equivocarse y escribir por error; cajón con G, o chulo sin H, me decía don Juan Luis Aguilar (+ ) uno de los de los pocos reportero que quedaban de esa camada, que hoy está a punto de extinguirse.
Bonachón de andar lento y siempre metódico, Sebastián Hernández Hernández, fue también uno de los pilares indiscutibles de esa vieja camada de reporteros de a pie, de los cuales quedan muy pocos ejemplares; “especie no protegida y en peligro de extinción”.
Sebastián ya no está. Al igual que Juan Luis Aguilar quien hace un año abandonó la vida terrenal, para incursionar en el infinito, junto con otros compañeros que ya no están en este mundo, como Fito Pérez, Humberto Valdez, Aquino Rosas y otros compañeros.
Sebastián y Juan Luis, representaron por su forma de trabajar, un ejemplo para los jóvenes reporteros de la nota policiaca de la nueva generación, una división dentro del periodismo, considerada como la más peligrosa del planeta.
A la vista de Juan Luis y Sebastián, se formaron varias generaciones de reporteros que hoy en día son los que sostienen con sus notas, el interés de los lectores de la sección policiaca, en sus respectivos medios.
Jamás negaron un consejo a un compañero o una orientación para mejorar en su ejercicio, de ahí el aprecio para estos dos ejemplares compañeros que hoy en día ya no están con nosotros.
En fecha más reciente Sebastián Hernández, reportero de nota roja y de mil batallas, falleció dejando un enorme vacío que será imposible llenar, por la experiencia adquirida a lo largo de los años de incursionar por los juzgados, por las agencias del ministerio público, y en los lugares en donde se suscitaba un suceso de gran impacto.
Agudo en sus apreciaciones, conocedor del derecho y otras disciplinas que enriquecieron sus conocimientos, Sebastián siempre llevó la nota de interés a sus lectores, y como “S. Mirón” su seudónimo, describió con sentido crítico en sus informaciones el actuar de funcionarios.
De Juan Luis Aguilar, creador de la columna policiaca, “Las Capsulas policiacas, por el Cabo Aquiles Baeza”; se puede decir que era de los que al llegar a la redacción, la “levantaban” de inmediato por su optimismo. Llegaba bailando salsa, o cantando alguna melodía romántica, y de inmediato revisaba el periódico, y se dolía de los errores por inexperiencia, de las nuevas generaciones de reporteros y editores, muy limitados ahora.
Su taconeo por las escaleras, era característico y susurrando una melodía, sabíamos así que don Juan Luis Aguilar, estaba llegando a la redacción para escribir sus notas, hoy se le extraña en esa redacción.
Reporteros de libreta y de gran memoria, Sebastián Hernández y Juan Luis Aguilar, hoy están cerca uno del otro, pero lejos de quienes disfrutamos de sus vivencias…
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