30 años de divulgación científica/La ciencia desde el Macuiltépetl

- en Opinión

Realizar tareas de comunicación o divulgación de la ciencia orientada a acercar, a públicos diversos, las distintas dimensiones del conocimiento científico no es una tarea trivial puesto que requiere de quien es poseedor de este saber –los investigadores de las múltiples disciplinas científicas- de cierto grado de formación y experiencia en tal quehacer, independientemente del medio empleado (comunicación escrita, medios audiovisuales, comunicación presencial, redes sociales, etcétera).  Quehacer que, por cierto, en otras latitudes se ha convertido en una disciplina académica cultivada en universidades y centros de investigación. Además de ello, es un campo también abierto a escritores y periodistas quienes gustan de abordar, comunicar y reflexionar sobre la investigación científica, sus productos, y su pertinencia social.

Entonces, cuando un individuo o alguna institución se propone llevar a cabo algún proyecto de divulgación de la ciencia el éxito del mismo depende de un trabajo profesional, bien orientado y persistente. Pues solamente con esos componentes podrá lograrse la socialización del conocimiento científico, más allá de los círculos de especialistas.

Por las razones anteriores la sociedad debe reconocer aquellos proyectos que cumplan su cometido social: acercar el conocimiento científico contemporáneo, sus métodos y procedimientos, sus implicaciones sociales, los retos que enfrenta, a los diferentes tipos de público que componen una comunidad determinada. En este sentido es que debe reconocerse que la Universidad Veracruzana es pionera en este campo, como lo ha sido en muchos otros.

Destacan entre otras muchas iniciativas, la publicación de la revista de divulgación científica La Ciencia y el Hombre que, precisamente, en este año celebra el XXX aniversario de su fundación. La revista cumple 30 años de publicación continua, periodo durante el cual ha tenido que sortear los embates de los sistemas de información y la tecnología. De modo que, en estos tiempos de información fugaz y fragmentada, existen motivos para celebrar su permanencia.

Fue en 1987 cuando, dentro del Área de Investigaciones de la UV, se generó la propuesta de un impreso que diera cuenta del trabajo realizado por parte de la institución en materia de investigación científica y tecnológica. Un grupo de investigadores trabajaron en esta iniciativa, elaborando las directrices que la dotaran de profundo sentido universitario; su esfuerzo dio pie a un informe ejecutivo robusto que finalmente condujo a la aprobación del proyecto, el cual contaba con el entusiasmo de la comunidad universitaria.

Nace así, en 1988: «…una publicación al servicio de la divulgación científica y tecnológica», con el convencimiento de que «…la ciencia es piedra de toque para la construcción del futuro, motor del desarrollo humano, elemento transformador de la naturaleza» (Valencia Carmona/Vol. I(1)1988). Bajo la rectoría de Salvador Valencia Carmona y la dirección editorial de Luis Arturo Ramos, se designa a Marco Tulio Aguilera Garramuño como editor de la revista, quien, al hacer memoria, ha anotado: «La revista nació predestinada a tener un futuro largo y productivo».

Desde el Vol. I(1)1988 hasta el XII(3)1999, la revista adquiere y mantiene un carácter que, asevera Garramuño, «le da presencia y personalidad», posicionándola como un medio de difusión trascendental para las voces universitarias, cuyos artículos se ocupan de todas las disciplinas de la ciencia y dan cabida también a la filosofía como medio hacia la reflexión que la formación científica reclama, haciendo de la revista “un notariado de la recreación del mundo”.

En aras de ampliar su auditorio, La Ciencia y el Hombre transita hacia una segunda etapa que comprende del Vol. XIII(1)2000 hasta el XXV(3)2012, lapso en el que modifica su fisonomía. Inicia el siglo XXI bajo la dirección de Rafael Bullé-Goyri, quien reúne un grupo muy sólido de colaboradores que conforma el comité editorial, el cual establece la orientación de los cambios a seguir.

Dicho comité propone divulgar trabajos científicos para el público en general y no sólo para consumo entre pares de legos, avalando la calidad de la información mediante el arbitraje y la revisión técnica. Para entonces la revista ya se cuenta entre las publicaciones de divulgación científica con mayor tradición en el país.

En el presente se ha  planteado un nuevo concepto que ayude a cumplir cabalmente el objetivo de su creación: divulgar y socializar el conocimiento científico. Ello implica no sólo un cambio en el formato e imagen, sino también en las normas editoriales.

La modificación más distintiva es que cada edición abordará un tema central, que será desplegado en artículos cuya extensión es menor a la que acostumbraba esta publicación, en aras de potenciar la asimilación del contenido, dado que ahora el público meta es de 16 años (nivel bachillerato) en adelante. En consecuencia, el número de páginas también se ha reducido.

En lo tocante al aspecto visual, dicha mudanza estriba en su diseño con base en la proporción áurea, el uso de selección de color, así como el empleo de una fuente contemporánea que conserva rasgos clásicos, lo que redunda en una alta legibilidad.

La Universidad Veracruzana es una institución que se renueva constantemente, siendo la presente revista una muestra más de tal postura.

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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