¿Inteligencia y seguridad nacional?

Luis Echeverría, muchos lo juzgan sin considerar el tiempo que le tocó vivir /Foto: Pedro Valtierra
- en Opinión

El lunes pasado tuve la oportunidad de comentar la obra del nuevo libro del general Jorge Carrillo Olea Torpezas de la inteligencia. Las grandes fallas de la seguridad nacional y sus posibles soluciones (México. Proceso ediciones. 2018) en la Feria Internacional del Libro del Zócalo. Se trata, sin duda, de una entrega que tiene una gran virtud: hacer de lo importante algo interesante. En efecto, en muchos textos se pueden leer contenidos importantes pero que reclaman la disciplina del lector avezado para mantener la atención en el escrito. En otros, son interesantes, atraen al lector, pero están vacíos de contenido de fondo. No es el caso de esta aportación de Jorge sobre todo porque además de su pertinencia intemporal tiene un sentido de oportunidad adicional en estos momentos de transición de gobierno y- esperemos- de régimen.

La obra es al mismo tiempo testimonial y didáctica con ejemplos de lo que ha pasado y que se pudo haber previsto y no se hizo en varios momentos de la historia nacional de ayer y de hoy. En el texto se comparte con los lectores la percepción del creador del CISEN sobre varios mandatarios que trató personalmente, haciendo acotaciones puntuales sobre el movimiento del 68 y la posterior “pedrada” que recibió Luis Echeverría Álvarez en la UNAM y otras historias de las que fue testigo vivencial.

También reconoce expresamente cómo la ausencia de regulación de las fuerzas del orden federal, en especial la temible Dirección Federal de Seguridad, generó todo tipo de usos y abusos del poder en perjuicio de los críticos al régimen priista, creando prácticamente un terrorismo de Estado. Tuvo, por ejemplo, conocimiento del inicio de la práctica de aventar desde aviones cuerpos, no se sabe si de personas vivas o muertas, al mar.

Relata por ejemplo cómo muy quitado de la pena el célebre exgobernador de Guerrero, Rubén Figueroa padre, le dijo que estaban “preparando pescadores” con la colusión de una parte del ejército. Muchos mitos y versiones han corrido sobre esos asuntos, pero nadie que estuvo desde las entrañas del monstruo había revelado semejantes acciones.

Debo aclarar que Jorge lo hace a modo de denuncia y precisamente para darle sentido a su idea de darle vida jurídica a los servicios de seguridad del Estado mexicano. No faltará quien diga y por qué no lo dijo antes, por qué no lo denunció en su momento. La respuesta es obvia: estaría muerto y probablemente el CISEN, con todo y sus debilidades, seguiría como proyecto aprovechando el desconocimiento del tema en el país.

En el texto se ve la fijación de un hombre que sabe lo que requiere el país en materia de inteligencia estratégica y seguridad nacional, pero con la impotencia de que quienes deciden no entienden el concepto y se van por el lugar común. Fue, relata, Miguel de la Madrid el que tuvo la voluntad efectiva de traducir en acto el inicio de la institucionalización de esos dispersos servicios.

Me parece, entre muchos otros puntos de la obra de Jorge, un asunto de medular importancia: la seguridad nacional no se reduce a combatir a las expresiones criminales o del crimen organizado. Son, por supuesto, un gajo de esa naranja, pero sólo eso. La tendencia a que se reduzca el agua sin la cual no puede haber vida es un tema de seguridad nacional.

La contaminación en crecimiento de la Ciudad de México es también un rubro de seguridad nacional. En este último caso, el gobierno de Miguel Mancera no sólo no tomó en cuenta la propuesta de uno de nuestros grandes científicos en temas medio ambientales, el Dr. Julio Gómez Mancilla, del Instituto Politécnico Nacional, sino que le dijo que “por ahora” no se podía hacer nada porque perdería el ¡fondo de capitalidad! que año con año recibe la capital del país. En suma, primero el dinero de los mexicanos para los bolsillos de Mancera y su séquito criminal y después la salud de los habitantes de la Ciudad de México.

De acuerdo al Dr. Gómez Mancilla en los próximos 4 años empezarán a formarse nubes de contaminación en diversas zonas de la ciudad que tendrán como efectos probables la aparición de nuevas enfermedades y el crecimiento de las ya conocidas como el cáncer, lastimando la de por sí mala calidad de vida en la ciudad de México.

En fin, la obra de Jorge Carrillo Olea resulta una lectura obligada para conocer por qué pasa lo que pasa y no pasa lo que debiera pasar en este atribulado país. Vaya reto.

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