Sinéad O’Connor, una cantante que truncó una carrera exitosa en la guerra contra sí misma

Ciudad de México. (SinEmbargo).– Lo que más le ha pasado a Sinéad O’Connor es la edad. ¿Cómo volver a ser joven y raparse el pelo como ella, salir sin más ni más del concierto de Peter Gabriel (con quien entonces estaba de pareja) y dejarlo sin cantante y sin chica?

La vida nos ha pasado a todos. No hay manera de retroceder el tiempo. Si uno quisiera se pinta el pelo de rosado, se deja igual de rapado como en la adolescencia, pero los años volverán en las personas que se fueron, en la nostalgia o en esas canas del alma que nadie ve pero sentimos.

Es una mujer apasionada, con un diagnóstico de bipolaridad y hace unos años anunció su suicidio en Facebook, a los 48 años, madre de cuatro hijos y siempre enamorada de alguien.

Dice Rafael Perez Gay que la locura evade el dolor. Estar demente te quita el dolor y lo traspasa a la gente querida. Sinéad decía que su familia la ignoraba, que estaba a punto de una sobredosis, que había sido sometida a una histerectomía y pedía para sí toda la atención.

En 1993 había tenido otro intento de suicidio y siempre sus intervenciones públicas terminaban en escándalo, como aquella vez que ella, irlandesa irredenta, se atrevió a romper en la televisión una fotografía de Juan Pablo II diciendo que era “el mal”. Fue en 1992, durante Saturday Night Live.

Ella era la cantante de pop más famosa del momento y todavía se sigue escuchando su versión incomparable del tema de Prince: “Nothing compares to you”, que la puso en lo más alto del podio. A raíz de su acto loco, que no había avisado a ningún productor que iba a hacer, la industria y la prensa de los Estados Unidos la boicoteó.

Lo cierto es que los locos y los borrachos dicen verdades a más no poder y ella entonces denunciaba los tremendos casos de abuso de niños que hoy caracterizan a la Iglesia Católica, que ha hecho que muchos fieles se pasen a la Iglesia Evangelista, con lo que sabemos lo que esta creencia implica en lo ideológico y político (Bolsonaro, por ejemplo, fue puesto por los “soldaditos de plomo de la ultraderecha”, como llama Daniel Satur a los miembros de la Iglesia Universal, de Brasil).

Ha pedido un marido haciendo avisos clasificados en los periódicos y se ha metido con Miley Cirus, enviándole dos cartas en donde la que peor ha quedado es la cantante veinteañera al romper una foto de Sinead frente a la cámara y riéndose de su enfermedad mental.

“Miley, no tengo ningún interés en reunirme contigo. Puedes tomarte hoy cinco minutos entre tus cambios de tanga para pedir perdón en público y eliminar esos abusivos tuits. Lo que hiciste ayer me ha causado un enorme estrés y puede dañar potencialmente mi carrera, ya que has querido transmitir deliberadamente la imagen de que esos tuits pertenecen al presente y no al pasado. No tengo interés en causarte problemas. ¿Cómo te sientes cuando tu amiga Britney Spears sufre burlas y humillaciones por los problemas de salud mental que sufrió en el pasado? Personalmente me gustaría soltar un sopapo a todos esos que la trataron mal. Si ella es tu amiga y, sobre todo, si tú eres su amiga, deberías pedir perdón por haberte pasado a las filas de esos que humillan a las mujeres que han tenido la desgracia de nacer demasiado sensibles y francas como para mantener la cordura dentro de la industria musical”, fue la respuesta de Sinéad, quien siempre ha huido de la fama, con la convicción de “No quería ser una jodida estrella del pop, quería ser una cantante de protesta”.

Fue descubierta en Dublín y su primer disco “El león y la cobr”a, de 1987, vendió muchos ejemplares y tras su éxito apoyó al IRA (aunque luego se retractó), durante un concierto se fue cuando empezó a sonar el himno de los Estados Unidos, boicoteó la entrega de los Grammy en 1991 y tres años después se ordenó sacerdotisa por una secta escindida del catolicismo, la Iglesia Latina Tridentina.

Ahora es noticia porque ha anunciado en su cuenta de Twitter que se ha pasado al Islam, mostrando una fotografía mientras lucía un pañuelo tipo hiyab.

Como Cat Stevens (que hace mucho que se llama Yusuf Islám) –Sinéad pasará ahora a ser Shuhada-, como Akon, Janet Jackson, su hermano Jermaine Jackson y el cantante Zayn Malik.

¿Encontrará ahora la paz Sinéad O’Connor? Sus últimos discos son maravillosos, entre ellos “I’m Not Bossy, I’m The Boss”, de 2014, de donde sale “Streetcars”, donde se muestra desnuda y frágil, tal como es ella.

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