El CAMBIO entre telones/ Escenarios

Una cosa dice Andrés Manuel y otra es que la que hacen los funcionarios que MORENA tiene en los principales cargos públicos, NO DAN EL ANCHO

El arte de la política, efímera, transitoria,  se desarrolla con experiencia y capacidad. Las improvisaciones pueden resultar costosas, pero la aplicación errónea en la toma de decisiones da fatales resultados.

En el caso del partido MORENA, realmente de recién creación, fue logrado por el desbordamiento de una masa de inconformes del ejercicio de la política neoliberal, apoyada en la rapiña y el saqueo.

Los partidos constituidos décadas antes formaron cuadros, con mucho cuidado, para integrarlos a la corrupción institucionalizada, con prebendas y sobre todo impunidad. La proclama “no doy, pero  digo donde hay” se formalizó para iniciarse en la política real,  militantes partidistas que iban desde pintar bardas, colocar carteles, acarrear públicos, hacer proselitismo verbal hasta incursionar en la administración pública municipal, estatal o federal. Brincaban de dirigencias de colonias suburbanas, a regidurías, legisladores locales hasta direcciones, subsecretarías y secretarías, pasando por el Congreso federal, como diputados y senadores, hasta miembros de magistrados de justicia, consejeros electorales, organismos descentralizados, autónomos, fideicomisos y el fenómeno reciente: empresas fantasmas.

MORENA se constituyó  por el movimiento ciudadano, gente apasionada, proveniente de las bases de trabajadores y campesinos,  hasta los académicos en todos sus niveles e intelectuales  con formación ideológica progresista, liberal con visión crítica generada por la desastrosa situación nacional de pobreza, inseguridad, injusticia,  provocada  desde Carlos Salinas de Gortari hasta Enrique Peña Nieto, cinco periodos sexenales, treinta años con resultados medibles en el país: crecimiento en promedio del 2 por ciento anual, 64 por ciento de pobreza, mas de un cuarto de millón de asesinados, creciente fenómeno del feminicidio, desapariciones, secuestros, fosas clandestinas, cobro de piso, trata de blanca y  de  tráfico de órganos, unido todo esto con una impresionante deuda pública que llega hoy a los once billones de pesos, privatización de la riqueza nacional en energéticos, agua, alimentos, salud y educación.

MORENA en sus ochenta y seis días, en el poder formal de la política institucional, despertó convulsionada de “nada a todo”, después de un desafuero, dos fraudes electorales (uno cibernético y otro financiero),  de campañas sostenidas en medios, charlas de café, concentraciones partidistas multitudinarias, acciones de gobierno, represiones y sofocación de movimientos sociales. El primero de diciembre del 2018,  despierta en el poder, con un presidente convencido en la honestidad, detractor de los males de gobiernos neoliberales, del saqueo a los recursos nacionales. Llega solo, se rodea de un grupo de funcionarios con formación y valores semejantes en las distintas secretarías de estado y organismos descentralizados.

Pero hasta ahí, MORENA como partido, Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República se encontraron con la incertidumbre de cubrir los miles, decenas de miles de puestos en oficinas públicas. Sin la experiencia de mando real, solo la adquirida en trece años de campaña, de movilizaciones sociales, del respaldo de medios nacionales como Proceso, Jornada, Sin Embargo, Animal Político, SDP, Contralínea entre los principales. De intelectuales, periodistas como Lorenzo Meyer, Anabel Hernández, Lidia Cacho, John Ackerman, Carmen Aristegui, Ana Lilia Pérez, Edgardo Buscaglia, Alfredo Jaliffe, casi todos los moneros, los activistas como Alejandro Solalinde, Manuel Concha, José Manuel Mireles, cientos de miles de jóvenes universitarios, y decenas de miles de trabajadores industriales, del campo y de sectores de servicios financieros y comerciales. La población, burocracia,  estimada al 2017, es de cerca de 5 millones de servidores públicos, que trabajaban en las diferentes instituciones de las administraciones públicas de México, en sus tres niveles de gobierno. (INEGI, informe mayo 2018).

De acuerdo con el INE, en 2016, MORENA, PT y PES, partidos que contendieron en el 2018, eran poco menos de un millón cien mil afiliados. Hoy se estima llegue un poco mas de dos millones de ciudadanos. Situación que pone en gran desventaja para cubrir los cinco millones de puestos, que, si se toma en cuenta a los empleados de base, sindicalizados, no partidistas. La Coalición ganadora en  los comicios tendría que disponer, de al menos de dos millones de militantes para ocupar distintas posiciones del aparato público y legislaturas.

MORENA obtiene el 53 por ciento, de votos a favor de AMLO, los partidos que formaron la coalición Juntos Haremos Historia lograron 312 de los 500 diputados de San Lázaro. En el Senado, ganaron 70 senadurías de las 128 que hay. Cinco gubernaturas y está por alcanzar la sexta, con Puebla. En los congresos locales, logran 22 legislaturas, entre mayoría relativa y absoluta, en igual número de entidades de la federación. Estos resultados implican “que llevan mano” en la asignación de puestos municipales, posiciones estatales y federales. ¿De donde echar mano?, si los militantes, en lo general carecen de experiencia y capacidades técnicas para ocuparlas. Mucha voluntad, solidaridad y apego a “la camiseta”

Todo indicó que se usaron, los oportunistas que brincaron de partidos perdedores, chapulines, desertores, mañosos, con diversas habilidades aprendidas en el transcurrir de su experiencia laboral y política. Pero lo grave otros fueron reclutados, integrados por las necesidades del momento. Ellos, “sirios y troyanos” se incrustan, se cuelan, convencen y lograr ser regidores y administrativos municipales, diputados locales, ediles, magistrados, legisladores  federales, a  dirigir  áreas estratégicas de la “ engordada” función pública.

El análisis de los resultados está a la vista: golpeteo sistemático de los  perdedores  del poder, de medios confabulados para recuperar posiciones financieras y de audiencia, congresos y legislaturas amañados a la revancha y venganza partidista, organizaciones sociales con dirigentes favorecidos en cacicazgos y empresas paralelas, instituciones autónomas sometidas a los caprichos del poder y un sin fin de movilizaciones de trabajadores y campesinos adoctrinados para portar mantas, realizar marchas, hacer plantones, lanzar protestas con tortas, cocas y billetes. Práctica electorera que se vuelve estratégica a una oposición dolida por la pérdida del control.

Y así observamos alcaldes morenistas, “crucificados” por los excesos mediáticos de oponentes o quizá por errores e incapacidades propias,  a inexperiencia y ausencia de formación política. Vemos a diputadas que se dejan convencer, en Jet de lujo o camioneta blindada,  mediante moches y promesas del confort consumista. Nos damos cuenta de directivos y empleados sin capacidades y sin cubrir mínimos requisitos formativos. Divisamos dirigentes sindicales propensos a la “compra de conciencia”. Advertimos intelectuales  reaccionarios y retrogradas. Hallamos analistas políticos comprometidos con el pasado neoliberal, sin convicciones sólidas que fueron beneficiados con prebendas, canastas navideñas y obsequios cumpleañeros.

Una verdadera hecatombe de la moral  política que busca transformar al país, erradicar la corrupción, expulsar la impunidad, recuperar lo saqueado y castigar a los detractores autores y cómplices del desastre.

Nota: Situación que será expuesta, analizada en la próxima entrega. Así quedamos, ni modo el espacio periodístico es de respetarse. Continuamos en la segunda parte.

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