Restauran películas de Jaime Humberto Hermosillo

Por Columba Vértiz De La Fuente/

El director fílmico aguascalentense Jaime Humberto Hermosillo está de plácemes. Su mundialmente aclamada cinta Doña Herlinda y su hijo –estelarizada por la madre de Guillermo del Toro, Lupita– acaba de restaurarse por la Filmoteca de la UNAM y Claro Video, a 34 años de rodarla en Guadalajara. Asimismo, otra de sus películas de 16 milímetros se halla en proceso de un rescate análogo en el que él participó, tras hallarse dos rollos extraviados: María de mi corazón, protagonizada en 1979 por María Rojo.

GUADALAJARA, JAL.- Ha sido restaurado el largometraje Doña Herlinda y su hijo (1985), dirigido por Jaime Humberto Hermosillo, gracias a la Filmoteca de la UNAM y la plataforma Claro Video, cuyo resultado ha impresionado a su creador.

La película se presentó en la 34 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), y en breve podrá verse en el mencionado sitio de video bajo demanda, disponible por 16 países latinoamericanos. En la Filmoteca de la UNAM se encontró un duplicado del negativo en 16 milímetros y la plataforma Claro Video contaba con otra copia.

Nuestra copia estaba muy maltratada, la de Claro Video se encontraba en mejores condiciones, aunque nunca se pasó por un proyector ni una moviola, duplicadora o rodillos de una reveladora; por fortuna se quedó en latas, lo cual al escanearla no quedó con rayas ni hubo granulosidad; preservamos toda la densidad de los colores, y Claro Video finalizó la restauración en un estudio de intermediación digital hasta obtener la copia”, explica a esta reportera Hugo Villa Smythe, titular de la Filmoteca de la UNAM.

El cineasta Jaime Humberto Hermosillo (Aguascalientes, enero 22 de 1942) se muestra muy contento, satisfecho y agradecido por lo logrado con la cinta. No estuvo involucrado en el proceso de restauración ya que los derechos eran de los familiares del productor Manuel Barbachano Ponce, siendo adquiridos eventualmente por Claro Video. Hermosillo cuenta a Proceso:

“Es uno de los mejores regalos que me han dado en mi vida. Siempre será muy triste que un trabajo fílmico, incluso escrito, se pierda, y la fragilidad de los medios cinematográficos es una amenaza. En una ocasión Iván Trujillo (ahora director de TV UNAM) me hizo la pregunta de si había pasado por mi mente realizar una segunda parte de Doña Herlinda y su hijo, yo le respondí que sí había tenido ideas y la tentación, pero que no procedía, aunque podía cambiar de opinión.

“Le manifesté que lo que sí me dolía era que las copias que había de Doña Herlinda y su hijo estaban para llorar. Él, con ese brillito en los ojos de alguien que le gusta la preservación del cine, antes de ser el director del FICG estuvo al frente de la Filmoteca de la UNAM, me señaló: ‘¡Voy a explorar!’. Me cuestionó si sabía algo al respecto y yo sí conocía porque la película me ha acompañado a lo largo de estos cuarenta años. Le expliqué que se había filmado en 16 milímetros y que la produjo don Manuel Barbachano Ponce.”

El origen de la película fue el relato homónimo del veracruzano Jorge López Páez.

“Cuando se lo sugerí a don Manuel, él adquirió los derechos del cuento para que me pusiera a trabajar en el guion. Yo no conocía Guadalajara y el cuento se ubica en esta ciudad. López Páez, muy generoso, me dijo que era una buena idea crear una película y mientras viajaba por festivales con María de mi corazón (1978), empecé a trabajar en la adaptación. Entonces, sólo había visitado una vez Guadalajara cuando iba a realizar La verdadera vocación de Magdalena, y vine a platicar con el conjunto de rock La Revolución de Emiliano Zapata (“Nasty sex”), pero fue un sólo día. Ya con Doña Herlinda…, al llegar aquí a Guadalajara me encontré amigos, y ya son 40 años de amistad.

“El guion quedó listo y lo leyó don Manuel. Estaban nerviosos porque en aquellos años era una audacia pretender un filme así. Las cintas donde aparecían personajes homosexuales había finales trágicos o eran caricaturizados, y aquí había una mirada tan distinta desde el origen del cuento. Se hizo un presupuesto y era alto porque debían viajar actores y técnicos por seis semanas, y don Manuel, como siempre, fue sincero, y me dijo que no podía arriesgar esa suma de dinero porque la película podría ser prohibida. Le manifesté que lo entendía…”

Lupita del Toro, actriz

No recuerda quién iba a ser la actriz que interpretaría a Doña Herlinda, ni quienes iban a ser los actores varones.

“El caso es que estando aquí en Guadalajara me gustó mucho la ciudad y las amistades se volvieron tan entrañables, relaciones de una vida, y me permitieron conocer Guadalajara no como turista, sino como alguien que vive aquí, no busqué locaciones; también a través de Arturo Villaseñor, quien antes era actor y conocía el medio teatral, él me presentó amistades, empecé a pensar: ‘Él puede ser este; ella, ésta’, en fin.”

Rememora que a Annemarie Meier y Enrique Viera, quienes tenían el cineclub Centro de Cine y Crítica de Occidente, les prestaban un auditorio en el Instituto Anglo Mexicano de Cultura y un proyector de 16 milímetros:

“Hacían funciones una vez por semana. Entonces les dije: ‘Oigan, quiero ayudarles a programar y enseñar’, bueno, más bien a compartir mi entusiasmo por la creatividad, y luego nos fuimos al Instituto Goethe y se inscribieron seis alumnos… El caso es que las clases llegaron a su culminación y a mi me nació el deseo de efectuar un taller de realización, para crear un corto o un largo; era para lo que hablamos en las clases lo pusiéramos en práctica, a mí me vino a la mente el guion de Doña Herlinda y su hijo, y la idea fructificó. Le dije a don Manuel Barbachano que si la hacíamos aquí en Guadalajara con actores y personal técnico de la escuela, pero que viniera un fotógrafo profesional y un sonidista, porque eso si era esencial para no correr un riesgo…”

Daniel Varela, maestro de Guillermo del Toro, y otras personas se unieron.

“Para mí era un momento privilegiado de creatividad por tanta gente talentosa. Cuando me hizo el presupuesto Norma Hilda Castañares, don Manuel dijo que sí la podría realizar.”

Hermosillo empezó a conseguir a los actores principales.

Ya había conocido a la familia de Guillermo del Toro, a su mamá (Guadalupe del Toro) y mi intuición me dijo que ella sería Doña Herlinda, aunque no fuera actriz. Los demás sí eran actores, no de cine sino de teatro.

“A los profesionales les puedo pedir que interpreten a alguien distinto a ellos; pero cuando no son actores profesionales –y eso lo aprendimos de nuestros maestros neorrealistas–, hay que pedirles todo lo que vaya de acuerdo con su personalidad.”

Lupita, relata, no poseía experiencia histriónica previa.

“Al ver la película restaurada me di cuenta, como es habitual en mi cine, que hay secuencias largas, bastante largas; pero me percaté que nunca se ve un tropiezo de ninguno de los actores.”

Las apariencias engañan

En Doña Herlinda y su hijo, Rodolfo es un médico soltero que sostiene un romance secreto con Ramón, un joven estudiante de música. Doña Herlinda, la madre de Rodolfo, presiona a su hijo para que se case y le dé nietos. Sin avisarle a Ramón, Rodolfo se compromete con Olga, una joven más preocupada por su futuro profesional que por casarse. Deprimido, Ramón acepta irse a vivir con doña Herlinda, quien tiene la solución para que todos vivan juntos y felices.

Los demás actores son Guillermina Alba, Leticia Lupercio, Arturo Meza, Gustavo Mezza, Marco Treviño y Lucha Villa.

–¿Qué aceptación tuvo el estreno Doña Herlinda y su hijo?

–Bueno, hubo circunstancias difíciles. Aunque filmarla fue de un respeto de la gente que estaba en el rodaje, nunca hubo un chiste que pudiera ser ofensivo a la diferente sexualidad de los protagonistas. Los actores fueron muy valientes en aceptar sus papeles porque era un momento en el que todavía se aparentaba en aceptar ciertas cosas. Hemos avanzado muchísimo, no hay duda, pero de cualquier manera nunca falta la homofobia que por ahí saque su cabecita. Cuando la película estuvo editada y se iba a mezclar el sonido, se proyectó en los Estudios Churubusco, en la Sala de Regrabación, y don Manuel aprovechó para que la vieran Albero Isaac, quien era el director de lo que hoy es el Imcine, y Fernando Macotela, director de Cinematografía, quien por cierto me regaló el cuento de Jorge López Páez pues lo encontró publicado en un suplemento de Novedades.

Cuando vieron ambos el primer corte de la película de Hermosillo en los Estudios Churubusco, aceptaron se exhibiese y ofrecieron proponerla al Festival de Cartagena, Colombia.

“Pero algunos de mis editores me contaron que cuando salimos de los Estudios Churubusco, técnicos de ese momento, dijeron: ‘El día que vengan a regrabar este largometraje de putos, nos vamos a declarar enfermos’. Entonces, yo le dije a don Manuel que no la podíamos regrabar ahí porque nos la podían sabotear. Sacamos el material de las salas de edición y de las de sonido, y nos fuimos a un laboratorio pequeño para hacer la mezcla y la película tomó una salida excepcional. Se hizo la ampliación a 35 milímetros.”

El realizador recuerda que en el Festival de Cartagena la vio un distribuidor cubano radicado en Nueva York y que poseía una distribuidora de cine. Así, le dijo a don Manuel que él quería manejar la película “y la manejó muy bien, logró se estrenara en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en la inauguración del XV Festival de Nuevos Directores, Nuevas Películas”.

Allá ya había estado La pasión según Berenice, recuerda Hermosillo “y al día siguiente, Doña Herlinda… abrió en salas comerciales en Estados Unidos. En Londres rompió récord, estuvo en el XXX Festival de Cine de Londres. Y en México no se la autorizaban a don Manuel, le inventaban cosas: que la había hecho fuera de los sindicatos”.

Tuvo una salida complicada; pero cuando ya se pudo exhibir, la puso la Cineteca Nacional, “y en aquel entonces Fernando Macotela ya estaba como director de la Cineteca. Entonces, le reportaron a Macotela, los que limpiaban la salas, que había testigos de que fueron muy aplaudidas en todas sus funciones dos películas: La ley de la calle, de Francis Ford Coppola, y Doña Herlinda y su hijo”.

Hermosillo reconoce que en efecto, “es una película con la que el público simpatiza mucho. Lupita, la mama de Del Toro, ya no volvería a actuar en largos porque tenía su vida propia maravillosamente hecha”.

Para el responsable de la Filmoteca UNAM, Villa Smythe, la restauración de Doña Herlinda y su hijo quedó espectacular:

“Hermosillo no la había visto, hasta la proyección en el FICG, y siempre quieres pasársela en una sala antes para que si se enojaba, fuera en privado, y le diga uno: ‘Hicimos lo que pudimos. O si se puede corregirlo, pues lo corrijo’. Pero él estaba encantado. Claro Video hizo muy bien su tarea.”

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