La prostituta y el presidente

AMLO la epidemia de COVID está desequilibrando aún mas su gobierno, se va a quedar solo, hasta los secretarios le estorban
- en Foro libre

Por Salvador Nava Gomar/ Opinión 

Cayó una emergencia que hizo de la ciudad un desierto en plena época de vacaciones. Era una pequeña zona turística de la costa. La crisis azota desde entonces la economía del lugar, donde todos tienen deudas y viven a base de créditos. Por fortuna llegó un millonario que entró al único y pequeño hotel de la playa y dejó un billete de mil pesos en el escritorio del recepcionista mientras iba a ver las habitaciones.

El dueño del hotel agarró el billete y salió corriendo a pagar sus deudas con el carnicero; quien lo había amenazado de ya no surtirle carne si no le pagaba algo del adeudo. Una vez que se fue el hotelero de la carnicería, el carnicero corrió con el criador de cerdos a pagar lo que debía, pues mediaba entre ellos una amenaza similar. El criador corrió al molino a pagar lo que adeudaba al proveedor de grano para animales y éste, a hurtadillas, fue con el dinero a donde María, la prostituta del pueblo, quien le había hecho favores a crédito. La prostituta fue al hotel de la playa, pues le habían fiado en diversas ocasiones una habitación para que atendiera a sus clientes. Dejó el billete en el mostrador de recepción mientras saludaba al dueño en el mismo momento en que baja el millonario de ver las habitaciones: no le convencieron, tomó el billete de mil pesos y se fue. En realidad nadie ganó un centavo, pero todos pagaron sus deudas y enfrentan el futuro con más confianza.

Este cuento de escuelas de economía y negocios explica perfectamente lo que hace la circulación del dinero en la economía local. Parece que nuestro presidente no lo entiende. A diferencia de los primeros mandatarios del mundo ha reiterado que no habrá rescate ni medidas que ayuden al empresario; pues dice él, solo serán para los pobres a diferencia de las épocas neoliberales. El granero tendrá una ayuda pero a nadie podrá vender sus granos. Quizá gaste su dinero con la prostituta.

A Andrés Manuel le gusta dar dinero personalmente, quitar intermediarios y conducir el Estado según sus ideas. O pasa de largo o no comprende el comportamiento del mercado. Si el empresario no tiene para pagar la nómina, los empleados no serán parte de la única cadena que puede ayudarlos. No hay flujo ni negocio. Exigir el pago de impuestos como si los hubiera es una pena de muerte para muchas empresas y un genocidio económico para empleados del nivel más necesitado.

Si se lo explicamos con el cuento, estaría ayudando al carnicero, al criador, al granero y a la prostituta; pero no habrá rico que gaste ni empresario hotelero que genere la cadena económica y comercial. No habrá fuente ni derrama.

Su elemental lógica de pleonasmos apuesta por la pronta transitoriedad de la crisis, echando mano de una de las pocas constantes de su gobierno: conseguir dinero para los programas sociales que lo apuntalan entre los beneficiarios. AMLO da al traste con el Estado y lo desfonda de sus funciones para quitar intermediarios, pero en realidad está parando las máquinas de la subsistencia.

El presidente pide entrega a los médicos y enfermeras, pago de impuestos a los empresarios, disminución de salarios a los burócratas (con lo que viola la Constitución), paro a los constructores, obediencia a la población y que no haya despidos; pero como sucedió con los 500 mil millones que íbamos a tener por abatir la corrupción, de nuevo hace mal sus cuentas y anuncia fantásticas medidas con la vieja y fallida receta del Estado empresario y productor de los setenta. Pide que no haya despidos; él, que despidió a miles de burócratas tan pronto comenzó su encargo.

Reparte pescados, no cañas, carnadas ni anzuelos. Amplía el padrón de becados y ralentiza la economía. Habla de corrupción y se pasma: se repite y se ensaña con quien no lo acompaña. Mantiene inalterable su diseño orgánico. Adelanta pensiones y entrega 42 mil millones de pesos a adultos mayores; 356 mil ¡tandas! y promete 450 mil más; pero ninguna medida extraordinaria para reactivar la economía. Parece ignorar que lo que reparte proviene de los impuestos y éstos de la actividad económica. Quiere ayudar al carnicero matando a quien se come la carne.

Él, él, él… Él generará empleos, prestará dinero, hará 50 mil casas, ayudará a campesinos, pescadores y contratará médicos. Mantiene su Santa Lucía, su Dos Bocas y su Tren Maya. Dice que sus programas sociales y de desarrollo tendrán 22 millones de beneficiarios y que generará dos millones de empleos en nueve meses. Para diciembre, promete, todos los pobres de México tendrán protección del gobierno.

Usará los ahorros del fondo de estabilización y los recursos de los fideicomisos extinguidos por decreto (sin referirse a las obligaciones del Estado que quedarán en el aire) e intensificará la enajenación de bienes con el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado. Cuidado.

Las cámaras y agrupaciones empresariales refutan sus acciones y demandan resultados. El presidente colapsará la economía si continúa pensando que el empresario no debe tener incentivos. Que me perdonen él y sus seguidores, pero me quedo con lo dicho por Churchill: “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos como el caballo que tira de la carreta”. La visión de Andrés Manuel solo llega hasta el granero y la prostituta. Información de https://www.elfinanciero.com.mx/

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