Como lobo a su presa/ Tras Telón

La pandemia de COVID saca lo peor de los funcionarios y de los ciudadanos/ Jorge G.
- en Opinión

La pandemia del COVID-19 ha traído desgracias en todo el mundo; en México, hasta el corte de hoy se reportan mil 569 defunciones, y 16 mil 752 casos confirmados. 

Pero este virus letal que transita de persona en persona de manera veloz y silenciosa, también ha descubierto la perversidad de algunos personajes.

Mientras muchos atraviesan por momentos difíciles, sobre todo las personas de escasos recursos y las que se quedaron sin empleo, hay quienes vilmente se aprovechan del dolor y la pena del resto.

Hay comerciantes que han elevado sus precios en los productos -muchos- de la canasta básica: huevo, leche, yogurt, tomate y café. Sobre todo en los supermercados. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) brilla por su ausencia.

Vemos venta de cubre bocas por todos lados sin saber si califican con los estándares de calidad y protección, eso sí, con diseños, colores, dibujos y estéticamente atractivos; a precios elevados. 

Esto es indignante para nuestra sociedad que se tilda de solidaria, aunque no podemos generalizar, también se han visto muestras de apoyo en especie y emotivas, que en momentos de debilidad, levantan el ánimo al personal médico de los hospitales y de las familias de pacientes.

Pero eso es lo que vemos a simple vista, lo que poco se visualiza porque nuestros ojos están en los estragos del COVID-19, es el trabajo hormiga que realizan algunos políticos en todo el estado, especialmente en la ciudad de Veracruz.

No hay nada más inhumano, grotesco y canalla que lucrar políticamente con el miedo, el hambre y la ignorancia escondida en la pobreza, es ahí donde llegan los políticos como “zopilotes” a ponerse la máscara de altruistas y benefactores “desinteresados”.

El hambre de poder no tiene vergüenza: porque esas acciones las presumen una y otra vez en sus redes sociales, y hasta pagan publicidad para que aparezcan en todas las plataformas digitales.

Y es que es mentira que un servidor público de elección popular diga que “dona ” de su sueldo para comprar 500 despensas, o bien para regalar mil cubre bocas al sector salud.

El político tiene acceso aún en crisis, a las partidas secretas, gastos de representación, gastos de comidas, gasolina, viajes y compensaciones que saben maquillar contablemente, y ya no hablemos de los negocios que obtienen por sus relaciones de poder.

Al final de cuentas es dinero de los veracruzanos que el político devuelve al ciudadano, por eso se debe tomar todo lo que se nos ofrezca, pero ojo, debes estar consciente de que ese gesto que parece de buena fe, no lo es y jamás lo ha sido.

Eso que parece sincero, verdadero, del corazón, tiene “maña”; hoy el político te da y te regala una sonrisa, pero él no piensa en tus necesidades, no le importa si comes o no; ve en ti un voto para su futuro proyecto personal en la política. 

Cuando recibes un beneficio de un servidor público, te conviertes en un número en la lista del padrón electoral, porque el beneficio se entrega no al azar, seguramente formas parte de una red encabezada por una líder de colonia que el día de la elección, te va a recordar lo que te comiste o recibiste. 

No hay nada más pretencioso y aberrante que un político camine sigilosamente por las colonias más pobres de Veracruz, como lobo a su presa, olfateando la inmundicia, el dolor y la enfermedad para hacer con ello su capital político.

Nos leemos hasta la próxima.

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