Y se refirió a las declaraciones de Anabel Hernández:

“Si Anabel quiere puede aportar pruebas sobre los presuntos vínculos de Calderón con el narcotráfico y así poder llevarlo a juicio”, al tiempo que reconoció la valentía de la comunicadora al abordar estos temas.

Dijo López Obrador:

“Miren, en efecto hay una investigación en Estados Unidos, según sabemos, no es contra el expresidente Felipe Calderón, el que está siendo juzgado es el Secretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón y eso sería otra cosa, pero hasta ahora no hay elementos, que yo sepa, para que con el caso de García Luna se pueda implicar y juzgar al expresidente Felipe Calderón”.

Y pidió a quien tenga información sobre el caso García Luna que está obligado a entregarla. Destacó el trabajo de la periodista Anabel Hernández y dijo que, si ella así lo decide, puede entregar pruebas.

Dijo el Presidente: “Se conoce que cuando se llevan a cabo estas investigaciones se reúnen elementos, se llama a declarar a quienes tienen información y es lo que creo que se va a seguir haciendo en Estados Unidos, si alguien tiene información está obligado a entregarla, aún siendo periodista”.

Hasta donde se puede analizar de este caso es evidente que el entonces Presidente Felipe Calderón sabía sobre los nexos de García Luna con el Cártel de Sinaloa. El problema será probar que él tenía ese conocimiento y prefirió callar y no actuar en contra de su Secretario de Seguridad Pública.

Desde un punto de vista muy personal, no es digna de crédito la afirmación de Édgar Valdez Villarreal, “la Barbie”, quien le dijo a Anabel Hernández –según afirma ella misma –que el entonces Presidente Calderón sostenía reuniones con narcotraficantes.

Sobre todo viniendo de un testigo que habla de oídas y que, por lo visto, no le constan tales reuniones. Ese es el gran problema de los testigos protegidos: a la hora de la verdad no pueden sostener sus dichos y las acusaciones terminan convertidas en cenizas, como ha ocurrido históricamente en la PGR: la mayoría de los casos armados con testigos protegidos terminaron en un fiasco y sumieron a la extinta PGR en el desprestigio por construir acusaciones con elementos falsos.

Será muy difícil que le lleguen a Calderón, a menos que surja información relevante y contundente que lo ligue directamente al narcotráfico. Eso no quiere decir que no haya indicios, pero una cosa son los indicios y otra las pruebas contundentes. Ahora, para llevar a juicio a Calderón se necesita una voluntad política enorme.

Esa voluntad, en el caso del Gobierno federal, no existe: el Presidente López Obrador afirma que para enjuiciar a la exmandatarios se necesita que la sociedad lo pida y lo vote. Eso, hasta ahora, no está ocurriendo y se ve difícil que ocurra.

El caso García Luna, sin duda, es uno de los mejores documentados y es posible que se le encuentre culpable. Pero en el de Felipe Calderón hay más ruido que elementos fehacientes.