Calidad periodística, desde dentro y fuera

Esta parte que no estudiamos del colectivo y que contribuye a la realización de textos a partir de temas por decisiones unilaterales, nos hacen invidentes.
- en Opinión

Jorge A. González/Tras telón

Los criterios de calidad para hacer un buen periodismo son multifactoriales, aspectos que derivan en las funciones que tenga cada una de las personas dentro del quehacer de la empresa periodística, y también desde fuera, llámese audiencias o públicos.

Esta afirmación la hacemos basados a partir de los textos “Propuesta de indicadores para un periodismo de calidad” publicado por la Red de Periodismo de Calidad (2006), y “La calidad periodística en un diario regional”, divulgado por el Instituto de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Católica Argentina (2001).

Pero tenemos que hacer un paréntesis antes de continuar. Primero nos vamos a referir al periodismo como empresa incluido el periodista, y luego, abordaremos al periodista como sujeto individual.

Tanto los códigos de la empresa periodística como la ética individual contribuyen a la calidad de un producto informativo, sin duda la unificación de criterios hace que el engranaje de un medio informativo (empresa) sea exitoso.

Cuando se habla de calidad periodística, el imaginario nos remite al periodista, al tema y a sus fuentes, pero muy pocas veces está presente el público para el cual va dirigido ese producto informativo.

De pronto el periodista escribe dentro de una burbuja que gira alrededor de sus inquietudes y preocupaciones, y casi nunca se cuestiona qué les hace falta a las audiencias.

Esta parte que no estudiamos del colectivo y que contribuye a la realización de textos a partir de temas por decisiones unilaterales, nos hacen invidentes.

Parece irrelevante pero la relación periodista-directivos es indicador de calidad. Por lo general existe un distanciamiento entre ambos que genera justamente ruido en la comunicación y diferencia en los objetivos.

Muchas veces se desprecian los manuales de periodismo y estilo, que son los parámetros para que la empresa en su conjunto camine hacia un mismo rumbo: misión, visión y propósito, pero también es un indicador de calidad el poderse ver desde afuera.

Los textos antes mencionados nos hablan de los comités editoriales internos para la concreción de los contenidos, pero también nos sugieren las autocriticas y la crítica externa, sin ellas no se pueden resolver los errores que ignoramos.

Por lo tanto, la calidad periodística requiere de un compromiso individual, corporativo y con las audiencias, hablamos de un conjunto de personas y acciones específicas.

Esto nos dice que debemos mirar más allá del papel y la pluma, de las vanguardias, de los géneros periodísticos y las nuevas tecnologías.

Esta reflexión nos insta a pensar, sí en nosotros, en los de adentro y en los de afuera, y encontrar y aceptar errores, porque estar conscientes de las debilidades es el mejor camino para llegar a un estado de calidad periodística.

Las preocupaciones del periodista

No obstante, en lo individual, si dejamos atrás a la empresa periodística, existen otras preocupaciones del periodista en lo individual, inquietudes generalizadas que tienen que ver también, con la calidad y la profesionalización.

El impacto de las redes sociales le ha dado no sólo la voz y opinión desmedida e incontrolable a diversos personajes de los sectores sociales sin que exista un filtro profesional del manejo de la información, porque hay que saber que una cosa es información y otra noticia.

¿Cuál es la diferencia? Que información puede ser un montón de archivos de una administración pública, pero noticia será el desvío de recursos que se identifica, se ordena y se redacta con pruebas para la audiencia, y para hacer ese hallazgo se necesita de una formación.

Si ingresamos a nuestros dispositivos móviles nos encontraremos con una gran cantidad de informadores que abordan diferentes temas desde la comedia hasta la crítica ácida, formatos que no están sujetos a la camisa de fuerza del quehacer periodístico, de ahí que surgen constantemente las “fake news” o noticias falsas.

De esta manera, el campo de trabajo del periodista se ha convertido en un depósito de voces sin control que no sólo opinan de manera personal, sino que se asumen como “profesionales de la comunicación” desplazando así al periodista.

Y aunque parezca sólo un tema de invasión de una profesión, uno de los indicadores que han generado que el problema avance es la falta de calidad y la profesionalización del periodista. Conceptos que van de la mano: desde una buena ortografía y sintaxis, hasta la seriedad y cantidad de las fuentes (más de una), así como la existencia de testigos y la verificación de datos.

Ante esta preocupación de quienes ejercen el periodismo, Mireya Márquez Ramírez, Doctora en Comunicación por la Universidad de Londres, Goldsmiths; y Maestra en Estudios sobre Periodismo por la Universidad de Cardiff, Gales; tiene una reflexión muy acertada.  

Considera que esto tiene que ver con el tema de la jurisdicción de la profesión y la sociología de las profesiones, al considerar que lo que diferencia a una profesión de otra es la delimitación del área de competencia.

“Nadie de nosotros sabe sacar un apéndice, o nadie de nosotros sabe litigar, en cambio estos señores sí pueden hacer “para-periodismo” o simular que lo hacen”.

Como investigadora afirma que existe toda una teoría basada en la cualificación y la des-intelectulización del periodismo, indicadores que le han abierto las puertas de la profesión a quienes no tienen la formación.

El periodismo de maquila o también llamado de “declaracionitis”, les ha facilitado el trabajo a todos los que han irrumpido en el periodismo de manera importante, que ya no permite a la sociedad saber qué es periodismo, qué es periodista, qué es información, qué es noticia y cómo identificar su calidad.

“Esto implica que entre más personas saben hacer lo que haces tú, más pueden intervenir y tener jurisdicción, por consecuencia eres menos profesional si todos pueden hacer lo mismo que tú, porque entonces se vuelve un proceso de manufactura”, explica Márquez Ramírez.

Ante los sujetos responsables del constante bombardeo de información de todos los temas, a través de todos los formatos y con toda la intensidad que nos da la naturaleza humana de la subjetividad, hoy el periodista se ha vuelto prescindible.

Según la integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) y académica titular en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, sostiene que en la medida en que el periodismo se profesionalice y recupere su jurisdicción, las cosas habrán de cambiar.

“Si los periodistas nos muestran que lo que ellos hacen no lo puede hacer más nadie; talento para escribir, talento para verificar y talento para corroborar, es como se puede fortalecer el campo periodístico y la profesión. Si uno mismo baja el nivel de nuestra profesión nos desplazan. Entonces ya no vamos al chamán, al acupunturista, regresamos al doctor para que nos quite el apéndice, porque los doctores tienen la juridificación para hacerlo”.

Nos leemos hasta la próxima.

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