Al igual que los seres humanos, las empresas nacen, crecen, se reproducen y mueren si no se cuidan y se vuelven ineficientes.
Quien funda una empresa generalmente inicia desde abajo. Tiene que luchar con denuedo para que su incipiente negocio no quiebre.
Su horario de trabajo no es de 8 horas diarias, sino a veces de 10 o 12.
Generalmente inicia al amanecer. Con frecuencia anochece y sigue laborando para preparar las actividades del día siguiente.
Así empieza el micro empresario. No tiene empleados que le ayuden, no tiene coche y mucho menos chofer. Renta un pequeño local o trabaja desde su casa. Su familia le ayuda sin recibir sueldo alguno.
Tiene que hacer un gran esfuerzo para pagar proveedores, conseguir clientes, vender sus productos, cobrar lo que vende a crédito, pagar la renta, la luz y los impuestos.
Este empresario es el primero que llega a su local para abrirlo y el último en irse al cerrarlo.
Trabaja mucho y ahorra todo lo que puede. Sufre privaciones. No sale de vacaciones y hasta se mal pasa con tal de atender su pequeño negocio. Al transcurrir los años, si sigue por ese camino, su micro empresa va saliendo adelante y creciendo a pesar de las dificultades que debe de enfrentar en un mundo tan competido.
Muchos años después, cuando llega la segunda generación, es posible que el micro negocio original sea ya una empresa estable y exitosa que emplee a un gran número de personas, tenga instalaciones propias, pueda pagar buenos sueldos e inicie su expansión hacia otras ciudades del país. Si las generaciones siguientes cuidan la empresa, vivirá ésta más años. De lo contrario, se irá a pique si los herederos la descuidan, se dedican a la holganza y a despilfarrar lo que tanto trabajo costó crear.
Toda empresa empezó siendo un sueño de su fundador, quien poseído de un espíritu de superación, la inició con la ilusión de triunfar, partiendo de cero. A ese emprendedor, nadie le regaló nada. Tuvo que empezar desde abajo. La necesidad de salir adelante lo hizo emprender algo nuevo por su cuenta y riesgo.
Los países en donde a los emprendedores se les dan mayores facilidades, progresan más rápido que los demás, porque como alguien lo describió perfectamente: “Cada empresa grande, mediana o pequeña es un motor que hace que la economía funcione, genere riqueza y conduzca al país al éxito”.
En cambio, difícilmente hay generación de empleos y por ende de riqueza en los países donde al empresario que apenas se está instalando le caen encima los inspectores, los sindicatos y para abrir su negocio debe obtener múltiples permisos y hacer un montón de trámites, (muchos de ellos redundantes e inútiles, inventados por una burocracia improductiva), porque son tantas las trabas que deben de enfrentar, que muchos emprendedores potenciales se desaniman y desisten.
Todo esto lo comento, porque quienes fundaron empresas que ahora son enormes y dan trabajo a cientos de personas iniciaron sus actividades con una mano atrás y otra adelante, venciendo todos los obstáculos. El hambre y la necesidad se juntaron para hacerlos reaccionar positivamente y luchar por su sueño.
Un empresario exitoso de Coatzacoalcos me comentaba que cuando era niño y llegó a esa ciudad, tenía que arrojarse al río para recoger los racimos de plátanos que caían de los barcos bananeros, porque no tenía para comer otra cosa.
No cabe duda que la adversidad aguza el ingenio y la prosperidad lo limita.
Todo esto lo comparto con ustedes, bastante preocupado, porque las actuales autoridades están regalándoles dinero a los estudiantes sin exigirles al menos que obtengan buenas calificaciones.
Todo esto va generando la costumbre entre la juventud de que puede recibirse dinero a cambio de nada. Que lo único que se requiere es estirar la mano para recibir algo que no se ha ganado a pulso.
Esto a la larga va creando una sociedad conformista y sumisa, integrada por pedigüeños, por vividores a costa del Estado, no por emprendedores.
Por cierto, lo que les regalan a los que no producen nada, no sale del bolsillo de los políticos, sino de lo que vía impuestos aportamos quienes sí producimos.
Por eso no alcanzan los recursos para carreteras, drenaje, hospitales; ni para comprar medicinas suficientes.
Así no creo que lleguemos como nación a ninguna parte.
Necesitamos que las futuras generaciones se acostumbren a luchar, a superarse, a trabajar y a sobre todo a emprender para poder triunfar.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y feliz inicio de semana.
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