Aclaraciones sobre Pablo Amílcar

delegado del gobierno federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval
- en Opinión

El miércoles pasado escribí sobre el delegado del gobierno federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval (https://url2.cl/Vr4Lf), quien ha sido objeto de aseveraciones temerarias e irrelevantes en el sistema legal. Han surgido algunas preguntas y dudas a las que respondo.

Primero. Hay un principio jurídico que sostiene que el que afirma tiene la carga de la prueba, lo que da sentido al principio de presunción de inocencia. Yo no tengo la obligación de probar que Sandoval no es culpable de ilícito o delito alguno, sino que quienes le imputan una conducta ajena a la ley deben ofrecer los elementos de sus dichos. La Corte sostiene: “…el principio de presunción de inocencia (da) lugar a que el gobernado no esté obligado a probar la licitud de su conducta cuando se le imputa la comisión de un delito, en tanto que el acusado no tiene la carga de probar su inocencia, puesto que el sistema previsto por la Constitución… le reconoce, a priori, tal estado”. (Amparo en revisión 1293/2000).

Segundo. Los señalamientos expresados en Reforma y Televisa contra Sandoval carecen de elementos mínimos que permitan que se judicialicen. No defiendo a Sandoval, defiendo a la noticia veraz. Se le acusa de no declarar una propiedad en una zona popular de Acapulco, que sí fue declarada, y que mereció las ocho columnas de Reforma. ¿En verdad alguien puede creer que ese dato inexacto es una noticia no sólo nacional, sino que merece la nota principal? ¿Ese dato es el equivalente a la Casa Blanca de Peña Nieto, a las casas de Luis Videgaray, a los negocios de los Duarte, Borge y tantos otros que lucraron con recursos del erario para su enriquecimiento personal?

Tercero. En Televisa, Denise Maerker, con datos que indica provienen de redes sociales, acusa a Sandoval de promoverse con programas sociales a su cargo. Ese cuestionamiento deriva de un video en el que alguien dice que esa labor es gracias a Pablo Sandoval. Y ese material se da por bueno. ¿Por qué no se presentaron las grabaciones, oficios o elementos que permitan mostrar un nexo causal entre esa persona y Pablo Sandoval para violar la ley? ¿No es posible que alguien hiciera un montaje con ese video? ¿No es raro que como nado sincronizado siguiera un ejército de mensajes en redes violando su derecho a la presunción de inocencia? En 1993, el Consejo de Europa aprobó el código de ética periodística, que en el artículo 4 establece: “La emisión de noticias debe realizarse con veracidad, a través de las actividades verificadoras y comprobadoras oportunas y con imparcialidad en la exposición, descripción y narración de los mismos”.

Cuarto. Siempre he estado a favor de que el quehacer público debe ser objeto del mayor escrutinio posible, pero esa labor no debe traducirse en un periodismo que, envuelto en la bandera de la libertad de expresión, desinforme, pues como apunta el artículo 21 del citado código: “El ejercicio del periodismo no debe condicionar ni mediatizar la información veraz o imparcial y las opiniones honestas con la pretensión de crear o formar la opinión pública… el legítimo periodismo de investigación tiene su límite en la veracidad y honestidad de informaciones y opiniones”. El rigor básico en el ejercicio informativo parece haberse perdido. Hay que encontrarlo por el interés público.

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