Un mitómano llamado Martín Vizcarra

"Perfil de un Lagarto. Retrato de un político con sangre fría" (Planeta, 2021) libro sobre el ex presidente peruano Martín Vizcarra
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Rodrigo Chillitupa/ Desde la Tierra de los Incas 

Uno de los requerimientos que la opinión pública le exige a una autoridad o al que aspire a serlo, es un mínimo de transparencia en sus actos. Es una regla básica en cualquier país que tenga un sistema democrático libre y justo. Tengo esta reflexión a partir de lo ocurrido hace unos días en Perú.

El último miércoles, un programa de televisión reveló que el expresidente Martín Vizcarra se vacunó en secreto contra la Covid-19. Recibió las dos dosis de la empresa china Sinopharm, la cual están proveyendo de las vacunas a Perú, en octubre pasado. Quiero confesar que el rumor de que Vizcarra se inmunizo me llegó en un mensaje vía WhatsApp, el 29 de enero pasado, en un chat grupal que tengo con otros colegas. 

No le seguí el rastro, pero el periodista Carlos Paredes sí y lo investigó más a fondo para incluirlo en su libro «Perfil de un Lagarto. Retrato de un político con sangre fría» (Planeta, 2021), donde cuenta al detalle cómo ocurrió esta historia sórdida que no solo involucraría a Vizcarra, sino a su familia y colaboradores que también habrían recibido en secreto las vacunas.

Para contextualizar: el 2 de octubre, día en que Vizcarra se puso la primera dosis de la vacuna, en Perú había 818.297 contagiados y 32.535 fallecidos por el coronavirus. Es decir, mientras la crisis sanitaria se agudizaba, la máxima autoridad del Estado peruano realizaba un acto muy cuestionable y desleal a espaldas de la ciudadanía que pedía -y lo sigue haciendo hasta ahora- una cama o un balón de oxígeno para sobrevivir.

«Tomé la decisión valiente de sumarme a los 12 mil voluntarios«, dijo Vizcarra tras conocerse el escándalo que lo tiene como protagonista y causante la última crisis política en el país. En la noche del viernes, la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, dejó su cargo tras el intento del Parlamento de censurarla por la vacunación secreta de Vizcarra.

A pesar de que Mazzetti dijo que no sabía nada del tema, los intereses políticos primaron y terminó por salir del Ministerio de Salud en plena segunda ola por la Covid-19. Felizmente, este vacío de poder se solucionó con la inmediata designación del médico Óscar Ugarte, quien es el quinto titular de la cartera desde que el virus llegó a Perú.

Pero volviendo a Vizcarra, lo hecho por él se enmarca en la clase de políticos peruanos que en la historia son recordados como los más grandes traidores y corruptos por sus viles actos. El caso que se menciona siempre es el del expresidente Mariano Ignacio Prado, quien nos abandonó en pleno inicio de la guerra con Chile en 1879. Sin embargo, también nos podemos remontar a lo ocurrido en los últimos 30 años con los gobiernos de Alberto Fujimori, condenado por delitos de lesa humanidad y corrupción, y de Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski, salpicados por el caso brasileño Lava Jato.

Martín Vizcarra no es la excepción. Ascendió al poder tras la renuncia de Kuczynski, a quien traicionó al conspirar con el fujimorismo y sus aliados. La prueba es que se reunió en secreto con Keiko Fujimori y designó a un congresista que impulsó el segundo proceso de vacancia contra Kuczynski. Después consolidó una popularidad que, sin duda, tuvo el apoyo unánime de la población porque se enfrentó a un Congreso que bloqueaba iniciativas importantes para el desarrollo del Perú.

Sin embargo, una ola de mentiras terminó por sepultar su credibilidad política. Trató de bloquear la investigación fiscal por los contratos a un amigo suyo, negó que fuera cercano a personajes vinculados a la más grande red de corrupción judicial en el país cuando las pruebas lo contradijeron, y se le descubrió que recibió millonarios sobornos cuando fue gobernador de la región Moquegua. A esto le añadimos el pésimo manejo de la pandemia: no aseguró ningún contrato para acceder a la vacuna contra la Covid-19 y tampoco ideo una estrategia con el fin de que la economía no termine golpeada.

A pesar de estos actos, Vizcarra quiere ser congresista. Postula por un partido que apoyó su destitución en noviembre pasado. Y tiene como aliado a Daniel Salaverry, quien fue uno de los impulsores de la inestabilidad política bajo la Administración de Kuczynski.

«Antes muerto que ver mancillada la bandera peruana», es un lema que nuestro héroe Alfonso Ugarte dijo, antes de tirarse al mar, al verse rodeado por las tropas chilenas durante la batalla de Arica. Un acto de amor por el país que, lamentablemente, jamás tuvo Vizcarra al vacunarse mientras miles de peruanos morían en los hospitales. Sin poder salvarse y en la indiferencia total.

@RodrigoCT_94

 

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