¿El fin de Juan Guaidó?

Juan Guaidó. líder opositor a Nicolás Maduro en Venezuela
- en Opinión

Por Rodrigo Chillitupa/ El Observador 

El 23 de enero del 2019, Juan Guaidó apareció como un político que le hizo frente sin temor alguno al dictador chavista Nicolás Maduro. Se autoproclamó como presidente interino de Venezuela y, por consiguiente, recibió el apoyo unánime de la comunidad internacional. Estados Unidos y la Unión Europea fueron sus más férreos y entusiastas garantes. Había esperanza en que Guaidó podría restablecer la democracia en un país quebrado en lo económico y dividido en lo social.

Dos años después, sin embargo, la cruzada que personifica ha perdido fuerza. Y una prueba es la reciente inhabilitación decretada por la Contraloría General venezolana contra él para que ejerza cargos públicos por 15 años. Una sanción que, si agregamos a la pérdida del liderazgo de la Asamblea Nacional donde el chavismo tiene el control absoluto, afecta seriamente la legitimidad política de Guaidó que, por cierto, según recientes encuestas de la empresa Datincorp lo muestran con 12% de respaldo popular.

Si hacemos un balance de sus acciones, Guaidó presenta resultados muy pobres. Efectivamente, tras asumir la encargatura de la presidencia venezolana, comenzó a nombrar varios embajadores en los países que le mostraron su respaldo. Logró que las Naciones Unidas, la OEA y el Grupo de Lima no reconocieran a ningún representante del chavismo. Lo que menciono es a nivel externo. El problema viene a nivel interno. Si bien lideró sendas movilizaciones iniciales en las calles contra el régimen, Guaidó no unió al país.

Y cuando me refiero a esto, analizo lo siguiente: claramente existe un sector de la población venezolana que es antichavista. No hay duda de ello. A lo que voy es que Guaidó no tuvo la capacidad para acercarse a los chavistas disidentes que repudian el manejo de Maduro en Venezuela. No le perdonan al actual dictador que haya desaprovechado el legado dejado por su mentor Hugo Chávez.

Evidentemente, esta movida estratégica de Guaidó hubiese permitido que no sea visto como un político que representa -enteramente- a los opositores, sino que forjaba una alianza con los que -en su momento- apoyaron a Maduro. Ese escenario habría sido muy interesante: antichavistas y chavistas disidentes fustigando contra Maduro. No tuvo olfato político para aprovechar esta posibilidad.  Como tampoco para reconstruir su relación con la oposición.

La Operación Gedeón, levantamiento armado del 3 de mayo de 2019 que buscó la salida de Maduro, terminó con la mayoría de sus promotores detenidos o en el exilio. Es decir, fue un fracaso. Este hecho tuvo repercusión en el liderazgo de Guaidó dentro de la coalición opositora, donde no terminó por consolidarse. María Corina Machado y Henrique Capriles, quienes se enfrentaron al chavismo, lo criticaron públicamente por no haber cumplido el rol que se le confió. En contraste, Leopoldo López -quien está exiliado en España- le mantiene su apoyo.

Entonces, las grietas son evidentes. Un líder, que desea enfrentarse a un dictador y la concentración absoluta del poder de su lado, debe contar con un musculo de respaldo inquebrantable para cualquier acción que realice. Guaidó no lo tiene. Como tampoco medidas.

Guaidó no logró reinstaurar la autonomía de los poderes en Venezuela, ni pudo emplazar a Maduro para que convoque a nuevas elecciones presidenciales con la presión de la calle.  Tampoco, el año pasado en plena pandemia de la COVID-19, desempeñó un papel clave. Trató de poner en agenda una propuesta sin éxito como la entrega de bonos a los médicos. Pero no se involucró con un tema clave: las vacunas. Este punto, al igual que acercarse a los chavistas disidentes, tampoco fue aprovechado por Guaidó.

Mientras el régimen de Maduro mostraba sus deficiencias estructurales ante el avance del virus, el líder opositor pudo haberse embarcado en negociaciones con los laboratorios extranjeros que producen las vacunas contra la COVID-19. Esto fortalecía su liderazgo ante la población y la comunidad internacional en circunstancias tan trágicas como la que se observan en los últimos meses por esta enfermedad. Pero, una vez más, desperdició la oportunidad.

Los errores de Guaidó le han servido al chavismo. El régimen de Maduro posee el control del sistema institucional venezolano a punta de represión y censura, mientras el líder opositor sufre un desgaste que solo se sostiene en el liderazgo de una comisión delegada reconocida por el Parlamento Europeo y Estados Unidos. Sin embargo, ese cheque de apoyo puede expirar si no hay resultados concretos o, aunque sea, avances importantes. Hasta ahora, Guaidó no tiene ni uno ni lo otro. Venezuela tiene un porvenir incierto.

@RodrigoCT_94

Comentarios

  1. Nunca tuvo una base popular, siempre se le ha mirado como un títere de los intereses norteamericanos y europeos, no representa una opción de mejora política en el hermano país de Venezuela, sólo un «quítate tú pa’que tome yo».

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