La «farsa» del Mando Único de Gabriel Álvarez alcalde de Playa Vicente

La policia de la región nada pudo hacer para evitar ejecución

Xalapa, Ver,. Con el agua al cuello por las constantes presiones de la delincuencia organizada, en mayo del 2020, Gabriel Álvarez López, alcalde de Playa Vicente, se acercó a sus vecinos de San Juan Evangelista para rogar, implorar, que le echaran la mano a conformar una policía que lo ayudara a contener las embestidas de la célula delictiva de Los hermanos Jacinto y Alberto Rodríguez, Los Piñas.

Fresco estaba en la memoria el enfrentamiento entre policías municipales de San Juan Evangelista contra unos 40 pistoleros que mandaron a Los Piñas a Juanita, San Juan Evangelista, el 24 de agosto de 2019, José Luis Gómez Nájera.

Ese grupo de sicarios iba encabezado por los más fieros pistoleros de Los Piñas, Reinaldo Patiño, alias El Pelón de Abasolo; Leonardo Vargas Alcántara, El Fercho, y alias El Zurdo.

Ese enfrentamiento se dio después de que los pistoleros, en bola, cobardemente, asesinaran a Gómez Nájera en Juanita, y en su ruta de escape rumbo a Playa Vicente, se toparon con un par de patrullas de la municipal de San Juan Evangelista, que estaban en esa villa, y al escuchar los disparos en la casa del licenciado, rápidamente se acercaron.

Las patrullas toparon las camionetas de los malandros en su escape a Playa Vicente, les cerraron la huida y comenzó un cruento enfrentamiento de casi una hora.

Esas dos patrullas, con menos de 10 elementos, hicieron frente a esa pelotera de más de 40 agresores que portaban todos armas largas de uso exclusivo, y al darse a la fuga, dejaron abandonadas cuatro camionetas. La mayoría de los facinerosos cogió para el monte, heridos, y otros muy asustados.

Antes de que arribara la Sedena y la SSP para reforzar a los municipales, esos policías ya habían hecho correr a los más bravos matones de Los Piñas, que en esa ocasión demostraron que no eran tan bravos, y que sólo eran efectivos en montón, contra inocentes y personas que no tenían con qué defenderse.

Lo que no sabían esos matones, es que esos policías municipales no eran los elementos comunes que ellos estaban acostumbrados a sobajar en los municipios aledaños a Playa Vicente, a los que amenazaban o corrompía con unos cuantos pesos para poder hacer su voluntad.

La mayoría eran ex oficiales y ex elementos de fuerzas especiales de otras corporaciones que fueron reclutados por las autoridades municipales de San Juan Evangelista como parte de un ambicioso proyecto para abatir a la delincuencia, el robo de ganado y el pillaje, una corporación municipal con elementos bien pagados, con capacitación, cursos en fuerzas especiales, y sobre todo, con capacidad de fuego y munición para repeler agresiones de la delincuencia.

En menos de dos años, los índices de robo de ganado fueron abatidos, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, además, el robo de transporte de carga, el secuestro, el robo de comercio, y demás delitos en general. Esto le ha sido reconocido al alcalde de San Juan, Andrés Valencia, en numerosas mesas por la Construcción de la Paz.

Ante estos resultados de sus vecinos, con un municipio asolado por la delincuencia, docenas de desaparecidos, familias masacradas por venganzas, el panista Gabriel Álvarez y el priísta, y ex alcalde, Abdón Márquez Márquez, arribaron a San Juan Evangelista el 26 de mayo pasado a pedir que los auxiliaron con la conformación de un cuerpo de policía similar en capacidad de fuego y operatividad ya que el gobierno del estado había instalado a la Fuerza Civil en Playa Vicente a raíz del escándalo de las fosas clandestinas y las desapariciones reportadas entre febrero y marzo del 2020.

Y es que Gabriel Álvarez y Abdón Márquez -quienes son los que se han venido traspasando el poder en los últimos 10 años en esa cabecera- temían que Los Piñas les hicieran daño después de que este par de ricachones les dieran la espalda tras el escándalo de las desapariciones, lo que puso a Playa Vicente y a su ayuntamiento en la mira del gobierno del Estado, y obligó a Gabriel y a Abdón a alinearse al discurso del Gobierno estatal que declaró la guerra a Los hermanos Beto y Jacinto Rodríguez, que a raíz de esa incursión de la Fuerza Civil tuvieron que abandonar Playa Vicente y desde entonces viven a salto de mata.

Debe contextualizarse que Playa Vicente, durante los últimos años, ha habido cogobierno entre autoridades y capos locales, primero bajo el yugo de Leonardo Hernández, Don Leo o El Brujo, y tras su asesinato, en abril del 2018, arriban al poder Los Piñas y Reinaldo Patiño El Pelón de Abasolo. En ese escenario, los grupos políticos de Álvarez López y de Abdón Márquez Márquez, elección tras elección, se venían pasando el poder a conveniencia y de acuerdo con los intereses de los grupos delictivos.

En San Juan Evangelista les dieron todo el apoyo para conformar el cuerpo de policía ante la incapacidad y la infiltración de la municipal de Playa Vicente, que operaba en su mayoría para los malandros. Se les ayudó a reclutar oficiales capacitados, de expedientes limpios, y elementos capacitados en el manejo de situaciones de alto impacto para enfrentar un posible reagrupamiento de los delincuentes.

Además, se les indicó cada uno de los pasos a seguir para que esos oficiales tuvieran mando, dirección y que dieran resultados, armarlos y comprarles el equipo táctico adecuado y suficiente.

En poco tiempo, esos oficiales se ganaron el respeto de los ganaderos y de las personas de Playa Vicente y de la Región, y Gabriel Álvarez y Abdón Márquez Márquez comenzaron a sentir las embestidas de los grupos delictivos y de los ciudadanos que cada vez les exigían más resultados para parar los ríos de sangre, los despojos de ranchos, las desapariciones y el robo de muchachas de comunidades que eran levantadas por los pistoleros de los Piñas para violarlas, si es que no querían ser sus novias por la buena.

Al par de políticos zorrunos no les quedó de otra más que decir que esa policía de élite les había sido impuesta por el gobierno de Veracruz, lo cual es completamente falso, ellos mismo la buscaron con sus vecinos de San Juan Evangelista, a los que les dieron la espalda una vez que políticamente en el municipio no les ha ido bien.

Durante unos meses, el alcalde azul y el ex alcalde y ganadero priísta se echaron aire con sombrero ajeno y se las daban de valientes al decir que ellos habían plantado cara a los malos creando esa policía, algo que el pueblo nunca les creyó, pues era bien sabido en el pueblo que los responsables de la seguridad realmente eran los aliados de San Juan Evangelista.

En cuestión de meses, las calles de Playa Vicente quedaron limpias de delincuentes por los golpes asestados por la Secretaría de Seguridad Pública y la tarea de contención de la policía de élite confirmada con la ayuda de San Juan Evangelista.

Negocios que estaban cerrados, volvieron abrir; rancheros adinerados que se habían exiliado para no ser asesinados o secuestrados, volvieron a sus casas; los parques estaban llenos de personas que salían libremente, ya no había caravanas de hombres armados, encapuchados, circulando libremente amenazando y levantando al que se les ponía enfrente; las motos que te alcanzaban en la entrada del municipio cuando ibas entrando al pueblo para cuestionarse sobre tu destino, dejaron de circular; los puntos de venta de droga, se cerraron; los narcomenudistas vivían aterrorizados al saber que «Los Pintos», como se bautizó a esos oficiales de élite, los fueran a detener porque se impuso una prohibición a la venta de droga…

los ranchos que fueron despojados para que los ocupara la delincuencia, en su mayoría, se regresaron a sus legítimos propietarios, y los domingos, desde las siete de la mañana, el comercio y las actividades en Playa Vicente volvieron a ser los de antaño. Después de eventos tan turbulentos, se alcanzó la paz.

Pero ahora que en San Juan las corrientes políticas han cambiado, Álvarez López, fiel a su personalidad doble cara, rompió lazos con San Juan Evangelista, y hizo su berrinche haciendo menos a Los Pintos o policías de élite, al aglutinarse en «un mando único» que los habitantes de ese municipio ven como una farsa más del famoso «chaparrito azul».

La policía de élite fue «revuelta» con los elementos municipales originales de Playa Vicente, que estaban bajo sospecha por infiltración antes de que llegara la ley a poner orden en ese municipio donde los delincuentes se paseaban tranquilamente con la complicidad de los grupos políticos locales.

Una anécdota describe de cuerpo completo a Gabriel Álvarez:

Un día, siendo alcalde, un convoy de delincuentes iba circulando en la zona urbana de Playa, y por un bache que ya llevaba mucho tiempo siendo reportado al municipio, una de las camionetas se volteó y varios pistoleros se accidentaron.

Una llamada del jefe de la delincuencia fue bastó para que el municipio costeara los daños de la camioneta siniestrada, las curaciones a los malandrines accidentados, y claro, ese mismo día una cuadrilla de obras públicas reparó ese bache y otros tantos más para que las caravanas de los malandros no volvieran a ser afectadas.

Voces acreditadas en la zona, no descartan que, con este mando único, los políticos locales de Playa (que buscan perpetuarse y seguir succionando el recurso público), intenten darle un uso electoral de cara a los comicios del seis de junio para que el PAN no pierda el poder.

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