Veracruz, Ver.- Las porteñas salieron a pesar de la pandemia, dejaron una nueva huella con su cadena humana, con su fuerza en la garganta y el ánimo, con sus ganas de decirle basta al depredador y al macho violento, al feminicida y al violador que acecha en las calles. Con esa presencia se “encadenaron” unas a otras en el bulevar la gran mayoría eran muy jóvenes casi adolescentes.
A muchas de estas adolescentes les acompañaron sus padres quienes se quedaban en los autos esperando el fin de la protesta, pero no había un término como tal de la movilización, cada quien iba saliendo según sus tiempos.
En medio de las luces del tráfico de inicio de semana en apoyo a las mujeres que se atrevieron acudir al Bulevar de Veracruz para participar en la “cadena de jarochas” a la que se convocó a las mujeres de todas las edades y estratos sociales para exigir alto a la violencia feminicida y a todos los tipos de violencia contra las mujeres.
Hacia la noche cada vez había más mujeres de todas las edades pero en su mayoría ya eran adolescentes, casi niñas y jóvenes universitarias, el bulevar de Veracruz se llenó de mujeres que ya llevaban en sus carteles leyendas en la que le dicen “Hermana” a otra mujer y le prometen cuidarla y buscarla si algo le llega a pasar.
La protesta pacífica de la cadena de jarochas se caracterizó por los cánticos a capella de las participantes y la cero inhibición de sus exigencias, ellas gritaban la “Canción sin miedo” que se ha vuelto el himno de las mujeres en México de la artista Vivir Quintana.
“Nos queremos vivas”; “Ni una menos”; “No estás sola”; “Yo sí te creo”; “Nos tocan a una, respondemos todas”; “Hermana yo te cuido”; “Basta de violencia”; “El patriarcado se va caer”; fueron decenas de frases que se repetían en cartulinas fluorescentes o en blanco, escribieron en hojas de cuaderno o en cartones.
No hubo restricción, todas se expresaron, caminaban tomadas del listón morado que llevaban por el bulevar porteño, a veces algunas mujeres pasaban caminando sin voltear a verlas otras se unían o aplaudían desde sus autos; ante la afluencia significativa se dispuso de operativo para apoyar en el tráfico para evitar algún accidente.
El bulevar tenía un murmullo del agua que se entrelazaba con los cánticos feministas y el claxon aprobatorio de automovilistas, las manifestantes iban con cubrebocas, careta; algunas llevaban a sus mascotas ataviadas con pañoletas moradas o verdes como ellas.
La presencia de muchos varones jóvenes se hizo en el lugar, eran igualmente adolescentes o estudiantes de universidad quienes acompañaban a sus novias, amigas o hermanas menores; se quedaban por prudencia en los autos o en cierta distancia mirando a lo lejos que no sucediera nada.
Incluso algunos de ellos iban apoyando a tránsito para desviar el tráfico y evitar accidentes; también había muchos otros hombres que observaban a las mujeres y su protesta desde la comodidad de una mesa de café de los muchos que hay en el bulevar de Veracruz; no se acercaban pero tampoco de lejos apoyaban solo observándolas.
Bien entrada la noche cuando acabaron de empotrar la “antimonumenta” procedieron a pintarla de morado con letras blancas, quedó en medio de la Plaza de la Soberanía y dijeron harían guardias para evitar lo retiren; ya que al mediodía vinieron empleados de Gobernación municipal intentando que no instalaran nada, fracasaron, ahí quedo con la leyenda “Ni una Más”; mientras la cadena se dispersó conforme avanzó la noche.
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