Polarización e incertidumbre en Perú en elecciones presidenciales este 11 de abril

Con 18 candidatos, los peruanos eligen presidente en medio de la inestabilidad política que vive el país por elevada corrupción y muertes por COVID19
- en Opinión

Este domingo 11 de abril se realizarán las elecciones generales en Perú. Será el cuarto proceso electoral consecutivo desde el retorno de la democracia al país en el 2000. Sin embargo, en la actual coyuntura, poco o nada enorgullece. La variante brasileña de la Covid-19 sigue propagándose y la crisis económica se acentúa. En medio de este escenario, la fragmentación política de la campaña electoral aporta su cuota de incertidumbre.

En el partidor hay 18 candidatos, pero solo seis tienen grandes posibilidades de asumir el gobierno el próximo 28 de julio. Lo particular, ahora, es que según los sondeos de opinión nadie tiene una intención de voto importante. Apenas rozan el 10%. Y los indecisos y los en blanco y viciado los superan largamente. Una razón para que se presente tal panorama es la crisis política interminable durante este quinquenio que se va y la corrupción generalizada por el caso Lava Jato.

Ahora bien, tal como señalábamos, seis aspirantes disputan voto a voto para ser el próximo presidente. La derecha e izquierda juegan sus partidos apartes. Y el centro busca colarse en ese trayecto. La polarización ideológica en su máxima expresión.

Por la derecha, hay tres candidaturas: Keiko Fujimori, Hernando de Soto y Rafael López Aliaga. Hace dos semanas, López Aliaga estaba rumbo a ser la apuesta del elector que tiene simpatía ideológica por este extremo. Sin embargo, este empresario multimillonario cometió una serie de errores que le costaron votos: alianzas con sentenciados por asesinato, denuncias por manejar ebrio, una elección irregular de sus candidatos al Congreso y no pagar sus deudas tributarias. Finalmente, ataca constantemente a la prensa.

Con estos hechos, López Aliaga -quien buscaba ser una combinación de Donald Trump y Jair Bolsonaro- se desinfló electoralmente y ha dado paso al ascenso de De Soto. Este reconocido economista liberal de 80 años postula por un partido que no comulga con su ideología. Al contrario, busca sobrevivir políticamente. Sobre De Soto, en los primeros meses no hizo campaña presencial por varias regiones del país. En un momento se pensó que perdía apoyo por un hecho: se vacunó a escondidas en Estados Unidos.

Lejos de acabar con sus aspiraciones políticas, De Soto se fortaleció y es visto como la alternativa moderada por parte de la derecha. Además, lo comparan con el expresidente Pedro Pablo Kuczynski. Las últimas encuestas lo muestran con grandes posibilidades de ser presidente. Sin embargo, tiene como rival a Fujimori, quien perdió en la segunda vuelta en las dos últimas elecciones (2011 y 2016). Paradójicamente, De Soto fue asesor del expresidente Alberto Fujimori en los noventa y de su hija Keiko. Ahora son rivales.

Si se analiza quién tiene más chances de llegar al gobierno, Fujimori tiene menos que De Soto porque, además, enfrenta un pedido de cárcel debido a las graves irregularidades en sus aportes de campaña.

Por el lado de la izquierda, la lucha es más fuerte. A lo largo de la campaña, los excongresistas Yonhy Lescano y Verónika Mendoza se ha disputado el voto de, por ejemplo, el sur peruano. En ese contexto, Lescano le fue ganando la pulsada a Mendoza por el gran aparato político que le brinda su partido Acción Popular y que tiene a diferencia de Mendoza, quien no llegó a inscribir a su partido y optó por una coalición con otras izquierdas.

Sin embargo, ambas candidaturas se han visto amenazadas por el ascenso de un maestro sindicalista llamado Pedro Castillo. En los últimos días, este personaje ha congregado a miles de personas en las plazas de las regiones más olvidadas por el Estado peruano a lo largo de varios años. Su discurso antisistema ha calado fuerte en un sector de la población cansada por el modelo económico que, en esta pandemia de la COVID-19, mostró las grandes desigualdades sociales que provocó el incremento de la pobreza. Las últimas tendencias indican que Castillo tiene una subida expectante. Su perfil es conservador (no está a favor del aborto, del matrimonio gay, la eutanasia y la legalización de la marihuana) y sus ideas son inverosímiles (eliminar el Tribunal Constitucional e invertir 10% del Producto Interno Bruto (PBI) para educación y salud, respectivamente).

En medio de esta guerra ideológica, el centro ha quedado sin espacio. Los candidatos George Forsyth y Julio Guzmán han buscado posicionarse como alternativas no radicales como los antes mencionados. Sin embargo, la retórica populista y demagógica los ha dejado fuera de juego y eso se muestra en los sondeos, donde Forsyth sale del pelotón de los primeros lugares y Guzmán está a un paso de ubicarse en el rubro otros candidatos.

Sea cual fuese el resultado del domingo, aparentemente, el Perú tendría cinco años más de inestabilidad política porque el Ejecutivo tendría a una persona de un partido y el Congreso sería dominado por la oposición.

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