Cuando el estado se apropia de todo

En un país socialista se colapsa a la economía y la pobreza crece, la gente se conforma con lo poco que el Estado les quiera dar en educación salud, alimentación, etc

A estas alturas del nuevo siglo y del nuevo milenio, hay quienes todavía creen que el comunismo es la solución a la desigualdad social.

En parte tienen razón. La desigualdad social se reduce con el comunismo, porque al colapsar la economía, todos los ciudadanos quedan igual de pobres.  

Eso no es todo. Al eliminarse la propiedad privada, porque el estado se apropia de ésta confiscándola, se pierde el incentivo de trabajar para progresar.

De nada sirve prepararse mejor y esforzarse más, si todos los ciudadanos viven con las mismas privaciones.

En los países comunistas, los trabajadores no pueden hacer huelgas para pedir mejores salarios ni mejores condiciones laborales, porque el único patrón es el estado y exigirle a éste es confrontarlo y ser tachado de traidor a la patria y mal ciudadano.

En las pocas naciones donde aún subsiste el comunismo, el estado es el   dueño de todo. Es la ley, el patrón, el partido único y la patria. Para sostenerse en el poder, a pesar de los malos resultados económicos que provocan mayor pobreza, las libertades se suprimen y se controlan a los medios de comunicación, para que solo transmitan la versión oficial.

Mediante la propaganda convenientemente manipulada y dosificada, los fracasos constantes se exhiben como logros exitosos y la pobreza como austeridad republicana.

También se ahoga a la disidencia mediante el espionaje, la represión y la aplicación de un catálogo variado de epítetos tales como contrarrevolucionarios, lacayos del imperialismo, gusanos, traidores a la patria y otros peores.

Para ocultar los errores cometidos, se buscan enemigos a quienes achacarles todos los males. Así las culpas derivadas de la incompetencia de sus gobernantes se achacan a personas o grupos, reales o imaginarios. También a los gobiernos anteriores. De esa manera el rencor y la animadversión social son convenientemente canalizados hacia terceros, lo que libra de culpas a los gobernantes actuales.

Para crear generaciones afines a sus proyectos se trastoca la historia, se ideologiza a los niños y jóvenes desde las escuelas y se les quita a los padres de familia la patria potestad de sus hijos.

El contraste es tan grande entre una economía socialista y otra de libre mercado, que por ejemplo un taxista de origen cubano que trabaja en Miami Florida puede mandarle apoyo económico a un familiar que vive en la Habana, a pesar de que este último  es nada menos que un científico.

Todo esto resulta ser como el mundo al revés.

Ojalá y México nunca caiga en el comunismo, porque si ahora estamos mal, nos iría peor.

¿No les parece a Ustedes?

Muchas gracias. Hasta pronto.

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