Pedro Castillo: el último outsider en Perú

El maestro sindicalista de izquierda radical Pedro Castillo Terrones se impuso con el 20% de intención de voto en la primera vuelta en las recientes elecciones presidenciales de Perú, la tierra de los Incas.
- en Opinión

El último domingo 11 hubo una sorpresa al momento de presentarse el flash de las elecciones generales en Perú. El maestro sindicalista Pedro Castillo Terrones se impuso con el 20% de intención de voto en la primera vuelta. Una semana antes de los comicios, las proyecciones de las encuestadoras no mostraban su pase a la segunda vuelta. Lo ubicaban en un expectante sexto lugar. ¿Qué pasó para que este candidato de izquierda radical llegará a una instancia decisiva como una segunda vuelta? Podemos enlazar antecedentes históricos y lo que ocurre en la actualidad.

En 1990, la grave crisis económica y el avance del terrorismo marcaban el final del primer gobierno de Alan García. En esa ocasión, el reconocido escritor Mario Vargas Llosa y un ingeniero desconocido llamado Alberto Fujimori disputaron la presidencia. Al igual que Castillo, las encuestadoras no predijeron la aparición de Fujimori en el tablero político. En las dos últimas semanas de la campaña, creció de su 2% al 25% y -después- ganó ampliamente las elecciones a Vargas Llosa, quien era el claro favorito de aquella época.

Lo ocurrido hace treinta y un años tiene un escenario similar ahora. La pandemia de la Covid-19 ha golpeado mucho al país -en lo social y lo económico- que, antes del virus, sufría de la inestabilidad política por las pugnas entre el Congreso y el Gobierno. En ese escenario, donde el sistema institucional se ha visto seriamente golpeado y desacreditado ante la opinión pública, la irrupción de opciones radicales y populistas contra el statu quo tuvieron acogida por parte del electorado. Y a eso llegamos con el caso de Pedro Castillo.

Empezamos por su carrera en la política. Castillo, de 51 años, es oriundo de la provincia de Chota, en la región Cajamarca. Allí trabaja como maestro. Entre 2005 y 2017 fue dirigente de la desaparecida agrupación Perú Posible, del expresidente Alejandro Toledo. Precisamente, en 2017, se hizo conocido por haber liderado una serie de protestas contra ley de evaluación periódica de los docentes propuesta por la entonces Administración de Pedro Pablo Kuczynski.

Después de este suceso, a Castillo se le perdió el rastro hasta que apareció en la actual escena electoral. Se convirtió en el candidato presidencial del partido izquierdista Perú Libre. Esta formación tiene como base a la región Junín. Su símbolo es un lápiz que representa el compromiso político con los maestros del país. Y eso se evidenció en la campaña. Castillo tuvo a su favor la movilización del magisterio para exponer sus propuestas al electorado. Conectó con organizaciones y sindicatos sociales que le ofrecieron su apoyo en las urnas.

Y los resultados saltan a la vista: salió ganador ampliamente en el sur andino como Arequipa, Cusco, Puno, Huánuco, Apurímac, Madre de Dios, Huancavelica, Moquegua y Tacna. Un contexto diferente que observamos con Lima, donde quedó séptimo. Ahora bien, Castillo tiene por delante varios pasivos por aclarar, deslindar y explicar.

El primero es su vínculo con una organización de fachada del grupo terrorista Sendero Luminoso en las protestas del 2017. Y hay pruebas claras: cinco congresistas electos por su partido fueron sindicados por un informe de la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) de ser participes del Comité Nacional de Reorientación del Sutep (Conare-Sutep), un sector radical del magisterio que para la policía está vinculado al Movadef.

Lo segundo es lidiar con la influencia del líder de su partido, Vladimir Cerrón, quien fue sentenciado a cuatro años de prisión por el delito de corrupción en el 2019. Cerrón es un personaje controvertido. En varias ocasiones ha reivindicado que su base ideológica es socialista-marxista-leninista-mariateguista. A ello se agrega, además, su posición ultraconservadora como su rechazo al aborto y el matrimonio gay. También tiene ideas xenófobas y antisemitas.

Finalmente, argumentar la viabilidad de su plan de gobierno que tiene como punto de partida la redacción de una nueva Constitución. Ese es el primer paso para implementar un nuevo modelo económico que distribuya en igualdad la riqueza para el pueblo, invertir más en la educación y la salud. Además, planea regular los medios de comunicación, impulsar leyes antimonopolio en comunicación y salud, pagar la deuda social, eliminar la inmunidad y formalizar la minería ilegal.

A Castillo se le ha pedido firmar una hoja de ruta, donde se comprometa a respetar la institucionalidad del país tal como lo hizo el expresidente Ollanta Humala al moderar su discurso radical para capturar el voto de los electores ubicados ideológicamente en el centro en el 2011. En el partido de este maestro no contemplan esa posibilidad. Han señalado que sería traicionar a los electores que votaron por ellos al considerarlos como una alternativa de “cambio”. Las próximas semanas serán decisivas. Se avizora una segunda vuelta muy disputada.

Comentarios

¡Síguenos!

A %d blogueros les gusta esto: