La política de los gestos

Los dos candidatos, el sindicalista Pedro Castillo y la ex congresista Keiko Fujimori se disputan la presidencia en Perú, el de izquierda sin propuestas y la derechista acusada de corrupción e investigada por fiscalía
- en Opinión

El clima de la segunda vuelta en Perú se agita. Los dos candidatos, el sindicalista Pedro Castillo y la ex congresista Keiko Fujimori, se han comenzado a lanzar acusaciones y retos que ha provocado un mayor interés de la ciudadanía. Ahora bien, más allá de estos dimes y diretes, lo mostrado por ambos aspirantes a la presidencia ha sido, digamos, muy pobre. Tanto en los gestos como en las propuestas.

En el caso de Castillo, quien lidera las encuestas con una ventaja entre 10 a 15 puntos, no ha realizado mayores cambios en su discurso. El radicalismo sigue siendo su marca personal. No ha tratado de acercarse al centro para captar más votos. Insiste en que haya más Estado, pero se contradice al proponer la desactivación de varias instituciones fundamentales como el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo.

A esto se añade que no tiene un plan de gobierno. Si una persona del extranjero entra a la página oficial de la autoridad electoral (Jurado Nacional de Elecciones) se encontrará con una gran sorpresa: Castillo no aparece por ningún lado en el documento que sería la guía de un hipotético gobierno suyo. Por el contrario, quien sí está es el secretario general y dueño de Perú Libre -plataforma por la que postula  Castillo- Vladimir Cerrón, exgobernador regional con una sentencia por corrupción.

En ese plan de gobierno -definido ideológicamente como marxista, leninista, maoísta y mariateguista- hay propuestas muy inviables como destinar el 10% del Producto Interno Bruto (PBI) para los sectores salud y educación; salirse de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y regular la libertad de expresión de los medios de comunicación. Eso sí tiene como referencias de gobierno a lo hecho por Evo Morales (Bolivia) y Rafael Correa (Ecuador).

Castillo ha dicho que no va gobernar con ese plan. Sin embargo, tampoco menciona cuáles serían sus propuestas si es elegido presidente en junio. Tampoco reveló quiénes son sus colaboradores. En el tema de alianzas solo se ha dado un acercamiento con otro sector de la izquierda que propuso a la ex congresista Verónika Mendoza. De ahí, no se dieron conversaciones con otros grupos políticos.

En el caso de Fujimori, quien intenta ganar la presidencia por segunda vez, hay indicios también cuestionables. Lo primero es que ella está siendo procesada por lavado de activos, obstrucción a la Justicia, fraude en procedimiento administrativo y falso testimonio. En marzo pasado, la fiscalía pidió 30 años de prisión para Fujimori. Si ganara la elección, la ex congresista quedaría absuelta del proceso hasta el 2026.

En lo que respecta a su campaña, Fujimori es muy débil a comparación del 2011 y 2016. Evidentemente, el proceso judicial que afronta provocó una disminución en su aceptación ante la opinión pública. Apeló al voto duro cultivado por su padre, el expresidente Alberto Fujimori, lo cual le permitió estar en la segunda vuelta. De momento, su discurso de esta decisiva instancia gira en torno a una lucha contra el comunismo que representaría Castillo. Hasta el momento no le ha funcionado.

En referencia a su plan de gobierno, Fujimori sí lo tiene. Pero presenta una serie de generalidades que, sin duda, no provocan un mínimo de confianza de que la situación mejore con ella en la presidencia. Además, presentó hace unos días a su equipo técnico que está compuesto por viejos cuadros del régimen fujimorista de los noventa con graves acusaciones por corrupción.

Respecto a las alianzas, la derecha se está agrupando en torno a la candidatura de Fujimori. Pero, además, viejos críticos de ella como el premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, le han expresado su respaldo público al considerarla como el ‘mal menor’ en estas elecciones. El gesto del afamado escritor, vale recalcar, golpeó un poco a la corriente del antifujimorismo que lo consideraba como su líder natural en los últimos años.

Bajo este panorama, mayo será un mes de decisiones. Castillo y Fujimori deben entender que recibirán un Perú en una grave crisis económica y sanitaria por la Covid-19. Más allá de las puyas, lo prioritario es que resalten más sus propuestas y así el elector decida

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