Así son

Las cosas caen por su propio peso se desinfla el proyecto moreno
Ricardo V. Santes Álvarez/ Matices
Se ha dicho que lucran y hasta se regocijan con la desgracia de la gente. Así es. Así ha sido por muchos años. Distintivos de los malquerientes de México son mezquindad y desprecio a los demás. ¿Quién puede dudarlo cuando se recuerda que pobreza, exclusión y desigualdad han sido desgracias que han consentido porque de ellas se han beneficiado?
Ayer estaban en el poder; sacaban raja y disfrutaban la penuria ajena. Hoy que han perdido los puestos de privilegio y se convirtieron en facción rabiosa que critica todo lo que impulsa el gobierno sin presentar alternativa seria, siguen siendo los mismos. La imagen donde posaron para la cámara teniendo como telón de fondo el terrible accidente de la Línea 12 del Metro pinta a esos carroñeros de cuerpo entero: lucran y gozan con la desdicha.
Ayer como hoy, en plenas campañas electorales, personajes de esa calaña ofrecen dinero a futuro en tarjetas de plástico, despensas para paliar el hambre por un rato, garantías de que llevarán a la colonia agua potable, drenaje, transporte, seguridad, etcétera. Afirman a la ciudadanía que ellos son quienes van a sacarle del atolladero. Todo, a cambio del voto que les pondrá en el cargo público por varios años, aunque al ciudadano le hayan apapachado sólo un día de campaña, cuando tuvieron que ensuciarse los zapatos y atreverse a visitar su comunidad. Sí, ofrecen todo eso y más, a sabiendas que nunca darán soluciones definitivas a los problemas porque si ello ocurre habrán terminado con la gallina de los huevos de oro.
La cosa no para ahí. Otros que antes poseían poder ahora lo siguen detentando porque tomaron la feliz decisión de brincar a las filas del partido ganador, y fueron recibidos con los brazos abiertos. ¿Acaso dejaron de ser como eran y actualmente asumen el estandarte de no mentir, no robar y no traicionar con total convicción? Muchos lo dudan y proponen que, pasado el proceso electoral, deberá hacerse corte de caja y limpiar la casa. Esperemos que así sea, pues está visto que las peores alimañas se encuentran no solamente afuera sino al interior de la fórmula en el gobierno.
La tragedia de la Línea 12 desvela la podredumbre con que se realizan, supervisan y mantienen obras; donde servidores públicos y empresarios se coluden para conseguir pingües ganancias. Reafirma asimismo la mezquindad de opositores miserables que pretenden obtener ventaja política del dolor del pueblo… así son.
A pesar de los carroñeros, el ejecutivo federal sigue avanzando en el ordenamiento de esta gran casa llamada México; aunque es claro que hay muchísimo por hacer. No obstante, lo trascendental no es únicamente la voluntad gubernamental porque las cosas cambien; también, el hecho que en la mayoría de mexicanos existe acuerdo que la transformación siga y se logre un país mejor. Lo tendremos.

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