El monólogo y el espejo; la república de Narciso

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- en Opinión

Contento por haber recibido a tiempo en el Palacio Nacional su propia invitación para acudir al Palacio Nacional a escuchar las palabras del habitante del Palacio Nacional, el presidente de la República le presentó al pueblo la décima versión de su monólogo sobre los avances del mecanismo transformador de la historia de México; es decir, su gobierno.

Y no lo hizo en una ocasión significante, no. Lo hizo cuando se conmemora el tercer aniversario de su triunfo electoral, cuyo significado supera cualquier trámite de ejercicio del sufragio. No se trata de una ganancia partidaria, de ninguna manera.

Es —ni más ni menos—, el Tercer Año del Triunfo Histórico Democrático del Pueblo de México. Ándele, tenga para que aprenda, dice YSQ.

Ufano, frente al espejo de cuerpo entero —ventana mágica—, a través del cual le habla a la nación favorecida por sus fervores laborales y su incansable tarea en beneficio de los menesterosos, pobres, humildes, indios, campesinos despojados, trabajadores sin patria allende la frontera, quienes de paso, sostienen parte de la precaria economía, el presidente recordó a un joven que el día del triunfo le pidió no  fallar; cumplir con el llamado de la esperanza, y en un arranque de humildad sin precedente nos dijo así con inspirado acento:

“…Creo, pasado el tiempo, no haber defraudado la esperanza de ese joven, ni de quienes votaron por mi hace tres años. Posiblemente haya quienes imaginaron que sería de otra forma, los que han llegado a la conclusión, en ejercicio de su libertad y de su criterio, que no comparten mis ideas y que no les gusta mi estilo de gobierno, mi estilo de gobernar; pero nadie, en honor a la verdad, podrá decir que no he cumplido con mi compromiso de desterrar la corrupción y destinar mi imaginación, experiencia y trabajo en beneficio del pueblo y de la nación.

Los logros están a la vista. A pesar de la pandemia y del sufrimiento que acarreó, la gente no ha perdido la fe en un mejor porvenir. 

Si, pues, los logros están a la vista. Y también lo no logrado todavía, pero ¿quién desea ahora enturbiar la ocasión gozosa?

¿Cuatro ciento mil muertos por la pandemia? ¿Pero quién se fija en eso si estamos satisfechos por haber reconstruido el pútrido sistema de salud heredado de los neoliberales, reaccionarios, clasistas, racistas etc.,etc.?

El presidente, quien escucha su propia voz, ha dicho cómo hay quienes se rehúsan todavía a aceptar la verdad verdadera: 

“…Como era de esperarse, nuestros adversarios enfocaron sus baterías básicamente a impedir que obtuviéramos la mayoría en la Cámara de Diputados, cuya facultad de esta Cámara de Diputados, facultad exclusiva, es la de aprobar el presupuesto.

Hicieron todo, recurrieron hasta a la guerra sucia, pero afortunadamente no lograron su propósito. La alianza Juntos Hacemos Historia, que defiende nuestro proyecto de transformación, triunfó en 186 de los 300 distritos en disputa; en tanto que el bloque conservador obtuvo 107 y el partido Movimiento Ciudadano, siete.

“Si a ello se suma el reparto de plurinominales, la bancada tendrá a nuestro favor una cómoda mayoría. En otras palabras, ya se cuenta con la seguridad de que será aprobado el presupuesto destinado al desarrollo del país y al bienestar del pueblo. Se les ganó en buena lid porque el pueblo es sabio.

“No podrán detener las ayudas destinadas a los pobres; no podrán desaparecer, como lo querían, la pensión a los adultos mayores, a las niñas y niños con discapacidad, las becas para estudiantes de familias pobres, ni la atención médica ni los medicamentos gratuitos.

“Tampoco podrán frenar (…) nada que vaya destinado a los pobres, a los que aborrecen, porque, con honrosas excepciones, los conservadores son clasistas, racistas e hipócritas”.

Y en este sentido cuando se presenta el catálogo de las bajezas morales de la reacción, para decirlo con una palabra envolvente, el presidente discrepa hasta de don Benito Juárez y le dice, perdón mi estimado Benemérito, pero en eso no estamos de acuerdo:

“Como bien dijo en una de las pocas veces que trató el tema el presidente Juárez, lo cito textualmente:

‘Los ricos y los poderosos ni sienten, ni menos procuran remediar las desgracias de los pobres. Podrá suceder que alguna vez los poderosos se convengan en levantar la mano sobre un pueblo pobre, oprimido, pero eso lo harán por sus intereses y conveniencia. Eso será una eventualidad que nunca debe servir de esperanza segura al débil’.

Hasta ahí la cita.

“(…) Juárez decía:

«Los reaccionarios también son mexicanos.

Esa frase la volvió a utilizar Plutarco Elías Calles, ‘los reaccionarios también son mexicanos’. 

“No me gusta esa frase, con tanto que admiro al presidente Juárez; son ahora otras circunstancias, por eso no podría decir lo mismo”.

Ahora resulta: la nacionalidad, depende de las circunstancias.

“…No me gusta esa frase, con tanto que admiro al presidente Juárez; son ahora otras circunstancias, por eso no podría decir lo mismo”.

Bueno, si lo dice la Constitución sin distinciones ni requisitos ideológicos, en su artículo 30, basta y sobra.

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