Vencer y convencer/ Uriel Flores

Esteban Ramirez Zepeta es un lastre fuerte para Rocío Nahle, no le ayuda en nada, le estorba y es un traidor
- en Foro libre

El ejercicio del poder supone el dilema o el complemento del título de este artículo. Se supone que las elecciones convencieron a la ciudadanía para dar un mandato a los vencedores y, por tanto, podrían gobernar o representar sin más por hacer. Pero eso es en la teoría. Los electores respaldan personas más que programas. Suponer que los electos reciben una especie de cheque en blanco es desconocer el sentido más amplio de la democracia. El ejercicio político en liderazgos partidistas, representaciones legislativas y cargos ejecutivos implica participar en la vida pública; en su caso, con mayor obligación. Esto significa que tengan voz  sustancial, más allá de boletines, que fijen posturas constantemente, que expliquen y defiendan sus decisiones y que establezcan diálogo y conversaciones públicas incluyendo a la sociedad en todo lo relacionado a sus funciones. Es una manera extendida de seguir convenciendo ahora en específico, en el día a día, ante los acontecimientos y las reacciones a sus actos. No deben, pues adoptarían un papel negativo, ausentarse del debate público. Estar o no en las conversaciones públicas no es opcional para los gobernantes y líderes del partido hegemónico, es su obligación; si se salen degradan su función y pierden legitimidad. Esas condiciones incluyen, por supuesto, a las oposiciones.

En el caso de VERACRUZ es obvio y actual la ausencia de los líderes del partido MORENA y los legisladores en el debate público. Imitan al viejo PRI que, cuando era mayoritario, despreciaba las discusiones y diálogos, no asistía a los encuentros partidarios en las elecciones y aplastaba con votos cualquier debate parlamentario. Era una postura soberbia y anti democrática. Ahora ocurre lo mismo  con la nueva clase política gobernante, tradicional en ese sentido. Salvo en las campañas electorales cuando se les ve un poco más es notoria su actitud ausente de las deliberaciones públicas. No dicen nada, no explican nada, no intentan convencer de nada. Se conforman con el facilismo de la propaganda, con un discurso hueco y demagógico. No pasan de las consignas. Habría una duda: si únicamente es una soberbia típica del poder o si carecen de capacidad para defender su programa y sus políticas. Tal vez crean que son listos y que están en lo correcto. Pues no. Pierden el debate sin darlo y terminarán derrotados en la lucha de las ideas. Están desperdiciando tiempo y oportunidades valiosas. Algún día, pronto, comprobarán que debieron ser demócratas y, en consecuencia, asumir el lado más difícil del ejercicio del poder, es decir, explicar y convencer dinámicamente. 

Guardando todas las proporciones vale la pena recordar el pasaje histórico vivido por Don Miguel de Unamuno y Jugo, escritor y filósofo Español, que siendo Rector de la Universidad de Salamanca, en tiempos del dictador Franco, expresó el 12 de octubre de 1936 ante el militar Millán-Astray y Terreros lo siguiente : » vencereis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convencereis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitareis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penseis en España. He dicho.». Hay una similitud básica entre las causas del lucido razonamiento del sabio Unamuno y las del ejercicio tradicional y pragmático del poder actual a todos los niveles. En aquel entonces el trato era con los militares que habían ahogado a la República, ahora es con autoridades electas democráticamente que rehuyen la inclusión, la tolerancia, el diálogo y los acuerdos como norma esencial de gobierno y liderazgo. Muchas veces van más allá del desprecio a las ideas, descienden a los añejos actos caprichosos y patológicos del poder. En esa línea anacrónica no sólo desprecian a la inteligencia y son intolerantes por acción u omisión, pasan a actos represivos y de abuso de poder contra personas e instituciones.

No se descubre el hilo negro, el mundo actual no se puede regir por ocurrencias y pura propaganda. Los votos son un mandato que requiere fortalecimiento con eficacia y convencimiento. Están obligados a persuadir para ganar y a persuadir para gobernar.

Recadito: alguien sabe si hay todavía Ayuntamiento en XALAPA ???…

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