Desde el gobierno de Aristóteles Sandoval –asesinado hace un año por el crimen organizado –en Jalisco se han tejido complicidades cada vez más escandalosas entre políticos y presuntos narcotraficantes. La red sigue vigente hasta la fecha, indestructibles los vínculos.
Cuna de capos emblemáticos y asiento de las más violentas organizaciones criminales, esa entidad actualmente padece uno de los males más agudos: impunidad, colusión política y crimen; imperan los negocios con la justicia, tráfico de influencias, despojos de propiedades, lavado de dinero, todo ello, según documentos, reportes de inteligencia y fuentes consultadas, protegido desde las más altas instancias del poder en turno.
El caso más evidente es la expansión del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG): Los altos mandos que lo dirigen han hallado en Jalisco el asidero perfecto, importantes aliados que, a su vez, cuentan con la protección política y judicial, lo que evidencia que en el gobierno de Enrique Alfaro los presuntos criminales están mejor protegidos que los ciudadanos. De todo esto da cuenta la historia de un personaje tan oscuro como siniestro: Leonardo Mireles Escobar, a quien informes de inteligencia ligan desde hace varios años con el narcotráfico y el lavado de dinero, fraudes con empresas fantasmas –constituidas con presuntos narco-notarios –falsificación de documentos, asesinatos, despojos y traiciones.
Su círculo cercano lo conformó hace varios años; a su alrededor figuraron nombres como Camilo González Lara, un exmando de la policía de Zapopan que operaba como una suerte de brazo ejecutor. Este personaje falleció en abril de este año.
La pareja de González Lara –María de los Ángeles López, mejor conocida como “La Loba” –es aliada de Leonardo Mireles. De acuerdo con los informes consultados, ella hace “el trabajo sucio” que le encarga Mireles y, a su vez, es en enlace con las más altas autoridades del gobierno estatal, entre otras, con el gobernador Enrique Alfaro, y otros funcionarios del gabinete.
Con ese esquema de protección, establecen los reportes, Mireles Escobedo ha realizado múltiples negocios presuntamente relacionados con el blanqueo de activos. A partir de los contactos políticos, ha hecho del tráfico de influencias un instrumento para obtener sumas cuantiosas de dinero mediante extorsiones. Para ello utilizan una red de notarios, todos ellos aliados suyos, que operan con el grupo para consumar despojos, constituir “empresas fantasmas” que son utilizadas en el esquema de lavado. Como tienen influencias en el aparato policiaco, han hecho de los “falsos positivos” una especialidad cuando quieren quitar de en medio a un rival.
Con ese esquema de protección, establecen los reportes, Mireles Escobedo ha realizado múltiples negocios presuntamente relacionados con el blanqueo de activos. A partir de los contactos políticos, ha hecho del tráfico de influencias un instrumento para obtener sumas cuantiosas de dinero mediante extorsiones. Para ello utilizan una red de notarios, todos ellos aliados suyos, que operan con el grupo para consumar despojos, constituir “empresas fantasmas” que son utilizadas en el esquema de lavado. Como tienen influencias en el aparato policiaco, han hecho de los “falsos positivos” una especialidad cuando quieren quitar de en medio a un rival.
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