La tuberculosis sigue siendo una emergencia de salud pública

La bacteria causante de la TB, Mycobacterium tuberculosis complex, se originó hace 75 000 años.
- en Salud

24 de Marzo del 2022.- En estos momentos, la tuberculosis (TB) es la segunda causa de mortalidad infecciosa después de la COVID-19. Provoca más de 1,5 millones de muertes anuales. Afortunadamente, a nivel global avanzamos en su control hasta que llegó la COVID-19 y se está observando una tendencia descendente desde el inicio del siglo XXI.

Según el último informe de la OMS la incidencia acumulada se redujo un 11% entre 2015 y 2020. Sin embargo, esta reducción está muy por debajo del objetivo del 20% planteado en la estrategia End TB para ese mismo periodo. Para colmo, en el año 2020 este ritmo de descenso se incrementó debido a problemas en el diagnóstico de la TB atribuible al gran impacto de la pandemia de COVID-19.

En Europa la incidencia es menor que en otros continentes –aunque con grandes diferencias entre países–, además de que se redujo en un 25% entre 2015 y 2020.

España forma parte del grupo de países que ha entrado en la fase de control de la enfermedad, con una tasa anual de casos notificados por debajo de 10 por 100 000 habitantes. Eso no quita que exista un subregistro de casos que muestra grandes diferencias entre comunidades autónomas y tasas mucho más elevadas en los grupos de población más vulnerables.

La bacteria causante de la TB, Mycobacterium tuberculosis complex, se originó hace 75 000 años, cuando el desarrollo de la agricultura y la ganadería permitió el paso de Mycobacterium bovis de animales a humanos. Sin embargo, hubo que esperar a la revolución industrial –siglos XVIII y XIX– para que se convirtiera en la primera causa de muerte en Europa. Y desde entonces no ha dejado de darnos quebraderos de cabeza.

La estrategia End TB: fin a la tuberculosis

Desde que la OMS declaró en 1993 la TB como emergencia de Salud Pública mundial, se han desarrollado diferentes estrategias para controlar mejor la pandemia. Vista la alta carga de mortalidad y morbilidad asociada a TB que persiste hoy en día, está claro que los medios y esfuerzos dedicados han sido insuficientes.

Es por ello por lo que la OMS lanzó en 2015 la estrategia End TB, destinada a acabar con la TB como problema de salud pública en el año 2035. Concretamente, la propuesta es reducir la incidencia global un 90% y la mortalidad un 95% antes de 2035.

La visión de un mundo libre de TB, ahora que sufrimos los efectos de la pandemia COVID-19, está más lejos que nunca. La gran dedicación de recursos humanos y económicos a la nueva pandemia ha puesto en jaque los costosos avances logrados en prevención y control de la TB en los últimos años.

Las cifras hablan por sí solas. El último informe anual de la OMS sobre la TB pone de manifiesto un aumento de la subdetección y subnotificación de casos cercana al 20%. Pilares de la estrategia como son el cuidado y la prevención centrada en el paciente, la creación de políticas y sistemas de soporte dirigidos a los programas o la investigación e innovación, se han venido abajo en apenas unos meses.

COVID-19 y tuberculosis

Parece claro que la COVID-19 sigue frenando la eliminación de la TB en todos los países del mundo. A estas alturas de la pandemia, convendría priorizar la normalización de los servicios sanitarios dedicados a la prevención y control de la TB, así como de otras enfermedades infecciosas y crónicas.

Y si conseguimos controlar mejor la pandemia a corto plazo, los servicios sanitarios dedicados a TB –que tanto han ayudado al control de la COVID-19– deberían aprovecharse ahora de los recursos y las innovaciones desarrollados para frenar la pandemia.

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