La rendición del Estado

Por Inocencio Yáñez Vicencio.

17 de Mayo del 2022.- La invención de la política se produce cuando el hombre percibe que hay problemas personales y problemas comunes y estos últimos sólo se pueden enfrentar colectivamente. Y si tomamos en cuenta que el hombre sólo sobrevive uniéndose para poder vencer sus desafíos, podríamos decir que la política nace con el hombre como ser social. Hace uso de la política para agruparse, para deliberar, para encauzar sus diferencias y para ponerse de acuerdo. Los que creemos que la política no puede ceñirse al poder, la vemos más allá de las relaciones de mando y obediencia. En Grecia la sede y fuente del poder es la asamblea. Los griegos prácticamente no conocieron no conocieron ni las elecciones ni la representación, lo que quiere decir que no conocieron un gobierno separado de la sociedad, no había todavía lo público y lo privado. El Estado se ocupaba de todo.

La sociedad que siguió a la antigüedad clásica, que se conoce como Edad Media, se organizó en forma jerárquica y orgánica, esto es, los siervos tenían un señor, los señores tenían la protección de un superior que a cambio de protección les sustraía bienes y tropa. El gobierno estaba en manos de magnates y el rey y los estamentos. Era un Estado vasallo . Los individuos existían y valían como parte de un gremio y cuerpo.
El Estado moderno surge de los escombros de la sociedad feudal. Pero no surge de cero. Desarrolla la representación estamental.

El parlamento Inglés lo vemos ya en 1215 arrebatarle el reconocimiento de derechos al rey Juan Sin Tierra, derechos como el que no pueda ni fijar ni modificar nuevos impuestos sin la aprobación de los caballeros y que éstos sólo puedan ser juzgados por sus pares. Poco a poco las asambleas abren su designación más allá de la sangre. En su lucha contra el poder absoluto las asambleas estamentales invocan la legitimidad popular ante la legitimidad divina que invocaba el rey, que obliga a que algunos monarcas también se sustenten en grandes electores, como en Prusia. Esta narrativa nos muestra que la democracia directa y la democracia representativa son cosas diferentes y es por tanto absurdo apelar a la ateniense para validar la democracia moderna. En esta última observamos que la representación surge con las asambleas estamentales y las elecciones, que no conocieron los helenos, surgen y se desarrollan con el paso del voto censitario al voto universal.

El Estado moderno que se asoma en los siglos XIII Y XIV y se configura en los siglos XVI y XVII, es primeramente defendido como un Estado como tal, absoluto, como última apelación, sin disputa de ningún cuerpo social y depositario de la fuerza plena para imponerse a todo desafío. Yo siempre he dicho que el Estado moderno nacía absoluto o no nacía, porque únicamente podía imponerse a los cuerpos que hasta entonces hacían funciones estatales, monopolizando el poder legítimo.
Primero había que pensar y proceder a tener Estado, es decir a organizar política y jurídicamente la sociedad y luego a darle la forma que mejor garantizara la convivencia. Como dicen nuestras amas de casa. Para hacer mole, primero hay que tener el guajalote. Después de aparecido el Estado, vino la lucha por limitarlo. Sujetarlo a derecho, condicionar la obediencia al respeto a un conjunto de derechos considerados naturales y organizar el poder de manera distribuida y equilibrada.

Cuando vemos que el más grande teórico del absolutismo Thomas Hobbes, partiendo del contractualismo, afirma que todo que el Estado se disuelve, que volvemos a la sociedad prepo lítica, a la sociedad de nature, cuando el Estado se somete a otra potencia o ha dejado de proteger la vida de los hombres y mujeres que viven bajo sus leyes, está muy claro que cuando Andrés Manuel López Obrador, ha movilizado 25 soldados a la frontera Sur para cuidar los intereses de los Estados Unidos, por órdenes de Trump y una y otra vez aceptar que cuida a los delincuentes que atentan contra la vida y los bienes de los mexicanos que observan las leyes, hace prueba plena que el Estado existe formalmente, pero realmente fue disuelto al ponerse al servicio de una potencia extranjera y pasarse del lado de los que violan la ley.

En verdad cuesta trabajo refutar burradas. Para las burradas pierden sentido las razones. Cuando las burradas vienen de una persona común, oídos sordos, pero no se pueden ignorar cuando las dice la persona que se eligió para presidente. Sólo Amlo puede llamar humanos a quienes matan por placer, siendo que ni las bestias lo hacen. No se trata que los combata porque no sean humanos. Se trata porque el juró defender la ley y velar por el bien de la nación y defender la ley, a el como gobierno, le toca respaldarla con toda la fuerza legitima del Estado, en caso de incumplimiento. La diferencia más elemental de una ley jurídica frente a una regla moral, es que la jurídica es general y en caso de incumplimiento está detrás la fuerza del poder público. Al no hacerlo cae en el delito que tipifica el Código Penal, en su artículo 123, que es traición a la patria. Arengar a los soldados, como lo ha hecho Amlo, para que únicamente utilicen la fuerza contra el crimen organizado en defensa propia, es no sólo exponer sus vidas y su honor sino un deliberado engaño, porque la defensa propia es un recurso que nada tiene que ver en quienes salen a las calles a aplicar la ley y que deben abstenerse de excesos pero no de usar la fuerza legítima.

Aunque muchos afirmen que Hobbes no era partidario del derecho de resistencia, yo creo que hasta él mismo lo secundaba desde el momento que sostenía que no podíamos seguir obedeciendo a un Estado que había dejado de proteger el derecho a la vida.
Locke, no sólo condicionó el fin del Estado velar por el derecho a la vida sino también el derecho a la libertad y el derecho a la propiedad, con lo cual da forma al constitucionalismo moderno como teoría de los límites del poder, que la refuerza con su bosquejo de un poder dividido, es decir, no concentrado en una sola persona, que desarrolla Montesquieu.

Así fuera de las cenizas en que Morena ha convertido al Estado mexicano, habría que rescatarlo, porque todavía no se ha inventado una menos mala forma de convivencia y porque para pensar en una mejor forma de Estado, primero tenemos que tener Estado. Cada metro que Amlo y Morena, ha cedido del territorio al crimen organizado únicamente lo podemos recuperar para la ley, si los hombres y mujeres que reciben una limosna o tienen un empleo son capaces de decidirse a no cambiar su voto por migajas y a echar esa banda de morenistas que han puesto el poder al servicio de maleantes.

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