Hoy, a escasos días de que culmine el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, valdría la pena recordar los artículos publicados en “The American Magazine” por el periodista norteamericano John Kenneth Turner, el cual salió a la luz en 1910 en forma de libro, dicha publicación describía las condiciones sociales que vivían los mexicanos a finales del porfiriato.
A más de ciento diez años de dicha publicación, podemos advertir que existen muchas similitudes con aquel México pre revolucionario con el contemporáneo o moderno. J.K. Turner; expone el estado político en que se encuentra el país en los estados de Yucatán y Quintana Roo, así como ciudadanos nacionales y extranjeros, funcionarios públicos que se enriquecen con la esclavitud de millones de mexicanos.
Al día de hoy, México cuenta con otro tipo de esclavitud, durante todo el sexenio de AMLO, se fueron corrompiendo las mentes de los más débiles y más marginados a cambio de ayudas en efectivo, dádivas que sin lugar a dudas contribuyen a una parte importante del ingreso familiar, pero convierten a los ciudadanos en entes sumisos o esclavos del líder, dejan de ver la realidad para someterse.
Pese a qué, México, cuenta con una constitución progresista, poco a poco se ha ido minando tal característica, ahora con la reforma al poder judicial se agudiza, las ilegalidades crónicas encabezadas por el gobierno, los partidos políticos han sido coactados de tal manera que no existe un oposición real o dinámica y se hace la voluntad del presidente.
Al igual que en el porfiriato donde no existía libertad política, en los pocos espacios que ganó la oposición en el 2024, se los quieren arrebatar para tener el control total del país, la libertad de palabra y prensa libre está siendo menoscabada día con día, y lo vemos con las recientes renovaciones de periodistas que hacían periodismo critico y libre, los cuales se quedan sin espacios donde ofrecer un pensamiento distinto al de un régimen.
También, hay que señalar que las elecciones están dejando de ser libres, un tribunal electoral mermado o cooptado, y ahora con un sistema judicial disminuido, alejados de un estado de derecho, sin garantías individuales, nos encontramos a la voluntad de lo que decida el presidente o el narcotráfico, nos hemos convertido en un país gobernado por medio del ejército, como país hemos retrocedido cien años para tener un neo porfiriato.
Pero este neo porfirismo o nuevo sistema esclavista, sería imposible sin la participación de los grandes empresarios o grupos de poder, que primero, por su avaricia apoyaron un nuevo régimen, total ellos van a seguir siendo millonarios, así como los integrantes de su partido político que obedecen a ojos cerrados al líder. Porfirio Muñoz ledo les llego a llamar émulos y lambiscones, tal y como caracoles se arrastran, no tienen pensamiento propio.
El método de López Obrador es igual al de Díaz, se aprovecha de la pobreza e ignorancia, cada día les corta sus libertades y son felices. Contrario a la protesta que hizo de respetar y hacer cumplir la constitución, ésta la va usando a su modo y conveniencia, lo que no cuadra, que no le vengan con legalismos. Creo su propio culto, él es la figura dominante y central de su movimiento.
De igual forma, al igual que Díaz, creó una serie de distractores matutinos, él tiene la narrativa del día, mientras la realidad es otra, algunos periodistas señalan que pactó impunidad con un cartel o que recibió dinero para su campaña. Total, el fin justifica los medios. Incluso, los usa como distractores, ya veremos cuando dura la actual lucha entre miembros del cartel de Sinaloa, a lo mejor con la entrada de la nueva presidenta hagan las paces, ya ven que cuando era una niña colaboró al fin de la guerra de Vietnam, toda una narrativa montada, esperaremos buenas noticias.
Obrador al igual que Diaz hizo con su amigo Manuel González, le cedió el palacio a Claudia Sheinbaum, con el mismo entendimiento que se lo devolvería a su hijo, el ahora nuevo líder morenista Andrés López Beltrán.
La característica principal del porfiriato es que privó al pueblo de sus libertades, ha hecho de las elecciones una farsa, Obrador hizo lo mismo, o apoco ya somos muy democráticos, a sus huestes les dio rienda suelta para el pillaje descomedido. Hoy despedaza a la poca prensa libre, y a la libertad de palabra, los tacha de conservadores, neoliberales, que quien sabe lo que eso signifique, pero que ofensa tan grande, de igual forma, aseguró el dominio del ejército a través de contratos millonarios, a los empresarios les otorgó contratos y concesiones, total, ya es su país, los ciudadanos sólo somos actores de reparto en su rol protagónico.
Al igual que Díaz, se habla de un enriquecimiento exorbitante, desproporcionado por parte del presidente, y para que no digan que son invenciones neoliberales, el propio presidente señaló que lo negocios jugosos llevan el visto bueno del presidente, que el presidente lo sabe todo, y como ejemplo tenemos los casos de corrupción en Segalmex, la refinería dos bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles, por citar algunos casos.
En el año 2022 salió un estudio donde señalaba que el empleador más grande del país era el narcotráfico, con alrededor de 160 a 180 mil miembros, el presidente al igual que Díaz, creo una maquinaria con sus abrazos no balazos, cuyo combustible ha sido la carne y sangre del pueblo, son casi 200 mil muertos en el sexenio, con todo y datos maquillados, peor que si viviéramos en estado de guerra. Vaya ironía, del primer presidente que se dice ser de izquierda o lo que eso signifique.
La destrucción de partidos de oposición, fue una característica del porfiriato, que hoy la renueva el presidente, como podemos advertir, no es algo nuevo destruir a los opositores, tener partidos satélites como el Verde, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, que sólo se limitan a aprobar todo lo que les ordena a cambio de beneficios y prebendas.
Para los pocos partidos de oposición; carpetas judiciales; arrestos; la inteligencia financiera; todo el aparato del Estado para destruirlos. Se dice que el Partido Revolucionario Institucional se encuentra en vías de desaparición por las decisiones de su líder Alejandro Moreno, al igual que el partido Acción Nacional, con Marko Cortés, ya casi no queda nada del México democrático, que alguien les explique lo que está sucediendo.
Muchos mexicanos, se cuestionan como es una persona que pregonaba otros principios y valores, cambió radicalmente su discurso. Hay gente que hace lo imposible para cumplir sus deseos y propósitos, algunos le rezan a dios, otros al diablo; algunos se venden a intereses mezquinos, a agendas internacionales o intereses de multimillonarios. Ya lo vimos con Venezuela, país rico en recursos y petróleo, que por decisiones de una sola persona es condenada a vivir en la miseria total.
Los héroes lideres de izquierda, son multimillonarios, fifís, a quienes no les importa la plebe, el pueblo bueno, el poder vuelve mezquina a las cópulas o quizá se vuelve real la frase de que el poder a los inteligentes los vuelve tontos y los tontos los vuelve locos.
Ahora bien, Adam Smith, en su libro la Riqueza de las Naciones, utiliza el término de la mano invisible, donde señala que una acción individual beneficia a la colectividad, Díaz trajo inversión, crecimiento económico, modernidad, y en la medida de su conocimiento trató de ser un estadista, cambió ese México rural o uno industrializado. López por el contrario desalentó la inversión extranjera, propició la salida de capitales, hizo retroceder al país, políticamente cien años, tuvo un pobre crecimiento económico no visto desde hace 40 años, endeudó al país exponencialmente sin contar con los millones de pesos que hubo en pérdidas por sus caprichos.
Ahora bien, no todo es pobrecitos mexicanos, J.K. Turner describía a los mexicanos como buenos trabajadore pero que tenían a la pereza como vicio, de no ser progresistas, de estar supeditados a un amo, de ser ignorantes, de ser felices, aunque no tuvieran libertad, faltos de carácter para ejercer una democracia y por lo mismo la necesidad de tener un dictador, también nos veía como un pueblo versátil, de pasiones violentas y energía inconstante, vaya características.
A más de ciento diez años, de ese diagnóstico social, el mexicano sigue siendo en parte el problema de su destino, si bien es cierto que no todos tienen los medios para tener una educación adecuada, carecemos de carácter para ejercer nuestra democracia, seguimos siendo supersticiosos, ignorantes, tenemos la necesidad de tener un amo sin látigo que nos diga que hacer, que nos dé dádivas.
Por otra parte, nos van restringiendo las pocas libertades que con años y esfuerzo de lucha se fueron ganando, mientras estemos felices que imposta lo que diga el presidente, no queremos saber lo que pasa, ahí que decidan ellos, que nos deparará el futuro en cien años, si como sociedad no cambiamos.
Para concluir, muchos opinólogos señalan a López obrador como un gran politólogo, el nuevo Maquiavelo, el que hace ciencia política con el país, un genio político, tal parece que los mexicanos no nos importan las políticas públicas, las buenas administraciones, la trasparencia y rendición de cuentas, el estado de derecho.
Contrario a lo que puedan decir, los resultados están a la vista, el presidente conocedor de la historia de México, la utilizado para sus fines, este sexenio ha sido un refrito de todo lo malo de sexenios anteriores.
Tuvimos el peor crecimiento económico en 36 años, sin crecimiento no hay desarrollo económico, sigue habiendo pobreza; deja un poder judicial vulnerado, un país sin estado de derecho está condenado a la ruina, puesto que ese fue el fin del Estado; un sistema electoral inservible, no existe certeza ni legalidad en las elecciones ni en sus autoridades; una corrupción copular; un país militarizado, donde solo falta que los militares vendan seguros.
Y en el epílogo del sexenio, como colofón a la destrucción democrática la reforma judicial y de la guardia nacional, sus huestes afines al régimen celebran sus victorias parlamentarias. Es tiempo de los gusanos, disfrutan como carcomen lo poco que queda de democracia, disfrutan la destrucción de un país próspero, hemos retrocedido más de cien años, somos un México bárbaro.
El que no conoce su historia está condenado a repetirla, será que los mexicanos tengamos el carácter de luchar por una democracia o sigamos siendo un México bárbaro.
César Gaspar Cortés Zilli
Abogado y Economista, egresado de la Universidad Veracruzana.
Comentarios