El senador, Héctor Yunes Landa –como muchos políticos- no entienden que sus excesos ya son una agravante para la sociedad. Veracruz se encuentra en el sexto lugar entre los estados más endeudados a nivel nacional y el hecho de invertir tanto dinero para alguien que en realidad no ha hecho absolutamente nada en su paso de un importante puesto como es la Senaduría, en verdad que ofende más que enaltece.
Su “pomposo informe” de labores en el Word Trade Center en Boca del Río ante miles de acarreados, teniendo de invitado “de honor” a alguien al cual ha criticado duramente como lo ha hecho en contra de Javier Duarte de Ochoa, es realmente un detalle bastante humillante de parte del legislador. Deja en claro su falta de dignidad. Qué se puede esperar un veracruzano de ese tipo políticos.
Los veracruzanos no pueden continuar cargando con los actos estériles y mediáticos de quienes pretenden promoverse y saltar a otro cargo político. La gubernatura raquítica promovida por parte de Javier Duarte de Ochoa –anticonstitucional como todo lo que él propone- a dos años, es en la actualidad la aspiración más mediocre de este sujeto priísta mantiene. Yunes Landa sueña con sentarse en palacio de gobierno desde el término del sexenio de Fidel Herrera Beltrán, cuando aspiraba a ser el candidato para la gubernatura y que fue arrebatado por el hijo “putativo” del ex ejecutivo estatal. Esto originó su ira, despotricó y no reparó en declarar ante los medios de comunicación una serie de maldiciones en contra del hoy gobernante –si es que a eso se le llama hacerlo- dejando evidencia que ésta aspiración se ha convertido para Yunes Landa, trauma y frustración personal.
Por cierto, Héctor Yunes Landa, debería mejor considerar en qué gasta el dinero, pues en vez de andar despilfarrarlo en demostrar que ha hecho algo como Senador –que por cierto no le conocemos nada ni a él, ni a su homólogo, José Yunes Zorrilla- debería de considerar en devolverle el dinero a los senectos de la caja de ahorros del Ingenio “El Modelo” a los cuáles Herrera Beltrán engañó para utilizarlo su absurda campaña política a la Senaduría. No lo digo yo, lo han declarado los propios defraudados quienes señalan a Yunes Landa como uno de los principales defraudadores.
¿Cuánto le costó a los veracruzanos el eventito de Yunes Landa el día de ayer?
Pues se debe de considerar que la renta de un espacio en el Word Trade Center debe de oscilar en alrededor de medio millón de pesos, considerando todo el montaje y el sonido para la cobertura de dicho evento. Aunado a ello, la contratación de camiones para ser utilizados para el acarreo que según su staff eran alrededor de 10 mil cristianos. Considerar el pago de estos –porque no asisten por gusto sino por dinero- como sus tres comidas. La “comilona” de sus “invitados especiales” para celebrar su magnánimo evento y su destape como candidato a la gubernatura del estado de Veracruz y ahí escuchar el “calor falso” que estos le expresaron para endulzarle el oído. El chayote distribuido a diversos personajes del periodismo oficial. En fin, fácil este evento le costó a los veracruzanos cerca de los dos millones de pesos. “Frijolera” para ellos, considerando que no es su dinero.
En el discurso del legislador, aludió al hartazgo de los veracruzanos por la corrupción existente en la entidad a causa de la considerada “industria delincuencial política”. Corrupción a la que ha y continúa siendo parte Yunes Landa.
Quienes mantienen una cercanía estrecha con el yunista rojo, conocen de primera mano que el legislador es “agarrado” y no dispara ni en defensa propia. La pregunta entonces sería: ¿Quién le pagó el circo mediático de ayer? ¿El gobierno estatal? La verdad que no lo creemos. ¿Su millonaria familia? Tampoco. Sus amigos políticos, menos. Indudablemente es una pregunta que el senador tendrá que responder a la sociedad veracruzana, luego que ese dinero despilfarrado bien hubiera servido para canalizarlo a causas más nobles.
La clase política deberá reconsiderar sus acciones. No se puede andar pregonando críticas en contra de sus acérrimos enemigos y luego sentirse “honrados” teniéndolos como invitados especiales. Cómo dijera el gran “filósofo” veracruzano, Javier Duarte de Ochoa, “no se puede escupir para arriba” porque seguro estos fluidos le caerán a la cara como le cayó el día de ayer. Ambos lo hicieron el día de ayer, uno por invitar al enemigo número uno del pueblo veracruzano y el otro, por asistir cuando quien te invita a despotricado, señalando la corrupción y el dispendio gubernamental.
La falta de dignidad de la clase política la disfrazan de “diplomacia”. Hay que ser una cara dura para aguantar las hipocresías de ese gremio tan nefasto.
Duarte y Herrera denunciados por la ASF
Nuevamente el nombre de ex mandatario, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa vuelve a relucir a nivel nacional. Luego de la denuncia que interpusiera en noviembre del 2014 y que recientemente fue ratificada por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) ante la Procuraduría General de la República (PGR) por las 15 denuncias realizadas en contra de estos servidores públicos por el quebranto financiero que originaron en el ejercicio 2008, 2009 y 2010. Desviando recursos etiquetados al fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA), de Aportaciones para la Educación Básica y Normal (FAEB) y de Aportaciones para la Seguridad Pública, entre otros. Dispendio que asciende a los ocho mil millones de pesos.
Lo extraño es que ante los constantes señalamientos que la ASF ha realizado en contra del gobierno de Veracruz; tanto Fidel Herrera Beltrán como Javier Duarte de Ochoa, sigan gozando de la libertad tan inmerecida que mantienen. Uno debió haber sido desaforado por parte de la legislatura local y el otro detenido para que ambos, cumplan penalmente por el agravio financiero que han incurrido en contra del estado de Veracruz.
Curiosamente, nada pasa en contra de estos dos sujetos. Es ya hasta tedioso observar que las leyes incumplen cuando se trata de “poderosos” delincuentes; porque robar, es considerado un delito del fuero común, pero cuando son perpetrados por funcionarios públicos y gobernantes, estos se convierten en una trasgresión del orden federal.
Desafortunadamente quienes viven enquistados en las “altas” esferas de la política y el poder, no se ocupan ni se preocupan, pues saben que jamás pagarán penalmente por el agravio. El manto de la impunidad los protege y saben que pueden comentar los delitos que consideren pertinentes para perpetuarse en el poder y continuar robando, haciendo de la ley su más servil aliada.
Este es México.
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