Wenceslao Vargas Márquez
A las 8:12 del martes 21 de julio de 2015, la más atendida televisora privada interrumpió su transmisión ordinaria para dejar paso a una producción televisiva del gobierno federal que hizo aparecer a cuadro la ejecución de una requisa en marcha.
Pudimos ver al gobernador de Oaxaca, Cue, mediáticamente secuestrado entre dos funcionarios federales: el vocero de la presidencia de la república, Sánchez, y el secretario de Educación Pública, Chuayffet. La ceremonia sirvió para presentar la reestructuración del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y para hacer saber la afirmación simplista de que con este acto se resolverán los problemas de la educación del estado pues se quita al SNTE-CNTE toda injerencia en la educación. Por supuesto que esta afirmación simplista es falsa.

¿Por qué es simplista la explicación de que reconstruido el IEEPO todo lo educativo se arreglará en Oaxaca? Porque hay precedentes recientes, que todos los interesados en el tema tenemos en la memoria de que no es la primera ocasión de que se le echa la culpa al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) de todo lo que funciona mal en la educación.
En abril de 1989 cayó Carlos Jonguitud Barrios y subió Elba Esther Gordillo a la dirigencia del SNTE. Se explicó entonces que esta defenestración de líderes era para mejorar la educación. Esta explicación se dio después de que Carlos Salinas pidió al Grupo Nexos, de Héctor Aguilar Camín, en septiembre de 1988, un diagnóstico de la situación educativa. Ojo con la fecha. Salinas era presidente electo y tiene ya en la mente defenestrar a Jonguitud (y a Joaquín Hernández del sindicato petrolero). El dictamen simplón del Grupo Nexos (publicado por el Fondo de Cultura Económica, del gobierno, con el título de “La Catástrofe Silenciosa”) concluyó que el problema de la educación radicaba en que el SNTE se metía mucho en el tema educativo y que había que sacarlo de allí.
“La Catástrofe Silenciosa” dice en su capítulo VI, aludiendo a las dirigencias del SNTE y a algunos gobernadores espantadizos: “La prepotencia del poder (sic) del CEN del SNTE en las decisiones importantes sobre política educativa a nivel nacional o estatal, tiende a revertirse contra el ámbito de autoridad, tanto del ejecutivo federal en la SEP como de los gobernadores de los estados. Estos últimos han perdido interés en la descentralización educativa (año 1988, W) porque consideran que el poder central del SNTE constituye una amenaza para el reconocimiento efectivo de su autoridad, además de las presiones que normalmente reciben de las secciones de maestros estatales”. La receta que se siguió está documentada en el mismo libro (p. 179, segundo párrafo) y era muy simple: “Neutralización de las resistencias y bloqueos que ha interpuesto el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE”. Traduzco: Correr del cargo al CEN de SNTE y a Jonguitud -por recomendación de los privados consultados por el presidente Salinas-, para que ya no entorpeciera las sabias decisiones que se toman en educación.
Había otra justificación para correr del cargo a Jonguitud. Dice el libro simplonamente: “A lo largo de la historia de la SEP (1921-1988) la relación Secretario de Educación-SNTE ha demostrado que cuando el primero actúa como ejecutivo del sector, la educación nacional avanza (estos son los casos de secretarios como Vasconcelos, Torres Bodet Ceniceros y Fernando Solana). En cambio, cuando el secretario de Educación reduce su misión a la mera conciliación de intereses, la educación tropieza o detiene su avance”. Así de simple, de simplificado, de simplista y de simplón.
24 años después de la caída de Jonguitud hubo que buscar de nuevo un culpable para justificar un cuarto de siglo de fracasos del ANMEB 1992. Tuvo que caer Gordillo y subir Juan Díaz de la Torre con la misma justificación: Mejorar la educación pues Gordillo entorpecía las sabias políticas públicas de la Reforma Educativa (RE 2013). La explicación simplista y simplona fue la misma: El SNTE y Gordillo son los culpables.
No soy, no he sido, no pretendo ser, militante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) pero creo que deben ponerse los términos en sus justas dimensiones. Me explico así lo que ocurre:
Descubren los ‘especialistas’ que la educación en Oaxaca es un desastre. Entonces grupos privados de hogaño dan la receta simplista y simplona de los grupos privados de antaño: sacar al SNTE-CNTE de toda injerencia en la educación y dar el golpe al IEEPO. Antaño, Guevara Niebla (hoy consejero del INEE) suscribió en la antología “La Catástrofe Silenciosa” la recomendación de que se removiera a la dirigencia del SNTE para mejorar lo educativo. Hogaño, Guevara Niebla aplaude en “Racionalidad e irracionalidad del IEEPO y de la Sección 22” (25-26 jul 2015) que se remueva a una dirigencia seccional del SNTE su relación orgánica con lo educativo para mejorar. Vende Guevara Niebla la misma receta 27 años después sin probar jamás la relación cartesiana y newtoniana causa-efecto. No se siente con la obligación de probarlo. Es Idóneo junto con su colega de pluma, Backhoff; idóneos entre ellos.
Horas después del anuncio de la requisa, en la misma televisora, concedió el secretario Chuayffet, una entrevista a una reportera. Preguntó ella por qué llegamos a esto en Oaxaca. Chuayffet le da vueltas a una explicación que nunca da. La respuesta debió ser que el estado de cosas en Oaxaca fue una creación del PRI y del presidente emblemático del PRI que fue Carlos Salinas (PRI, año 1992) además de un gobernador del PRI que fue Heladio Ramírez (PRI, año 1992) a quien sucedieron finísimas personas: Diódoro Carrasco, José Murat, Ulises Ruiz, todos del PRI. Este detalle lo omite cuidadosamente Chuayffet (PRI) de las explicaciones que entrega a los medios.
Qué bueno que tanta ineptitud para conducir la educación mexicana tiene a la mano a un pretexto preferido: echarle la culpa al SNTE y a sus grupos internos. Jonguitud militó en Vanguardia Revolucionaria, Elba Esther Gordillo en el Grupo Institucional, Rubén Núñez milita en la CNTE. Da igual. Decir que el SNTE o uno de sus grupos es el responsable del desastre educativo es una explicación simple, simplista y simplona pero “vende”. Entre paréntesis añadimos: Le pregunta la entrevistadora al secretario. “¿De qué sirvió encarcelar a Elba Esther Gordillo?” Por instantes hay duda al responder; termina diciendo: “Se aplica una sanción a quien presuntamente ha cometido un delito. Entonces sirve de respeto al principio de legalidad”. Deliberadamente echa de lado el secretario un hecho indisputable: La maestra Gordillo no tiene aún sanción (sentencia) del poder judicial.
Jonguitud perdió la dirigencia del SNTE y su escaño en el senado. Gordillo perdió la dirigencia del SNTE y perdió su libertad. Rubén Núñez y la Sección 22 del SNTE-CNTE ‘sólo’ perdieron su injerencia en el IEEPO. No sabemos si se ejerzan las órdenes de aprehensión que se han dicho. En los tres casos la explicación fue simple, simplista y simplona: el sindicato y sus dirigentes son los culpables.
¿Qué ocurriría con los idóneos funcionarios de la SEP y del INEE si dirigentes y sindicatos no existieran?
Seguimos igual, nada ha cambiado. No avanzamos y si retrocedemos. Como siempre excelente artículo del Profesor Wenceslao.