Hay un elemento constante en la desaparición de personas, la participación de agentes del Estado: Alicia Calderón

Alicia Calderón, periodista mexicana, directora y co-guionista de Retratos de una búsqueda (2014),
Alicia Calderón, periodista mexicana, directora y co-guionista de Retratos de una búsqueda (2014),

Por Dení Freie/

Barcelona. Además de miles de asesinatos, la narcoguerra en México ha dibujado una larga lista de personas desaparecidas. Según cifras oficiales, existen alrededor de 25 mil personas no localizadas. 10 mil de ellas han desaparecido en el gobierno actual de Enrique Peña Nieto. Las demás, que son la mayoría, desaparecieron en la administración de Felipe Calderón (2006-2012). ¿Quién se llevó a estas personas? ¿Por qué? ¿Quién las está buscando? ¿Qué está haciendo el gobierno?

Para arrojar un poco de luz a estas preguntas, hemos conversado con Alicia Calderón, periodista mexicana, directora y co-guionista de Retratos de una búsqueda (2014), documental que cuenta la historia de tres madres que buscan a sus hijos desaparecidos en medio de la maldita guerra del narcotráfico en México.

-Alicia, ¿cuándo inició la situación de violencia que vive actualmente  México?

-Comenzó cuando Felipe Calderón llegó a la presidencia en 2006. Le declaró la guerra al narcotráfico y todo fue a peor. Los tentáculos del crimen, que ya había en el país, se extendieron a nuevas ciudades y pueblos. Y se dinamitaron nuevos delitos a gran escala; por ejemplo, el lavado de dinero, el tráfico de armas, la extorsión, los secuestros, el tráfico humano y la trata de personas. Al mismo tiempo, el crimen se infiltró con mayor ahínco en las estructuras del Estado, en las instituciones, en el ejército y sobre todo en las policías a nivel estatal y municipal.

En este escenario, aumentaron dramáticamente los asesinatos, las desapariciones y la violación a los derechos humanos de la población civil. Luego, en 2012, llegó el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero nada ha cambiado. En México vivimos con un gobierno fallido que no ha hecho un cambio real para mejorar las condiciones de la población.

-¿Cuáles son las razones que explican, en particular, el problema de las desaparición de personas?

-Existe un abanico de posibilidades. La desaparición de personas puede deberse, por ejemplo, a la pugna entre bandas criminales; a la equivocación, es decir, desaparecen a personas que piensan que son de otro cártel; porque necesitan reclutar gente para el narco; por el tráfico humano y la trata de personas, sobre todo de mujeres jóvenes; por el secuestro o la extorsión. En cada caso, es difícil determinar cuál fue la causa. Sin embargo, hay un elemento frecuente en las desapariciones: la participación de agentes del Estado, es decir, policías de corporaciones municipales, estatales o federales.

Ahora bien, cuando se puede comprobar que hubo la participación de un agente del Estado, se habla de “desaparición forzada”. Pero cuando no se puede comprobar, o no se sabe quién se llevó a la persona, se habla sólo de “desaparición” o “persona no localizada”. Y esto es otro problema, porque la “desaparición” no es un delito. Para que haya delito y se investigue, se debe comprobar que hubo participación de un agente del Estado o bien que hubo secuestro.

Debido a lo anterior, es importante una nueva ley que, entre otras cosas, amplíe el concepto de persona desaparecida. Pero creo que además de la ley, en la que ya se está trabajando [Ley General sobre Desaparición Forzada y Desaparición de Personas Particulares], el Estado debe capacitar a los funcionarios y ofrecer todos los recursos para la búsqueda de los desaparecidos.

-¿Cómo está resolviendo el gobierno las desapariciones?

-Bueno, según el gobierno, hay alrededor de 25 mil personas desaparecidas. Pero varias organizaciones civiles han cuestionado esta cifra y señalan que en realidad son más, porque, por ejemplo, hay muchas familias que no denuncian la desaparición por miedo a las represalias del narco.

De las 25 mil personas desaparecidas, la Procuraduría General de la República, la PGR, encargada de averiguar las desapariciones, sólo está investigando, supuestamente, unos 300 casos, porque se ha podido comprobar que hubo desaparición forzada. Pero sobre el resto de desapariciones, nada, el gobierno no está investigando.

-Si el gobierno no investiga, ¿qué pasa con las demás personas desaparecidas?

-Quienes buscan son las familias, especialmente las madres de los desaparecidos. Son ellas quienes encabezan esta lucha de búsqueda. Por eso hicimos el documental [Retratos de una búsqueda] porque vimos que era importante contar las historias de estas madres.

El documental comenzó a forjarse en unas caravanas que se hicieron en México, organizadas por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. En esas caravanas, que recorrieron varios pueblos y ciudades, vimos que la gente que más cogía el micrófono para hablar y dar su testimonio eran las madres de los desaparecidos. De todas estas madres, elegimos a tres para el documental, cuyos casos no son únicos, representan lo que está pasando en muchas partes del país.

-En este contexto de las desapariciones, ¿qué implica el caso Ayotzinapa, en donde la policía participó en la desaparición de 43 estudiantes?

-Es un parteaguas en la agenda pública. Ayotzinapa generó una amplia reacción social que permitió mirar más allá. Anteriormente, había una cierta cerrazón, la gente sólo contaba los muertos pero no se interesaba por los desaparecidos, los desplazados y las familias víctimas de la guerra contra el narco. Con Ayotzinapa hubo un cambio de tuercas, basado en la desgracia, pero tuvo una parte positiva. Empezamos a revisar cómo estaban las cosas a nivel nacional. Se advirtió, por una parte, que en las desapariciones hay una constante participación de la policía, y, por otra parte, se vio la importancia de mirar muchos casos invisibilizados, de desaparecidos, asesinatos y desplazados, que son consecuencia de la narcoguerra, y denunciarlos.

-Bajo estas circunstancias, ¿cuáles son los retos que enfrentan los periodistas?

-Los periodistas tienen el gran reto de cubrir la guerra sin ponerse en riesgo. No por nada somos el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo. Y dentro de México, el Estado de Veracruz es uno de los más peligrosos. Pero no es fácil, en muchos casos, en ciudades pequeñas y pueblos, los periodistas guardan silencio porque si hablan los matan.

Para protegernos, se han hecho protocolos de seguridad. Sin embargo, estos protocolos se vieron cuestionados después del asesinato del fotoperiodista Rubén Espinoza. Él salió de Veracruz amenazado y se fue a la Ciudad de México donde supuestamente era como un búnker para ejercer el periodismo. Rubén, incluso, daba cursos de protección de periodistas, pero al final, lo mataron. Yo diría que este es el mayor momento de vulnerabilidad para los periodistas en México. Y debido a eso se ha generado mayor organización y relaciones entre los periodistas para cuidarnos.

-¿Cuáles son tus expectativas con el documental Retratos de una búsqueda?

-El documental, por ahora, tiene muy poca distribución en México. Pero en cambio, se está presentando en varios espacios en el extranjero. Yo espero que el documental sirva para cambiar la percepción de la gente sobre lo que pasa en México. A nivel internacional, la gente de Europa, por ejemplo, debe pensar que el lavado de dinero y la corrupción que hay aquí tiene relación con la de allá. Es decir, el problema de México es consecuencia de muchas acciones globales.

-¿Es importante  por eso la movilización internacional?

-Sí, yo creo que es necesaria una movilización social que trascienda la frontera mexicana, que logre mayor presión sobre los países que tiene negocios con México, y que se benefician  de la venta de armas y el lavado de dinero. La presión civil debe denunciar estas situaciones. Pero a la par de este trabajo, los mexicanos tenemos que recuperar la confianza entre nosotros, de darnos las manos, confiar en los vecinos, trabajar juntos, todo lo que tiene que ver con el tejido social. Porque ahora tenemos miedo y no volteamos a ver al vecino, no hablamos con él. Tenemos que retomar nuestros procesos vecinales, hacer barrio, retomar las calles. Eso nos hace más fuertes y sirve como blindaje en medio de esta guerra que estamos viviendo.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *