La muerte del padre Amaro/Contracolumna

Plumas Libres
- en Foro libre

Por Atanasio Hernández/

Contra lo que puedan pensar algunos, este artículo no versa sobre la pederastia, la violación del voto de castidad, el abuso ni cualquiera otra conducta similar entre los ministros de la Iglesia. No. Tampoco busca dar continuidad a la historia de la película protagonizada por Gael García Bernal, que en su momento causó polémica en nuestro país, ni aborda una historia de oposición a los derechos civiles, como el aborto libre.

No.

La idea es exponer algunas ideas en torno de la actuación de los representantes de la institución frente a la pandemia de Covid-19, en vista de sus consecuencias funestas, al menos para 70 sacerdores, seis diáconos y cinco religiosas; diez de ellos en el estado de Veracruz. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) no lleva cuenta de los feligreses infectados en sus actividades.

Desde el inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia, uno de los sectores más renuentes a interrumpir sus actividades públicas fue precisamente el religioso. Por supuesto que esto incluye una amplia gama de creencias, ritos y sus espacios de reunión, pero los católicos se mantienen como mayoría.

El vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, José Manuel Suazo Reyes, ha dicho este domingo que “el mal manejo de esta pandemia nos está orientando a la ruina”. Por la construcción gramatical errónea de la oración, no deja en claro si se refiere a la destrucción del país o a la pérdida de bienes y fortuna que sufre, por ejemplo, la propia Iglesia.

Reporte Índigo publicó en 2018 un reportaje intitulado “México, cliente fiel”, parodiando las palabras de Juan Pablo II en su visita de 1990. La idea es que el Papa lidera la empresa más poderosa del mundo, con mil 285 millones de clientes; 110.9 millones en México, con base en el Anuario Pontificio de 2017, con datos disponibles hasta 2015.

Las finanzas se guardan con recelo, pero sus ingresos de 2011 se estimaban en 455 millones de dólares, y el llamado Banco Vaticano administraba en 2014 activos por 3 mil 210 millones de euros.

Es claro que la pandemia ha afectado su estructura económica. Sobre todo en los templos que obtienen sus ingresos del diezmo y el cobro de servicios eucarísticos. Cuando los fieles no van a misa hay menos dinero en las alcancías y en las parroquias, por ejemplo, se mantienen los servicios de las secretarías, del sacristán y el personal de aseo.

Para colectar dinero, en la retransmisión televisiva de la misa dominical celebrada en la Basílica de Guadalupe, en la pantalla aparecen cintillos con los números de cuenta para depositar “donativos”.

Tal vez a esta situación se deban las declaraciones virulentas de José Manuel Suazo Reyes, quien pide –sin decir nombres– humildad “para reconocer los fracasos y valor para cambiar las estrategias”.

Nos pinta un panorama apocalíptico: vivimos amenazados por una enfermedad invisible que no se sabe en qué momento nos pueda alcanzar, pues nadie está exento de ser contagiado, y esta situación genera temores angustiosos, un ambiente de incertidumbre, de impotencia, y un sufrimiento físico y moral generalizado.

Y luego ofrece la solución: La Iglesia Católica expresa su cercanía a todas las víctimas de Covid-19, en primer término a los enfermos que se encuentran en los hospitales o recuperándose en casa. “Les aseguramos nuestra oración clamorosa a Dios nuestro padre, fuente de misericordia y dador de todo consuelo, para que se detenga esta terrible pandemia”.

Pero como él mismo ha dicho: “Los discursos encantadores no sirven de nada, si no no van acompañados de acciones concretas”.

 

 

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